José María Román destaca que “estamos conquistando y colonizando territorios, ya que siempre habíamos inaugurado calles de la ciudad y hoy lo hacemos en la zona de la playa”, y añade que “era una forma de integrar y considerar hasta dónde queríamos llegar, porque no tenemos límites”
El alcalde de Chiclana, José María Román, ha inaugurado en la urbanización Pinar de Don Jesús la calle en honor a Amalia Carvia Bernal, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres. Un acto en el que también han estado presentes la delegada municipal de Mujer, Susana Rivas, así como miembros de la Corporación Municipal y representantes de los diferentes colectivos de mujer de la ciudad, entre ellas, Luisa Moreno, actual vicepresidenta segunda del Consejo de las Mujeres, quien ha sido la encargada de leer un manifiesto sobre Amalia Carvia.
Durante el acto, José María Román ha señalado que “estamos conquistando y colonizando territorios, ya que siempre habíamos inaugurado calles con nombre de mujer de la ciudad y ahora lo hacemos en la zona de la playa”. “También estamos conquistando y colonizando mentes y la educación de muchas personas, mujeres y, sobre todo, muchísimos hombres”, ha incidido el alcalde, quien ha añadido que “venir aquí a la playa era también una forma de integrar y considerar hasta dónde queríamos llegar, porque no tenemos límites”.
“Podía haber sido en otra calle del municipio, pero venir a la playa también es un símbolo, por lo que hay que estar de enhorabuena, ya que este camino de conquista va a ser siempre irrenunciable”, ha expresado el regidor chiclanero, quien ha añadido que “otro factor importante es que vemos caras nuevas de mujeres y otros colectivos de mujeres, que se suman al proyecto por la igualdad y el feminismo”.
Amalia Carvia Bernal
Amalia Carvia Bernal nació en Cádiz el 12 de mayo de 1861 y falleció en Valencia el 7 de marzo de 1949. Su padre era un sirviente gallego del Hospital Real y en 1876 el padre fue contratado de portero de la Facultad de Medicina de Cádiz, ocupando la familia la casa-portería de la Facultad en la antigua plaza de Alfonso XII, junto al Hospital Civil Provincial de aquella época. Amalia tenía entonces 15 años. Amalia no cursó estudios de bachillerato ni estudios superiores como el resto de sus hermanos, por lo que podemos considerarla una autodidacta que desde jovencita se fue adornando con una vasta cultura humanista y librepensadora.
Desde que en 1885, con 24 años, escribió una carta de adhesión que publicaron en Las Dominicales del Librepensamiento (Madrid), considerándose una ferviente seguidora de Rosario de Acuña, Amalia no dejaría de escribir artículos, poemas y narraciones cortas en, al menos, veinte diarios o revistas de varias ciudades españolas, durante 54 años. Escribió varias novelas cortas que no se han conservado y la profesora de la Universidad de Málaga María Dolores Ramos la considera, junto a otras mujeres librepensadoras como Rosario de Acuña, Belén Sárraga o Ángeles López de Ayala, una de las escritoras olvidadas de la Generación del 98.
En el tiempo que vivió en Cádiz, se integró con 26 años de edad en la Logia masónica ‘Regeneración’, alcanzando el grado tres o maestro masón, ejerciendo el cargo de ‘oradora adjunta’ mucho tiempo; fundó más tarde, en 1895, la única logia femenina de Cádiz ‘Hijas de la Regeneración’, de la que fue la ‘Venerable Maestra’; en 1896, fue elegida por unanimidad miembro de la Comisión Ejecutiva de la Asamblea masónica provincial de Cádiz, hecho insólito y único en la historia gaditana. Por otro lado, participó activamente en el Círculo del Librepensamiento ‘Guillén Martínez’ que fundó Fermín Salvochea en 1886; en 1897 fue miembro de la directiva del nuevo Círculo Librepensador, situado en la plaza Jesús Nazareno y organizó en 1898 una asociación de mujeres que denominó ‘Concepción Arenal’. Finalmente, hay que destacar que colaboró en diversos diarios de Cádiz de finales del siglo XIX: ‘El Socialismo’, ‘El Manifiesto’, ‘Diario Popular’, ‘El Pueblo’ y ‘El Trabajo’. Todo ello la sitúa como una mujer única y excepcional en aquellos años finiseculares en la ciudad de Cádiz.
En 1891 viajó a Huelva para integrarse en la Logia masónica ‘Unión y Sinceridad’ de la capital onubense, quizá para conseguir que las mujeres se unieran y participaran en los talleres masónicos. Allí también ocuparía el cargo de ‘orador adjunto’ y más tarde el de ‘orador’, ganándose la vida como maestra laica.
Alejada momentáneamente de la masonería, viajó a Huelva por segunda vez en 1897 con la intención de organizar a las mujeres de Huelva de forma autónoma y teniendo como objetivo la educación de la mujer como medio de emanciparse, promoviendo la apertura de escuelas laicas para niñas y para adultas. Así, a finales de noviembre de dicho año fundó en Huelva la Sociedad ‘Unión Femenina’, como consecuencia directa de su iniciativa y su capacidad organizativa.
En 1900 dejó Cádiz y fijó su residencia en Valencia, destacando como redactora de La Conciencia Libre, que dirigía Belén Sárraga, y colaborando en la Asociación General Femenina. Siguió trabajando como maestra laica, pronto comenzó una fecunda etapa feminista y sufragista, colaborando activamente con la revista que fundó su hermana Ana Carvia, ‘Redención’, que la llamaron sin complejos ‘Revista mensual feminista’ y cuyo primer número apareció en Valencia en septiembre de 1915.
El 22 de abril de 1918, un grupo de 53 mujeres firmaban un comunicado dirigido a la prensa, titulado ‘A las mujeres españolas’, donde proclamaban que se había constituido la Liga Española para el progreso de la mujer, primera organización feminista de ámbito estatal, y hacían un llamamiento a la adhesión y a que la mujer ocupara su puesto en la lucha por sus derechos. Encabezaban las firmas Ana, Ángeles y Amalia Carvia, y además de la ciudad de Valencia, verdadero epicentro de la Liga feminista, estaban representadas Barcelona, Játiva, Alcira y Burjasot de la provincia de Valencia, Madrid, El Ferrol, Tarrasa, Sabadell, Huelva, Monóvar (Alicante), La Jara (Cuenca), Cervo y Sargadelos de la provincia de Lugo, Lorca (Murcia) y Cádiz.
En enero de 1919, las feministas valencianas se convirtieron en sufragistas al tener que salir al paso de la ridícula y restrictiva reforma electoral que el gobierno pretendía realizar, siendo las primeras en defender el voto integral para la mujer. Así lo explicaban en un comunicado que publicó El País titulado ‘A las feministas españolas’.
Pocos meses después, las mujeres de la Liga volvieron a presentar una petición sobre sufragio femenino, esta vez formal y registrada en las Cortes. El Diario de Sesiones de las Cortes de 27 de febrero de 1920 recoge la primera petición formal de la historia solicitando el voto femenino sin restricción alguna y lo realizó la Liga Española para el Progreso de la Mujer.
Con la proclamación de la Segunda República, Amalia siguió apoyando el voto integral femenino desde sus artículos en El Pueblo de Valencia, aplaudiendo la labor parlamentaria de Clara Campoamor en ese sentido. Y cuando las Cortes lo aprobó definitivamente en diciembre de 1931 y los partidos republicanos se decidieron a organizar a las mujeres, Amalia Carvia, recién jubilada y con 70 años de edad, ingresó en las filas del Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA) de Valencia, fundado por Vicente Blasco Ibáñez, siendo elegida presidenta de la Agrupación Femenina Republicana de su Distrito, ‘Flor de Mayo’.
Durante esos años se convirtió en colaboradora remunerada de El Pueblo, y junto a su labor política republicana se volcó en el movimiento pacifista, liderando en Valencia la campaña en contra de la guerra de Mussolini en Abisinia, y en la Liga de los Derechos del Hombre y la Ciudadanía, siendo elegida vicepresidenta del Comité Provincial.
En febrero de 1934 fue distinguida por el gobierno con la insignia de Caballero de la Orden de la República, única mujer española que ha ostentado esa distinción. Por ese motivo, en Valencia fue homenajeada por sus compañeras de la Agrupación Femenina Republicana y por las autoridades civiles del ayuntamiento y la Diputación.
Durante la guerra siguió escribiendo en El Pueblo, que pasó por varias manos hasta acabar siendo el diario del Partido Sindicalista de Pestaña, y cuando el gobierno republicano reconoció en 1937 a los maestros laicos, equiparándolos a los maestros nacionales, y concediéndoles los derechos laborales que le correspondían, incluida la jubilación, Amalia Carvia se afilió a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT. Al acabar la guerra, en septiembre de 1939, Amalia fue detenida acusada de auxilio a la rebelión por haber pertenecido a la directiva provincial de la Liga de los Derechos del Hombre (Procedimiento Sumarísimo de urgencia nº 14928-V de 1939, del Tribunal Militar Territorial nº 1). Este proceso duró varios años en los que Amalia estuvo en arresto domiciliario y en el transcurso del cual salió a relucir su pasado masón cuando vivió en Cádiz. Por este motivo, al poco tiempo de que el tribunal estimara el sobreseimiento provisional por falta de pruebas, se remitía el testimonio relativo a Amalia Carvia al Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, que no dudó en procesarla nuevamente aduciendo que su declaración-retractación sobre su pasado masónico de 3 de junio de 1940 había sido insincera. Se inició así la Causa 2712/1942 cuando Amalia había recién cumplido 81 años y veía cómo seguían martirizándola con nuevas declaraciones y citaciones a Madrid. Hasta 1947 no dieron por concluido el Sumario dictaminando finalmente una condena leve que no implicaba prisión y sí inhabilitación para cargos públicos. Su caso no pasó al Tribunal de Responsabilidades Políticas, y dos años después Amalia fallecía en Valencia el 7 de marzo de 1949.