Hasta un total de 66 de las 23.000 obras de paso que dependen del Ministerio de Fomento presentan graves problemas de seguridad, según una información a la que ha tenido acceso el periódico El País. Cuatro de estas estructuras se encuentran en el término municipal de Cádiz, siendo Cádiz y Málaga las provincias que más estructuras inseguras presentan, con nueve cada una. Serían el puente José León de Carranza, el paso elevado sobre la rotonda del Centro Naútico Elcano, el viaducto de Torregorda y el puente de Río Arillo.
El Ministerio de Fomento controla el estado de estas estructuras a través del Sistema de Gestión de Puentes (SGP), que registra las inspecciones y patologías de las 23.000 estructuras que dependen de Fomento. Esta información, al contrario que en otros países como Alemania, se encuentra restringida por motivos de seguridad, aunque el periódico El País ha podido tener acceso a ella con una petición al amparo de la Ley de Transparencia.
El Ministerio de Fomento valora el estado de estas obras que de él dependen en una escala de 0 a 100, aumentando el valor según crece la gravedad de las patologías que afectan a estas estructuras. A partir de 81 puntos el Ministerio reconoce que presentan “patologías potencialmente graves que pueden afectar a su comportamiento resistente”. Este es el caso de los cuatro puentes que se encuentran en el término municipal de Cádiz. Estas patologías no tienen por qué afectar a toda la estructura, siendo posible que tan solo algunos elementos presenten deficiencias graves, aunque la información publicada en El País no especifica cada caso concreto.
De estos cuatro puentes tan solo el de Río Arillo ha sido reparado. Los demás se encuentran en seguimiento. Hay que recordar que el pasado mes de julio de 2017 un accidente provocó la caída al mar de una grúa cuyo conductor pudo salvar la vida gracias a que el vehículo presentaba una avería en el sistema de aire acondicionado, por lo que viajaba con la ventanilla abierta. En aquella ocasión las imágenes de las cámaras de tráfico permitió comprobar la facilidad con la que el vehículo traspasó las vallas de retención, poniendo en duda la efectividad de las mismas.