‘Cierra los ojos y mira’ es un libro que concentra la intensidad del thriller y la parte más emotiva del ser humano
¿Qué hacer si un policía acusa a un antiguo compañero de trabajo del robo de una estutua en el MoMa de Nueva York?
Así de misteriosa e intrigante se presenta la última publicación del novelista y poeta Roberto Gallego: Cierra los ojos y mira, publicada por Hilatura Editorial.
«Ahora es una sensación de vértigo y amor, de inquietud y exaltación el ver que mi historia deja de ser mía para empezar a ser de la gente. Para eso ha sido creada, para volar y ser libre».
El objetivo de estas sospechas no es otro que Ulises, padre de un niño llamado Oliver y periodista por la defensa de los Derechos Humanos. Oficio que lo hace viajar desde a Corea del Norte hasta Irak para denunciar la crítica situación de los niños y de las mujeres en estos países respectivamente.
¿Por qué entonces el comisario Castillejo lo detiene como presunto ladrón de arte? ¿Qué ha hecho que Ulises sea ahora un supuesto delincuente?
«Tanto Castillejo como Ulises son personajes porosos, volubles. Ser amigos o enemigos, ser héroes o villanos depende de perspectivas y de nuestra situación vital de ese momento. Mejor leer el libro y dejarse empapar por el magnetismo que desprenden».
Para situar al lector en su contexto, Roberto Gallego traslada la historia al inicio de todo lo ocurrido a través de un relato que el protagonista le cuenta a su hijo para demostrarle que la vida es un continuo camino en el que no hay que pararse ante la tristeza, sino seguir luchando.
Pues, aunque ellos ahora estén a punto de perder su casa, y la chocolatería Antojos, la favorita de Oliver, haya apagado sus luces para siempre, en los infortunios se encuentra el verdadero aprendizaje para continuar avanzando.
«Las situaciones de adversidad son las semillas de nuevos comienzos», le dice a su hijo mientras comienza a relatarle su historia.
A través de esta narración, el lector se encuentra inmerso en un periplo inundado de suspense en el que Ulises acabará cooperando con la policía gracias a su trabajo como periodista en el International Times.
¿Cómo conseguirá Ulises dar caza a aquellas organizaciones criminales que con sus actos hacen del mundo un lugar un poco más indigno?
En esta odisea no estará solo. Los diferentes contactos en las tierras oriundas lo ayudarán en sus investigaciones: desde Chung-Hee, pasando por su enlace en Corea del Sur, Yung; así como Zainat Hikka y Hasam en Bagdad con quienes entablará una relación fraternal y de ayuda mutua desinteresada.
«Me gustan los personajes vivos, dinámicos. Huyo de todo lo estático. Cuando comencé a escribir la novela me la imaginaba plasmada en una pantalla de cine; así que lo que tuve que hacer para pulir los rasgos, el temperamento y las reacciones de cada personaje era simplemente observar qué quería ver en esa pantalla».
Entonces, ¿qué relación existe entre este peregrinaje y la acusación del robo de la obra de arte en el MoMa?
Por si esta batalla a la que se enfrenta Ulises para hacer del mundo un lugar mejor no fuera suficiente, el carismático protagonista comienza a darse cuenta de que su vista está degenerando, y descubre entonces que tiene la enfermedad de Behcet que le provoca borrosidad en la visión.
¿Podrá transformar la oscuridad en un destello y seguir con su vida como hasta ahora? ¿O su dolencia lo hará vivir aislado?
La figura del héroe clásico que encarna las virtudes de la humanidad se materializa en Ulises en esta novela multisensorial, adictiva, dinámica y emotiva, que hará viajar al lector no solo alrededor del globo terráqueo, sino también por su propio interior, pues el protagonista servirá también como referencia moral de la justicia terrenal.
Roberto Gallego devana la trama como un detective profesional, haciendo testigo al lector del bagaje literario que posee a través de un lenguaje por momentos culto; por otros, poético, y de un giro argumental imprevisto que corona la novela de manera acertada.
Cierra los ojos y mira habla de la justicia, del querer saber, de la inquietud intelectual, de la importancia de la cultura, de la diversidad, de la multiculturalidad, de la defensa de aquellos que son vulnerables, de la lucha, del coraje y, sobre todo, de mirar más allá de lo que ven los ojos. De traspasar la evidencia y lo somero para ahondar en la esencia de las cosas, que es precisamente lo que conforma la belleza del mundo.