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La utopía de los afectos

Por Rosa Freyre Ago 23, 2016 #opinión #Rosa Freyre

Rosa FreyreDesde que fuimos niños hemos vivido escuchando una frase, en relación con la amistad y los amigos y es que éstos se pueden contar con los dedos de una mano, algo que nunca nadie puso en entredicho. Pero, llegó «Facebook» y comenzó para cada uno de los que participamos de esta red social la posibilidad de hacer «amigos» a la distancia, sin el más mínimo contacto físico y sin saber si ese «amigo» es tal como se presenta o tiene una identidad, que se denomina «perfil», falso.

De las diferentes redes sociales, «Twitter» es quizás la que nos hace conocedores de determinados contenidos, sin necesidad de hacer «amistad», puedes ser seguidor de quien introduce una noticia o no, y un enlace te lleva a la lectura de aquéllo que se difunde como circunstancia de interés mas o menos general.

En «Instagram» se ofrece el día a día, el minuto a minuto, de todos los que vayan donde vayan y hagan lo que hagan siempre nos muestran una imagen captada del momento en cuestión; bueno, una o varias. Quizás, sea la preferida por los jóvenes que les permite subir estados de sus más que variadas ocupaciones, sus looks, sus diversiones, y en qué suelen emplear su tiempo. De esta forma, pueden ofrecer al mundo la visión de cualquiera de sus días, y siempre tendrán espectadores ávidos de cotillear sobre la persona en cuestión.

Mas, es en «Facebook», sitio social de internet formado por dos palabras inglesas, «face» (cara) del latín facies, y «book», del germánico boka (letra), cuya existencia la debemos a Mark Zuckerberg, entre otros, donde nos podemos encontrar las más diversas opiniones, actitudes, y de entre las distintas opciones de personas que nos solicitan «amistad», hacer una calificación de «amigo», «conocido» e incluso «agregarlo a otra lista»…., y llegado el caso, «eliminarlo», en un plis plas, si te resulta molesto o inconveniente.

Son muchas las personas que se sienten mas que orgullosas de tener gran cantidad de amigos en facebook, pues para ello existe el correspondiente marcador que contabiliza el número de éstos (eso sí, no su calidad como tales). En consecuencia, esta red social no es más que un simulador de hasta qué medida una persona puede conseguir captar y mantener bajo su observación y comentarios a otra, bien partiendo de la base de intereses comunes o bien por mera diversión.

Cualquier usuario de facebook puede hablar libremente de un tema determinado y espera, mayormente -pues hay sus excepciones- que le den la razón a la cuestión que plantea , o bien que otros pulsen un sencillo «Me gusta» e incluso los «mas amigos» hagan un comentario favorable. El problema comienza cuando  a alguien le da por disentir y mostrar una opinión contraria, y es entonces cuando o bien recibe una respuesta un tanto subida de tono, o se sale por la tangente, incluso ignorándole. Y si la temática planteada es de naturaleza política, social, económica o religiosa, no digamos, pues terceros -amigos de tu amigo- pueden entrar a dar su opinión y, generalmente, nos encontramos con casos de discusiones bizantinas,  poniendo de manifiesto  que la «amistad» del facebook es mera y vulgar utopía.

Frecuentes son también quienes suelen subir fotos de su vida diaria, de lo que les gusta, a lo que se dedican, o sencillamente, sus más que diferentes cambios de «perfil», es decir, de imagen. Y es curioso observar el hecho bien cierto que hay personas que solo se identifican con su propio nombre e imagen y que no quepa la menor duda sobre su persona y físico, -para ello se tienen en alta estima-, personas que nada tienen ni quieren ocultar sobre su imagen personal, algo loable, y otras que se escudan en rostros, símbolos o aficiones, igualmente aceptable, pues cada cual es libre de ofrecer al mundo una imagen que sencilla y llanamente, les guste, sin perjuicio de la suya propia.

La amistad para todos aquellos que la consideramos sentimiento profundo, que une y nos lleva a la confidencia, al contar con la seguridad de que siempre tendremos en un amigo, una persona que nos acompañe durante nuestros días buenos y malos, está perdiendo, en gran medida, su verdadero significado. No hay red social, ni contacto virtual que supla la compañía de un verdadero amigo, muchos conservados desde pequeños, otros que hemos ido incorporando a lo largo de nuestras vidas, pero para muchos de nosotros es fundamental el hecho tan sencillo, pero tan sublime de estrechar la mano, abrazar, y sentir el «cuerpo a cuerpo» de la emoción del encuentro.

Si nos adentramos en el origen etimológico de la palabra amistad no ha podido ser determinado con exactitud, pues hay quienes afirman que proviene del latín amicus (amigo), que a su vez derivó en amore (amar). No obstante, otros estudios afirman que amigo es un vocablo griego compuesto por a (sin) y ego (yo), por lo que amigo significaría «sin mi yo». La amistad tiene en común confianza, consuelo, respeto y compañía.

Precisamente, esa amistad es la que yo defiendo. La otra, la del «Facebook» es banal utopía, en unos tiempos en los que todo es tan superficial, que con un simple botón, al «amigo», se le «elimina».

 

 

 

 

 

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