Cuando el turista prepara su viaje a Lisboa, piensa en visitar monumentos, museos o pasear por sus callejones. Sin embargo, la región ofrece otro tipo de atractivos, como el Arco del Tajo –Arco do Tejo para los portugueses–, a solo 30 kilómetros de la capital, que rodea el inmenso estuario del río.
Se trata del lugar perfecto para los amantes de la naturaleza y la aventura, ya que ofrece una cuenca increíble para la práctica de deportes náuticos, como piragüismo y vela. En esta zona también es posible pescar de la forma más artesanal en la orilla sur y observar a decenas de personas realizando esta actividad de pie en medio del Tajo, cuando baja la marea.
La variedad de ejemplares y la riqueza natural de la comarca fueron reconocidas con la creación de la Reserva Natural del Estuario del Tajo en 1976, donde se encuentra una de las zonas húmedas más grandes de Europa. En ella se pueden observar numerosas especies de peces, crustáceos y aves migratorias, llegando a alcanzar cerca de 120.000 aves durante el periodo invernal.
Entre noviembre y marzo se pueden observar alfayates, flamencos, patos, garzas, chorlitos o pilritos; mientras que en los períodos de nidificación, entre primavera y verano, es posible avistar pernilongos, chorlitejos patinegros, golondrinas de mar enanas y perdices de mar, entre otras.
El ejemplar más pintoresco y representativo del lugar es el flamenco de plumaje rosado, que llega a los mil durante el otoño y ofrece un espectáculo único de belleza y poesía visual. En la ribera de la localidad de Alcochete, ubicada al sur de la parte protegida, se pueden encontrar igualmente garzas y águilas.
La reserva también destaca por su flora, con numerosas clases de árboles como los cañaverales, la borraza, la sosa de las salinas y la saladilla.
Asimismo, es posible conocer de cerca algunas labores tradicionales, hoy en declive, como la de los molinos de Corroios, que funcionan mediante el movimiento del agua y se utilizan para hornear pan.
Este paraje se extiende por los municipios de Alcochete, Benavente y Vila Franca de Xira, finalizando en una zona de dehesas dedicada a la cría de toros y caballos, que también merecen ser visitadas por su gran encanto, tradición y cultura.
El acceso hasta Arco del Tajo se puede hacer tanto a pie como en bicicleta o en coche, aunque es recomendable dar un paseo en barco para admirar de cerca los animales que viven en el territorio.