El próximo Viernes Santo, 29 de marzo, a las 12.00 horas, la Catedral de Cádiz volverá a acoger una de las celebraciones con más tradición de la Semana Santa gaditana, el Sermón de las Siete Últimas Palabras de Nuestro Redentor en la Cruz.
En esta edición, el encargado de la predicación será el Rvdo. P. Rubén Virués Gómez, párroco de la de Nuestra Señora del Rosario y San Antonio de Padua, en Cádiz. Durante el mismo, el cuarteto de cuerda, El Concierto Ylustrado, dirigido por el músico Carlos Jaime, interpretará el concierto compuesto al efecto por Joseph Haydn.
El conjunto está formado por profesionales de la interpretación histórica del barroco y clasicismo, de Andalucía y de España, y dirige su trabajo en la recuperación de la música de estos periodos históricos, con instrumentos de la época; centrando especialmente su atención a la música barroca española.
Las invitaciones podrán retirarse de manera gratuita, en la sede del Obispado de Cádiz y Ceuta (c/ Hospital de Mujeres 26), el Lunes y Martes Santo, 25 y 26 de marzo, de 09.00 a 14.00 horas (2 invitaciones por persona). Quienes tengan invitación deberán estar en la Catedral antes de las 11.45 horas, ya que, a esta hora, se dará paso a quienes, sin disponer de invitación, estén en la puerta y quieran entrar, hasta completar aforo.
El Sermón de las Siete Palabras
«En aquella época era habitual celebrar un oratorio en la iglesia principal de Cádiz durante la Cuaresma. Los muros, ventanas y columnas se cubrían de tela negra, y sólo una única lámpara iluminaba la sagrada oscuridad. A mediodía se cerraban las puertas y la música comenzaba. Tras una introducción adecuada, el obispo subía al púlpito y pronunciaba las Siete Palabras y desarrollaba una homilía sobre ellas. Una vez finalizada, descendía del púlpito y se arrodillaba delante del altar. En este intervalo sonaba música. El obispo subía y bajaba del púlpito después de cada palabra y la orquesta intervenía al final de su alocución. Mi composición tenía que adaptarse a esos preparativos. La tarea de escribir siete adagios con una duración de diez minutos cada uno y que no cansaran a los oyentes, no era fácil…».
Así relataba Haydn los pormenores de la difícil empresa que le fue comendada por el sacerdote José Sáenz de Santamaría, Marqués de Valde-Íñigo, a fines del siglo XVIII.
En 1783 el sacerdote inauguró la Santa Cueva y quiso engrandecer el templo con una pieza musical que acompañara la predicación de las siete últimas palabras de Cristo en la mañana del Viernes Santo. Así nacía una partitura que sigue interpretándose cada Semana Santa y que recuerda una de las épocas de mayor esplendor de la ciudad.