En una sesión sobre miedos parentales el programa determinó que los padres adoptivos tienen miedos adicionales a los comunes, como la falta de información sobre la familia biológica o que su hijo/a los abandone al cumplir la mayoría de edad
Con motivo del 10º aniversario de RECURRA-GINSO, un programa que ofrece apoyo a las familias en situación de conflicto con sus hijos e hijas adolescentes, y en el marco de su campaña Una mente sana empieza en la infancia, sus expertos han reflexionado acerca del proceso adoptivo, concluyendo que la mayor problemática que suelen presentar los padres es el manejo adecuado de la historia de adopción. Sin embargo, también han determinado que, cada vez con mayor frecuencia, las familias que deciden adoptar acuden en busca de ayuda psicológica para favorecer la vinculación afectiva.
¿Tienen los padres adoptivos más miedos que los padres biológicos?
“Partimos de la base de que, generalmente, las familias que deciden adoptar es como consecuencia de una segunda elección para formar una familia; esto quiere decir que ha existido un fracaso o decepción en su primera elección para tal objetivo vital”, explica el subdirector del Centro Terapéutico RECURRA-GINSO, Alberto Buale. Según el experto, existe un duelo sobre la propia paternidad o maternidad que ha de resolverse primero, ya que podría situar a los padres y a las madres en posturas de sobreprotección o condescendencia. Durante una sesión sobre miedos parentales que llevó a cabo el programa con padres que habían adoptado, los psicólogos concluyeron que tienen más miedos y que, a pesar de que gran parte son comunes a la parentalidad en general, cuantos más miedos concretos tienen los padres adoptivos, mayor percepción de gravedad tienen sobre los problemas comunes.
“Una vez finalizada la sesión, analizamos los miedos específicos de los padres adoptantes y los clasificamos en cuatro grupos: aquellos predeterminados, que tienen que ver con el proceso de adaptación; los relativos a la familia biológica, como la falta de información; los que tienen que ver con la búsqueda de orígenes, como que cumpla los 18 años y los abandonen; y los que nosotros llamamos ‘padres e hijos perfectos’, que no es más que la presión que sienten al creer que se espera de ellos que sean más exitosos en la crianza que los padres no adoptivos”, enumera Buale. Con respecto a los miedos parentales comunes, el consumo de drogas, la relación con sus iguales, los estudios y la falta de confianza con los padres, encabezan la lista, entre otros.
A lo largo de sus diez años de trayectoria, RECURRA-GINSO también ha descubierto que cada vez son más las familias adoptivas que deciden apoyarse en ayuda psicológica para favorecer la vinculación afectiva en el proceso de adopción; de hecho, el porcentaje de familias y adolescentes con la característica de adopción es proporcionalmente más elevado de su representación en la sociedad en general. “En el programa representan entre un 20-25 por ciento de los casos y en la población en general el porcentaje está en torno al 1 por ciento”, señala Buale.
La historia de adopción: cuándo y cómo revelarla
RECURRA-GINSO ha observado que un aspecto muy importante, tanto para los padres como para los hijos, es la historia de adopción; algo que no suele ser manejado adecuadamente por parte los padres, que tienden a sobreexponer o ocultar la información. “La edad que tenga el niño en el momento de ser adoptado influirá en su comprensión de los orígenes, ya que comenzará con una tarea: la de aceptar la pérdida por haber sido separado del hogar de acogida e, incluso, la de aceptar que no volverá con sus padres”, explica Buale.
Según el programa, proporcionar esta información ha de iniciarse con la llegada del niño a casa, independientemente de su edad. A partir del año y medio se puede hablar de adopción, especialmente antes de que los niños puedan desarrollar sus propias teorías o lo descubran por terceras personas. “En la primera infancia, cualquier historia relacionada con ellos, quieren escucharla continuamente, sin aumentar la información; un libro con fotografías puede ayudar a fijar conceptos”, aconseja Buale.
A partir de los cinco años, los expertos aseguran que los niños comienzan a comprender el significado de la familia y la relación entre sus miembros. Por ello, suelen aparecer nuevas preguntas acerca de los orígenes, la genética o la etnia. “La lógica del niño va evolucionando y comienza a comprender conceptos más abstractos; ya no le vale ‘fuimos a buscarte’, ahora necesita comprender que su madre biológica no le pudo cuidar”, explica Buale. Sin embargo, es a partir de los 8 años cuando adquieren conciencia de lo que supone no vivir con sus padres biológicos. “Comienza entonces otro duelo, el de la familia biológica que les abandonó y que no ha conocido. Hacen más preguntas, y hay que tener mucho cuidado con no dar datos que se desconocen sólo por el hecho de calmar su angustia”, advierte Buale.
La clave, según los expertos, está en normalizar la condición de adoptado y las características de la familia, permitiendo a los padres reconocer y aceptar las diferencias entre la familia biológica y la adoptiva. “La información debe adecuarse a las necesidades del niño y su capacidad de comprensión. Serán muchas conversaciones que se irán complementando entre sí a lo largo del tiempo, adaptándose al nivel de desarrollo del niño”, comenta Buale. También aconsejan evitar eufemismos y metáforas, ya que hacen que el niño no comprenda la realidad, pudiendo llegar a sentirse engañado cuando entiende el verdadero significado.