El menor peso demográfico de la capital gaditana en el conjunto de la Bahía y una estrategia de repliegue de la propia Inditex han podido crear una tormenta perfecta con epicentro en Columela
Zara cierra sus dos tiendas de la calle Columela y parace que no hay marcha atrás. El gaditano, como siempre, busca un culpable al que achacarle el muerto -en este caso dos muertos- y como siempre también lo busca dentro, no más lejos de Cortadura. Desde la supuesta avaricia de unos caseros, que de tanto apretar el pescuezo de su gallina de los huevos de oro han acabado matándola, hasta una venganza personal Amancio Ortega por las críticas del entorno del alcalde a las donaciones en materia de salud del empresario. O la más peregrina de todas, leída hace pocas horas de un experto en la ignorancia que culpa al alcalde, como no, de no haberle propuesto al gigante de la moda una rebajita en el IBI. Lo que faltaba por oir.
Lo cierto es que poco sabemos de los motivos reales que han provocado los cierres de los dos comercios. Tan solo lo que desde la firma transmitieron a los trabajadores y estos a la prensa. Que el propietario de al menos uno de los locales pretendía una subida abusiva del alquiler y que esto llevó a la firma a decidir el cierre. Luego se supo que la propiedad del local pretende destinar el inmueble a apartamentos turísticos. Pero en realidad no sabemos si esta versión es la verdadera o si ha sido la propia Inditex la que se ha negado a seguir y, por tanto, la propiedad ha pensado en cambiar el destino del edificio. Y no lo sabemos porque ni uno ni otro han abirto la boca, ni lo van a hacer. Porque en realidad, mal que nos pese, les importa poco lo que pensemos nosotros.
Detrás de estos cierres hay más sombras que luces, pero si miramos más allá del istmo gaditano podríamos entender algunas claves de esta operación.
Amancio Ortega no manda tanto como se cree
A algunos les puede sorprender pero Amancio Ortega no está detrás del cierre de las tiendas de Cádiz ni de ninguna de las decisiones operativas de Inditex. El fundador de la compañía sigue siendo accionista mayoritario con casi el 60% de las acciones y continúa como vocal en el consejo de administración. Pero dejó la presidencia en 2011 en manos de Pablo Isla, al que había fichado en 2005 cuando era presidente de Altadis.
Amancio Ortega no dejó la presidencia de la compañía que fundó por gusto, ni porque quisiera disponer de tiempo para disfrutar su inmensa fortuna, o porque estuviera mayor. Lo hizo porque Inditex había crecido tanto que necesitaba un capitán con una formación que él no tenía, ni tiene. Que uno sea bueno pilotando un carguero no quiere decir que también lo sea con un superpetrolero.
Buena parte de los problemas que tuvo Carbures en 2014 provienen precisamente de una situación parecida. La spinoff de la UCA estaba gestionada por la mismas personas y de la misma manera cuando era una pequeña empresa que siendo la superestrella del MAB. Y eso acabó pasando factura.
Cuando alguien tiene éxito en su trabajo no es fácil ser consciente de sus limitaciones y echarse a un lado para dejar el timón a alguien más preparado. En este caso Amacio Ortega supo hacerlo.
Inditex tiene ahora menos tiendas que hace una década
¿Hacía falta todo ese rollo sobre quién manda en Inditex? Sí, era necesario para lo que viene ahora. La forma de llevar la empresa entre Amancio Ortega y Pablo Isla es completamente distinta.
Amancio Ortega llevó a la compañía desde que era un pequeño comercio en A Coruña hasta ser un gigante de la moda. Pero a pesar de su éxito siempre fue una persona conservadora en los negocios y tenía un plan B. Este plan no era otro que ser propietario de muchos de los locales que ocupaba. De esta manera si había que echar el cierre siempre quedaría el patrimonio inmobiliario. El mundo de la moda es muy cambiante y nunca se es demasiado grande para caer. Acuérdense de Blanco, Caramelo, Tintoretto, Marypaz… Algunas desaparecidas, otras absorbidas por competidores o adquiridas por fondos de inversión.
La acumulación inmobiliaria puede parecer una buena idea pero supone desviar una gran cantidad de recursos del negocio principal de la compañía, lo que a la larga supone un lastre para crecer.
Pablo Isla, desde que se puso al frente de Inditex, cambió esa estrategia y se deshizo de parte de ese inmovilizado para destinarlo al negocio de la firma. En 2017 puso a la venta 16 locales al precio de 400 millones de euros quedándose en ellos como inquilino. Locales que acabó vendiendo un año más tarde a un fondo de inversión alemán.
Otra de las apuestas de Isla desde que asumió el mando en Inditex ha sido potenciar el comercio electrónico a costa de las tiendas físicas. Esto no quiere decir que la compañía vaya a dejar de tener presencia en las calles pero para competir con Asos, Zalando o el propio Amazon es necesario reducir estructura (en cuanto a locales y a empleados). Inditex contaba en 2012 con 1.930 locales en España entre todas sus marcas. En marzo de 2019 ya eran solo 1.635. Casi 300 locales menos en siete años. En el último año, entre marzo de 2019 y marzo de 2020 el saldo entre locales abiertos y cerrados es negativo, por lo que la empresa cuenta con 55 locales menos que hace un año.
¿Cádiz o Bahía Sur?
El retroceso en cuanto al número de tiendas ha tocado ahora a la Bahía de Cádiz. La pregunta que toca hacerse es por qué Inditex ha apostado por el cierre de sus locales en Cádiz y la permanencia del de Bahía Sur, máxime cuando otro gigante del comercio como El Corte Inglés tomó la decisión contraria hace escasos meses.
La apertura del local de Zara en la esquina de Columela con Feduchy a principios de los 90 supuso un punto de inflexión en lo que hoy es el centro histórico comercial. Sin duda fue Zara la que convirtió a la calle Columela en la joya de la corona del comercio en la ciudad y fue el germen de lo que hoy es el Centro Comercial Abierto. Antes del aterrizaje de Inditex en la ciudad la calle Ancha era la reina.
Pero han pasado muchas cosas en los últimos treinta años. No tenemos datos ciertos sobre las variables que han influido en la toma de esta decisión pero hay algunos datos que nos pueden llevar a entenderla.
Todos los municipios de la Bahía cuentan con acceso directo por autovía al centro comercial de Bahía Sur. Los habitantes de San Fernando y Chiclana, en cambio, tienen que atravesar todo el municipio gaditano para acceder al centro histórico de la capital.
Las posibilidades de aparcamiento, además, son radicalmente diferentes entre el casco antiguo gaditano y comercial isleño.
Pero lo que de verdad ha cambiado es la demografía de la comarca.
La ciudad de Cádiz ha perdido en los últimos treinta años casi los mismos habitantes que los que ha ganado el municipio de Chiclana, que es precisamente el municipio con mejor acceso a Bahía Sur, con la salvedad por supuesto de los habitantes propios de San Fernando.
En cuanto a la afluencia de público no existen datos comparables entre el centro de Cádiz y Bahía Sur. Los que podemos conocer son los que aporta el propio centro comercial y la asociación Cádiz Centro Comercial. En el caso de Bahía Sur la afluencia de visitantes es de siete millones anuales. En cuanto al centro de Cádiz podemos saber que en la última campaña de Navidad recibió la visita de casi un millón de personas.
Con estos datos es difícil saber cual de los dos enclaves cuenta con mayor afluencia de público.
Un problema local y una estrategia global
Como conclusión podemos afirmar que en el cierre de los dos locales de Zara de la calle Columela han influido dos factores: uno local y otro global.
Por un lado la propia estrategia de la compañía que en la última década ha apostado por tener menos presencia en la calle y, por otro, los cambios demográficos que se vienen sucediendo en la Bahía de Cádiz en las últimas décadas.
El futuro está por escribir y no sabemos lo que supondrá la marcha de la compañía gallega del centro de la capital pero este asunto debería abordarse con serenidad, preocupación y rigor.