Desde que nacemos el proceso de aprendizaje se basa en el juego. Los niños son capaces de convertir tareas que para los adultos son tediosas en juegos divertidos. Ese es el proceso natural por el que aprendemos a valernos por nosotros mismos. Convertir en un acto lúdico lo que observamos en los adultos.
Pero a veces los adultos interfieren en el juego y nos transmiten los peores comportamientos de su mundo. Es lo que en mi opinión viene sucediendo en el fútbol. Las categorías inferiores de este deporte se están conviertiendo en un espacio poco saludable, poco apto para menores, que por otra parte son los protagonistas.
El último caso es el del joven Etienne, jugador del juvenil del Club Deportivo Olímpico, que es víctima de insultos racistas. No me cabe en la cabeza como una persona adulta sale de un campo de fútbol un domingo a mediodía para disfrutar de lo que queda del fin de semana después de haber estado machacando a un niño. Tampoco entiendo como unos entrenadores que deberían ser ante todo educadores permiten que sus pupilos insulten a un jugador con el que mañana podrían estar compartiendo vestuario. También los árbitros tendrán su parte de resposabilidad, no cabe duda, pero en su defensa hay que decir que no es que estén protegidos en su labor, e incluso me consta que algunos pitan con miedo en según qué campos.
Esto que ocurre en el fútbol no parece que esté ocurriendo en otros deportes, o al menos no tiene la misma repercusión. El afán de algunos padres porque su hijo tenga un porvenir con el balón está socavando los cimientos de este deporte. Luego tendremos futbolistas que más que deportistas son niñatos malcriados. Casos como el de la difusión del vídeo en el que dos jugadores del Eibar practican sexo con una chica no se darían si comprendieran que a pesar de ser futbolistas y de tener reconocimiento social no están por encima del bien y del mal. Cómo van a respetar la intimidad de una mujer que hace con su cuerpo lo que le da la gana si no son capaces de tratar con respeto a un compañero.
El pasado sábado se disputó en Cádiz un encuentro por el liderato del Grupo 17 de la Tercera División de Fútbol Sala entre el Virgili Cádiz Club de Fútbol y el Club Isleño de San Fernando. Los de La Isla eran líderes y tenían que medirse a los gaditanos en su campo en un partido difícil. Durante la semana tres jugadores del Isleño llegaron tarde a un entrenamiento y el técnico no dudó en apartarlos de la convocatoria a pesar de la merma para su equipo. Los de La Isla perdieron y ahora son segundos pero la actuación de este técnico dice mucho de lo que es fundamental en el deporte y en la vida, el respeto a los demás. Si esto es posible entre equipos de categoría sénior cómo no va a ser posible en las categorías inferiores.
Pongamos en nuestra escala de valores el respeto por encima de la victoria, el dinero o la gloria y haremos entre todos una sociedad mejor. Algunos nos recuerdan cada día que es posible.