Un estudio multicéntrico con 199 participantes demuestra que programas educativos sobre actividad física, nutrición y estimulación cognitiva ayudan a mantener la autonomía y reducir la fragilidad en personas mayores.

Investigadores del Instituto de Investigación e Innovación Biomédica de Cádiz (INiBICA), pertenecientes al equipo CTS-1120: Exercise Physiology, Nutrition, and Health (EXPHY) de la Universidad de Cádiz (UCA), en colaboración con la Universidad de Málaga, han demostrado la eficacia de una intervención educativa para prevenir el deterioro funcional en personas mayores. El estudio, publicado en la revista International Journal of Nursing Studies, se desarrolló a lo largo de un año con 199 participantes de las provincias de Cádiz y Málaga, con una edad media de 74 años.
El ensayo clínico, aleatorizado y multicéntrico, se llevó a cabo en 14 centros de salud, donde los mayores fueron divididos en dos grupos: uno recibió la intervención educativa y el otro continuó con su atención sanitaria habitual. La intervención consistió en cuatro sesiones grupales iniciales sobre fragilidad, actividad física, alimentación, y entrenamiento cognitivo y social, seguidas de seis seguimientos telefónicos durante cinco meses para reforzar los contenidos y mantener la adherencia.
Los resultados mostraron que, mientras el grupo de control experimentó un deterioro significativo en su capacidad para realizar actividades básicas e instrumentales de la vida diaria, los participantes que asistieron a la intervención educativa lograron mantener su funcionalidad. Además, se observó una mejora destacable en quienes presentaban mayor grado de dependencia al inicio del estudio y una reducción en los niveles de fragilidad frente a la estabilidad del grupo control.
La fragilidad es una condición progresiva que afecta a un número creciente de personas mayores y se asocia con vulnerabilidad a la discapacidad, hospitalizaciones e incluso mortalidad prematura. Por ello, preservar la funcionalidad es esencial para mantener la independencia y la calidad de vida en la tercera edad. Según los investigadores, programas como el desarrollado en el marco del proyecto FRAGSALUD representan una estrategia sencilla, de bajo coste y de alto impacto para la promoción de hábitos saludables en la población mayor.
El estudio subraya la importancia del papel del personal de enfermería como agente clave en la prevención y acompañamiento del envejecimiento funcional. La intervención educativa se diseñó para integrarse fácilmente en el sistema sanitario, reforzando hábitos de vida saludables como actividad física adaptada, alimentación equilibrada, entrenamiento cognitivo y bienestar social y emocional.
El proyecto FRAGSALUD constituye un ejemplo de investigación aplicada en salud pública, con un enfoque interdisciplinar que combina ciencias del deporte, nutrición y enfermería. Su metodología y resultados destacan por su aplicabilidad directa en la atención primaria y su potencial para fomentar un envejecimiento más activo, autónomo y saludable.
El equipo de la UCA señala que la implementación de programas educativos en la prevención del deterioro funcional no solo mejora la calidad de vida de los mayores, sino que también puede contribuir a reducir la carga asistencial y los costes asociados a la fragilidad en el sistema sanitario. Este hallazgo abre la puerta a nuevas iniciativas de promoción de la salud dirigidas a adultos mayores frágiles o pre-frágiles, consolidando la evidencia científica sobre la efectividad de intervenciones educativas accesibles y sostenibles.
En definitiva, los resultados del estudio refuerzan la necesidad de estrategias preventivas basadas en educación, ejercicio y nutrición, que se adapten a las necesidades reales de las personas mayores, promoviendo su autonomía y bienestar integral.
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