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Almudena Ocaña: “La música puede ayudarnos a mejorar el ambiente de la clase”

Por Redacción Jul 21, 2016 #cultura #libros

lg-b-compreensao-interpretacao-textoLa profesora y experta en convivencia escolar Almudena Ocaña comenzó aplicando las estrategias de musicoterapia con sus alumnos “por pura necesidad, porque los profesores no tenemos formación para enfrentarnos a determinadas cuestiones que se nos presentan en las aulas y con las que tenemos que trabajar”. Lo que comenzó como un intento de prevenir y corregir los conflictos que se producen en el aula se ha transformado ahora en un manual –“Cómo amanso a mis fieras”, publicado por Desclée de Brouwer- particularmente útil para los docentes y centros escolares con alumnado adolescente y preadolescente.

P: El subtítulo de tu libro explica nítidamente el contenido: “Estrategias para mejorar la convivencia en clase utilizando la música”. Básicamente, propones realizar varias sesiones a lo largo del curso escolar con técnicas y ejercicios propios de la musicoterapia…

R:Así es. Se trata de realizar una o dos dinámicas al mes para prevenir y tratar conflictos en el aula, además de crear un ambiente agradable entre los miembros del grupo. Son actividades inspiradas en métodos de musicoterapia que han sido adaptadas para poder practicarlas en grupo y van enfocadas directamente al tema de la convivencia en clase, resolución de conflictos, autocontrol, gestión de emociones, relajación, concentración, etc.

P: El libro es un manual, eminentemente práctico para los docentes: contiene numerosas propuestas y ejercicios, que incluyen al detalle los recursos necesarios para llevarlos a cabo. ¿Era ese tu objetivo?

R: Bueno, más o menos. Yo tenía pensado escribir la tesis doctoral sobre este mismo asunto: cómo mejorar la convivencia en clase a través de la música. Pero cuando iba por la mitad del trabajo, nació mi hijo Alonso y paré la investigación. Todo lo que había hecho se me quedaba corto para la tesis, pero pensé que era una pena dejarlo en un cajón y que nadie lo viera. Así que me puse a organizar los materiales para que otros compañeros pudieran utilizarlos en sus clases, por si a alguien le venía bien. Ahora ya he retomado el trabajo, pero como no hay prisa, he vuelto a empezar desde el principio.

P: El libro es fruto de tu reflexión y experiencia profesional: ¿Cuando comenzaste a implementar estas estrategias?

R: Yo comencé por pura necesidad.  A lo largo de todos estos años como profesora de Música he vivido muchos momentos buenos con mi alumnado. Sin embargo, también se me han presentado circunstancias muy difíciles: alumnos/as especialmente conflictivos, peleas, falta de motivación, falta de respeto, gente que con catorce años ha vivido situaciones por las que ninguna persona debería pasar y menos aún siendo tan joven…Los profesores no tenemos formación para enfrentarnos a determinadas cuestiones que se nos presentan en las aulas y con las que tenemos que trabajar. De manera que comencé a formarme por mi cuenta, a intentar aprender y a hacer todo lo que yo pudiera para mejorar las cosas, por lo menos en mi hora de clase con los chavales.

P: Las dinámicas y ejercicios que propones son muy variados, pero todos tienen en común un carácter divertido y motivador. Cuéntanos alguna anécdota al respecto…

R: Anécdotas la verdad es que hay muchas, aunque todas no son graciosas, también hay que decirlo. Algo que recuerdo con mucho cariño fue lo que sucedió en una fiesta de navidad que organizamos estando yo en Marchena (Sevilla). Habíamos estado trabajando el flamenco como identidad sonora. La asociación cultural del pueblo se había implicado mucho y el alumnado estaba muy contento. Teníamos un grupo de chavales del hogar (a sus padres les habían retirado su custodia y estaban en un centro de acogida) que no sabíamos cómo motivarlos y con este tema se involucraron muchísimo. Montamos un coro de villancicos flamencos y en navidad ellos mismos se organizaron para gestionar el festival, participaron hasta alumnos a los que yo no les daba clase. Terminaron colaborando todos los profesores y luego el instituto entero se unió. La fiesta fue uno de los momentos más bonitos que yo he vivido como docente y todo empezó por el tema de utilizar la música para crear comunidad, para buscar algo con lo que identificarnos, para sentirnos un grupo.

P: Tienes formación musical y docente. Dinos algo sobre ti…

R: Vengo de una familia sencilla y de un barrio humilde (La Viña – Cádiz). El instituto donde cursé la secundaria (el antiguo Valcárcel)  era famoso por los problemas que tenía de convivencia. Era un centro muy grande: con BUP, FP y hasta un hospicio en el mismo edificio. Allí todos los días pasaba algo. Sin embargo, yo tenía muchas ganas de estudiar porque si no mi madre me ponía a limpiar y a coser, algo que era superior a mis fuerzas.

Estudié Filología Hispánica en Cádiz y allí también cursé los estudios del conservatorio. Empecé a trabajar el mismo año que terminé la licenciatura, con 24 años y todavía no he parado. Cada año voy realizando cursos de formación, intento estar lo más al día posible y hacer mi trabajo lo mejor que puedo. Siempre no me sale bien, pero yo lo intento. Cuando me desmoralizo un poco, mi marido, Gabriel, que es un profesor brillante y enérgico, me da muchas ideas, me anima, me transmite su energía positiva para volver a ponerme contenta. Si no, me pongo la película  de Camarón y veo la escena en la que el padre de Paco de Lucía le decía a su hijo “Otra vez, Paco. Esto lo tienes que hacer mejor. Toca otra vez”.

P: Está claro que te apasiona la docencia: ¿Vamos a mejor o a peor en este camino de doble sentido que es la enseñanza-aprendizaje?

R: Yo no lo sé. Llevo escuchando lo mismo toda mi vida: esto cada vez está peor, la juventud en mis tiempos no era así, en mi época no pasaban estas cosas… Yo soy de vivir el presente (carpe diem) y también soy muy pragmática. Creo que el camino lo tenemos que ir fabricando conforme pasa el tiempo y adaptándolo a la realidad que tenemos, a nuestro contexto. Cada medida que se tome puede ser la mejor o la peor, dependiendo de cómo y a quién se la apliquemos. El alumnado de esta época a lo mejor no sabe muchas cosas de las que sabíamos antes, pero saben otras. Creo que lo fundamental no es lo que aprenden, sino cómo usan eso que aprenden, para qué les sirve, cómo les ayuda en su vida. Una persona puede tener estudios universitarios y no saber desenvolverse en la vida, ser un incompetente por muy buenas notas que saque. También hay muchas personas que con unos estudios básicos triunfan porque son gente competente, con espíritu, con iniciativa y ganas de salir adelante.

P: El enfoque de la enseñanza actual, ¿no gravita en exceso sobre los contenidos científico-tecnológicos en perjuicio de los humanísticos?

R: Creo que el perjuicio lo sufren fundamentalmente las áreas artísticas. Eso sí que lo considero un craso error. Los niños y los adolescentes son pura energía y muchos pretenden tenerlos seis horas sentados en sus pupitres para que absorban conocimientos sin más. La catarsis que proporcionan las áreas artísticas no se conseguirá jamás con operaciones matemáticas. Es una pena. La realidad es que tenemos un número muy elevado de alumnado que presenta fracaso escolar ya desde los 10-11 años y la solución que se plantea es “más de lo mismo”.Puede ser que dentro de un tiempo contemos con una población que sepa programar todo tipo de ordenadores y, sin embargo, no sepa gestionar sus emociones, trabajar en equipo, ni disfrutar de la vida a través del arte, la música o la literatura.

P: ¿Debería ser la música una asignatura obligatoria? Si no lo es, ¿cómo podemos incorporar la formación musical a la enseñanza?

R: A mí no me gusta la palabra “obligatoria”. Yo pienso que la música debe ser una asignatura que se considere troncal, que tenga la distinción de fundamental para la formación integral de las personas. Que se reflexione sobre la importancia que realmente tiene y la fuerza que es capaz de ejercer en un centro educativo. Si termina por desaparecer, yo seguiría luchando para que la música estuviese presente en los colegios y en los institutos a través de proyectos educativos, planes de innovación, grupos de trabajo de profesores…Una posibilidad sería incluir la música en la mayoría de las asignaturas, haciendo que el profesorado de Música trabajase en colaboración con el resto para que el alumnado aprendiese la relación tan estrecha que mantiene la Música con la Historia, la Literatura, la Filosofía, los idiomas, la Educación Física, incluso con las Matemáticas (si no, que le pregunten a Pitágoras)

P: Fernando Savater ha escrito la contraportada de tu libro, ¿qué más te ha dicho sobre la obra?

R: Fernando Savater me escribió el texto para la contraportada en el momento creo que más desolador de su vida. Yo no tengo más que palabras de agradecimiento para él. Él siempre se ha mostrado defensor de la Música. Colaboró firmando un manifiesto en defensa de la Música en la educación que presentamos los docentes ante la amenaza de desaparición de nuestra asignatura. Él dice que “la música es el lenguaje del alma, sin fronteras ni ideologías”. Y es verdad, a través de la música pueden comunicarse personas que no hablan el mismo idioma, que no comparten formas de pensamiento, cultura o religión, pero la música es capaz de superar esas barreras y proporcionar un tipo de comunicación que no tiene que ver con las palabras ni las razones, sino con las emociones y el alma.

P: Hasta el momento, ¿qué receptividad están obteniendo las estrategias que propones en el libro entre tus colegas docentes?

R: Por ahora creo que les está gustando. Algunos compañeros van siguiendo las pautas y otros las van cambiando para adaptarlas al grupo con el que van a trabajar. Lo bueno es que he intentado realizar las descripciones lo más fácil posible, de manera que todo el que las lea pueda ponerse rápidamente en situación. Yo les digo que lo normal es que cada uno obtenga un resultado diferente, porque, afortunadamente, trabajamos con personas, no con autómatas. Lo que ofrezco en el libro es mi experiencia, no una receta mágica. Por muchas herramientas con las que contemos, como dice José María Toro: “el recurso por excelencia siempre eres tú”.

P: Una última reflexión…

R: La música puede ayudarnos a mejorar el ambiente de nuestra clase, a comprender al alumnado difícil, a proporcionar una válvula de escape para los conflictos que no pueden hablarse…pero por mucha música que utilicemos, los chicos con 15 años seguirán siendo una fiera, un tifón, un huracán, un terremoto y hasta un volcán en erupción. Y si con esa edad no lo son… tenemos que enseñarles a que lo sean, a que busquen y recojan toda esa energía que llevan dentro y que construyan con ella lo más bonito que se les ocurra.

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