Mucho se ha avanzado en la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos de XXI en igualdad de género. Pese a todo, aún estamos lejos de que exista en nuestra sociedad una igualdad real entre hombres y mujeres. Asuntos como la desigualdad salarial, el ámbito doméstico o el ejercicio del poder, ya sea político o empresarial, nos recuerdan que aunque es largo el camino andado, no es poco lo que aún queda por recorrar.
Pero hoy, aprovechando el éxito alcanzado por la selección española femenina de baloncesto, que se ha proclamado campeona de Europa por tercera vez además de ostentar en la actualidad el subcampeonato mundial y olímpico, voy a hablar de fútbol, un deporte que pese a focalizar todo el interés mediático, no tiene ningún pudor en demostrar su machismo.
Hace unos días, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) publicaba un vídeo en el que las capitanas de los equipos de la Liga Iberdrola pedían, o más bien imploraban a los aficionados un poco de interés. Sin embargo, este mismo organismo consiente que ningún equipo de la máxima categoría femenina, siendo en muchos de los casos secciones femeninas de los clubes más importantes de España, disputen sus encuentros en los mismos estadios que sus compañeros varones. Las mejores jugadoras de este país se ven relegadas a jugar en ciudades deportivas en las que, pese a contar con instalaciones modernas, el transporte público ni está ni se le espera, por poner un ejemplo. Me pregunto qué hubiera sido del fútbol si en sus inicios como deporte de masas, allá por la primera mitad del siglo XX hubiera recibido el mismo trato.
Afortunadamente ya no vivimos en tiempos de ‘Las Ibéricas F.C.’, pero el retraso que sufre el fútbol en materia de igualdad no tiene justificación posible. Y no hace falta irse muy lejos para comprobarlo. Aquí mismo en Cádiz, la recién estrenada sección femenina del Cádiz Club de Fútbol ni siquiera tuvo el privilegio de jugar la eliminatoria de ascenso a Segunda División Nacional en el Estadio Ramón de Carranza, algo que sí pudo hacer el filial cadista cuando se estaba jugando el ascenso a Tercera División.
Pero no queda ahí la cosa, no solo el mundo del fútbol demuestra su machismo sin pudor. Incluso políticos que defienden la igualdad parecen poseídos por el espíritu del ex alcalde de Valladolid, el de los morritos de la ministra, cuando entran en contacto con este deporte tan «viril».
Esta misma temporada, la presidenta de la Diputación de Cádiz, Irene García, una persona libre de sospecha en cuanto a ser machista, vaticinó que más pronto que tarde la sección femenina del Cádiz Club de Fútbol jugaría en el Estadio Ramón de Carranza, cuando podía haber aprovechado la ocasión para interpelar al presidente de la entidad, Manuel Vizcaíno, por el motivo que impide que las jugadoras del club disputaran ya sus encuentros en el estadio gaditano. Si lo que se pretende es crear afición flaco favor se hace jugando los partidos en mitad de la nada. Los que ya peinamos canas recordamos los tiempos en los que los jugadores no saludaban al graderío y subían a dar las gracias a los que han venido, que cantó el Yuyu. En esos años a nadie se le ocurrió mandar al primer equipo a jugar a El Rosal dado el poco poder de convocatoria con el que contaba.
Otro ejemplo, ya para terminar, será el acto que tendrá lugar en el día de hoy en el Ayuntamiento. El alcalde, José María González, al que tampoco nadie puede acusar de favorecer la desigualdad de género, recibirá en su despacho a las jugadoras del Cádiz Fútbol Sala en su despacho, casi a escondidas. Con su ascenso a Primera División Nacional se han convertido en el primer equipo de la ciudad por méritos deportivos pero recibirán las felicitaciones del máximo responsable de esta ciudad en un acto casi privado. No parece lo más apropiado en un político al que sus adversarios le acusan de hacer política de gestos, no de hechos.
Los detalles son importantes en este tipo de asuntos. Nótese que en este periódico hace muchos meses que al Cádiz Fútbol Sala le eliminamos la coletilla de Femenino, tal y como reza su nombre oficial. Al igual que al Cádiz Club de Fútbol no le ponemos el adjetivo Masculino, entendimos que era más una forma de menosprecio que un calificativo. Hay quien pueda tachar esta medida de ocurrencia sin sentido, pero es más importante de lo que parece.