Cádiz es una ciudad sitiada, no al estilo del asedio napoleónico que dejó tanta fantasía en el imaginario colectivo de la ciudad, sino bajo formas que sin ser bélicas están produciendo más sufrimiento, pobreza y exilio del que merecen esta tierra y sus gentes. Paro, escasez de vivienda, carencias educativas, ausencia de tejido productivo y comercial, apatía social y un excesivamente largo listado de problemas hacen que la que pudiera ser un paraíso en la tierra se asemeje más a un purgatorio. ¿Culpables? ¿Responsables? La lista de responsables en que la ciudad de Cádiz esté ya por debajo de los 120.000 habitantes, y a saber hasta dónde llegaremos, es extensa e intensa.
En primer lugar destacar al Partido Popular que ha gobernado los últimos veinte años y que ha sido incapaz de frenar la decadencia y resolver mínimamente los problemas que tenemos. Su papel al día de hoy estaría en tener una actitud más humilde y un espíritu de cooperación más leal y sincero. Lo que sea salir de ahí no es más que pataleta y rabieta de mal perdedor que no conducen a nada, menos aun a las soluciones que urgimos.
La izquierda, en el gobierno o en la oposición, fragmentada y enfrentada. De un lado la marca local de Podemos con el alcalde a la cabeza dando la impresión de no tener claro el camino, de no estar cómoda en el traje institucional con sus servidumbres y obligaciones y, además, carentes de un proyecto claro e ilusionante de ciudad. Por otra parte una Izquierda Unida que camina rápida en un proceso de disolución orgánico hacia no se sabe qué, camuflada en otras siglas o coaliciones y a la búsqueda de parcelas de poder a la sombra de otras fuerzas. Si bien hay que reconocer que bajo la marca Ganar Cádiz es quien realiza las aportaciones más serias al actual equipo de gobierno, su conveniencia para la ciudad es más discutible.
Y el PSOE, para el final el drama, que anda como perdido entre ser y no ser, entre querer y no querer, entre gobernar u opositar. Un partido que en tiempos de Carlos Díaz sentó las bases y ejecutó en gran medida la modernización del Ayuntamiento como servicio público y elaboró planes ambiciosos para Cádiz, actualmente no es sombra de lo que era. Su dirección política nada entre la ineficacia, la impotencia y la falta de peso. Una pena, quien posee entre sus concejalas y concejales a gente solvente, quien entre su militancia tiene personas de valía, valor y prestigio, es en la actualidad un agente político que no aporta. Para unos el perro del hortelano, para otros el cómplice del desgobierno. ¿Problemas de liderazgo? Probablemente y bien haría el Partido Socialista en recomponerse y, aprovechando sus talentos, echar una mano seria para levantar el asedio que desde hace ya demasiado sufre esta ciudad.