La justicia ha cerrado, al menos de momento, uno de los principales frentes de ataque con el que el Partido Popular pretendía socavar la imagen del Equipo do Gobierno liderado por José María González. El pasado miércoles se archivó la denuncia de Mercedes Colombo contra los actuales concejales de Ganar Cádiz, Martín Vila y Eva Tubío, a los que acusaba de una retahíla de delitos a cuenta de sus manifestaciones y testimonios sobre el caso Matadero, por el que la concejala popular estuvo investigada y del que finalmente salió indemne.
Un día más tarde se conocía la desestimación del recurso presentado por la Subdelegación del Gobierno contra el proceso de municipalización de los servicios de playas. Poco han tardado los populares en desentenderse de este último envite judicial y achacar la responsabilidad del mismo en la Abogacía del Estado, aprovechando para cargar de nuevo contra la municipalización, ahora sí, por la vía política.
Estos reveses se unen al que se produjo en el pasado mes de julio, cuando fueron absueltos el alcalde, su jefe de gabinete y el ex concejal de Medio Ambiente de un delito de calumnias e injurias por las declaraciones vertidas en una asamblea con vecinos por el asunto de la contaminación del agua en Loreto.
El Partido Popular queda, por tanto, huérfano de estrategia para recuperar el poder en San Juan de Dios. El candidato de los populares, Juancho Ortiz, lo va a tener complicado para sobrevivir más allá del mes de mayo. A Ortiz, que este año ha cumplido quince años como concejal, pretenden imbuirle un espíritu renovador y carismático, cuando carece de lo uno y de lo otro.
El candidato popular nunca ha dado muestra en su trayectoria política de ser un líder y como concejal de vivienda fue testigo de los duros enfrentamientos entre Junta y Ayuntamiento a cuenta de la rehabilitación del Casco Histórico y las barriadas de extramuros. Y decimos bien lo de testigo porque pese a ostentar la concejalía de vivienda nunca fue protagonista en este conflicto. Mientras Teófila Martínez era la encargada de mantener encendida la llama de la disputa, Ortiz se afanaba en apagar el fuego en los despachos tratando de mantener la cordialidad con los mandos intermedios de la administración autonómica. Un perfil de más acorde con un gestor que con un político en una concejalía sobre la que, según el propio Equipo de Gobierno del PP, el Ayuntamiento apenas tenía competencias.
Tampoco ayuda al candidato la estrategia de precampaña que los populares están desplegando en estos meses.
Primero la elección del nombre, Juancho, queda artificial e impostado. Si bien es cierto que así es y era conocido entre sus más allegados, en su faceta pública lleva quince años apareciendo en todas partes como Juan José. Llamarlo ahora por el apodo familiar no hace si no chirriar y generar desconfianza. Al contrario de lo que ocurre con sus rivales políticos, ‘Kichi’ y Fran González, estos siempre han sido conocidos por estos apelativos y no han necesitado de ninguna metamorfosis. El proceso transformador del candidato sería algo así como quitarle la corbata a José Blas Fernández y vestirlo de ‘sport’. Se puede, pero queda raro.
En segundo lugar sus apariciones públicas muestran debilidad en el discurso. El candidato popular viene necesitando en sus últimas comparecencias de un decorado que apoye sus argumentos. Ya sea una valla rota, la Escuela de Hostelería con su nefasta gestión o el solar que debía acoger el albergue de la Junta; Ortiz se ha empeñado en ejercer de guía turístico y llevar de excursión a los compañeros de los medios en la Ruta de los Fracasos Ajenos.
Poco más de siete meses le quedan para una tarea imposible, mantener al Partido Popular como la fuerza más votada o al menos dejar a su partido en una posición que le permita negociar un pacto que descabalgue a la izquierda del poder.