Ciudadanos vive momentos de incertidumbre desde el desastre electoral del pasado 10 de noviembre. La dimisión de Albert Rivera, líder mesiánico llamado a sentar las bases de cómo deberían ser los políticos del siglo XXI, según sus propios correligionarios, llevó al partido al lógico debate por la sucesión. Un debate que fue pronto acallado con el paso al frente de Inés Arrimadas hasta el punto de que la jerezana ya actúa como máxima figura del partido sin que aún el congreso del partido se haya pronunciado sobre la sucesión. Pero aunque la formación parece haber evitado la catarsis propia de una situación de descabezamiento, en Andalucía la batalla por el liderazgo del partido se recrudece y el vicepresidente de la Junta de Andalucía, el sanluqueño Juan Marín, ha comenzado a preparar el terreno para continuar al frente del partido a nivel regional.
Enfrente tendrá a Fran Hervías, diputado por Granada tras las elecciones de abril pero que no pudo revalidar su cargo en noviembre y miembro de la gestora que marca los designios de Ciudadanos con el permiso de Arrimadas. El ex diputado cuenta con el hándicap de haber formado parte del puente de mando del partido prácticamente desde su fundación, lo que incluye su expansión nacional, su vertiginoso ascenso y su estrepitoso hundimiento.
Tampoco se puede descartar la candidatura a gobernar el partido en Andalucía de la consejera de Igualdad de la Junta, la onubense Rocío Ruiz, afín a Hervías y a la que le pesa el reguero de dimisiones y ceses que se han sucedido en su cartera en apenas un año y que puso en alerta al propio Gobierno andaluz sobre la capacidad de la consejera para llevar a cabo su tarea. A esta Marín la ha condenado al ostracismo mediático desde su puesto como vicepresidente de la Junta de Andalucía limitando sus apariciones en público.
Pese a todo tampoco Marín puede presumir de muchos logros en su haber más que contar como él mismo afirma con la amistad de Arrimadas y seguir a pies juntillas la ideología del junco, tener la facultad de doblarse sin quebrarse. En la provincia de Cádiz Ciudadanos perdió casi 80.000 votos entre los comicios de abril y noviembre, unos 4.000 de ellos en su propio municipio de Sanlúcar de Barrameda, donde se dejó once puntos entre unas elecciones y otras.
Cádiz, un ejemplo a no seguir
En Cádiz, la capital de la provincia, tampoco se nota el poder del sanluqueño. Los dos concejales que obtuvieron en 2015, Juan Manuel Pérez Dorao y María Fernández-Trujillo, dejaron la formación dos meses antes de las municipales de mayo dando un portazo y sin callarse ni media, pasándose al grupo mixto. El partido tiró de sociedad civil para buscar un candidato externo con cierto nombre, dando con Domingo Villero, presidente del Colegio de Ingenieros Industriales de Cádiz, que negó una y mil veces lo que era un secreto a voces, que sería el candidato a la alcaldía por Ciudadanos.
Tras una campaña que pasará a la historia por las meteduras de pata de un profesional neófito en asuntos políticos y con el GPS fuera de servicio, como aquel tuit en el que confundió el orto con el ocaso en el enclave más característico de la ciudad, la playa de la Caleta. El colofón a una campaña de despropósitos se produjo el mismo día de los comicios en la Casa de las Artes, donde se convocó a los medios para inmortalizar el sufragio del candidato. Una vez allí la responsable de prensa del partido comunicó a los congregados que Villero tan solo haría unas declaraciones ya que el aspirante a la alcaldía no estaba censado en Cádiz si no en Chiclana.
A pesar de todo Ciudadanos pasó de dos a tres concejales, más por el tirón de la marca que por el buen hacer de los dirigentes del partido, incluyendo a Marín como líder regional. Nada bueno podía salir con tanto despropósito y, tres meses después de ser elegido, Villero dimitía como portavoz y abandonaba la formación pasándose al grupo de concejales no adscritos.
Juan Marín, el vicepresidente que no recuerda que lo es
Con estos antecedentes y tras la pérdida de más de la mitad del apoyo electoral en Andalucía habría que plantearse si Ciudadanos está preparado para afrontar una guerra por el poder interno que puede terminar por desangrar a un partido débil. Juan Marín, como el junco, ha sabido sobrevivir en política gracias a unas convicciones no muy firmes y algunos golpes de suerte. Tras dar unos primeros pasos infructuosos primero en Alianza Popular y más tarde en el Partido Andalucista llegó su oportunidad en el año 2006 en su pueblo, Sanlúcar de Barrameda.
En ese año fallece tras una larga enfermedad el alcalde popular de la localidad, Juan Rodríguez. La situación personal del munícipe hasta el fatal desenlace deja al municipio gaditano en una situación de desgobierno que en la práctica se traduce en graves problemas de limpieza urbana. Es en este contexto donde Juan Marín, que había heredado el taller de joyería y relojería de su padre, se alza como portavoz de los comerciantes de la localidad y crea el partido Ciudadanos Independientes de Sanlúcar (CIS), que en mayo de 2007 obtiene tres concejales convirtiéndose en llave de gobierno y facilitando la alcaldía a Irene García, candidata socialista.
Cuando Ciudadanos emprende su expansión nacional Albert Rivera viaja a Cádiz para reunirse con partidos independientes que pudieran unirse al proyecto. Además del partido encabezado por Marín acuden a la llamada otras formaciones como Roteños Unidos o Independientes Portuenses, que más tarde se llamó Ciudadanos Portuenses.
En su primera concurrencia como candidato a presidir la Junta de Andalucía no duda en investir a Susana Díaz como presidenta autonómica, prolongando así el mandato socialista en Andalucía, que alcanzaba ya más de treinta años. Durante este periodo Marín se sintió cómodo -llevaba sosteniendo el gobierno socialista en Sanlúcar desde 2007- y sus declaraciones sobre la presidenta siempre fueron elogiosas. Sin embargo, cuando ve venir el adelanto electoral que el PSOE viene preparando decide dar un giro, romper el acuerdo con los socialistas y lanzarle guiños al Partido Popular, imitando la estrategia que el líder nacional del partido, Albert Rivera, sigue en Madrid.
En diciembre de 2018 el PSOE gana las elecciones pero el inesperado ascenso de VOX otorga mayoría al trío de derechas, lo que abre la puerta a Marín para ocupar vicepresidencia de la Junta de Andalucía, aunque a veces se le olvide, además de aglutinar una lista de carteras de lo más variopintas es inconexas.