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“Le pido a la Virgen por la paz en este mundo en guerra y que pronto recuperemos la convivencia”

Por Redacción Oct 7, 2022

La ciudad de Cádiz renovó el voto con su Patrona y Alcaldesa Perpetua, la Virgen del Rosario. La Iglesia de Santo Domingo de la capital gaditana acogió, la mañana del 7 de octubre, la Solemne Función del Voto, en una ceremonia que estuvo presidida por el obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy.

El deán de la Catedral de Cádiz, Ricardo Jiménez, fue el encargado de renovar, un año más, el voto a la Patrona. El padre Ricardo comenzó su discurso afirmando que “un pueblo sin alma, un pueblo que vive de espalda a Dios, es un pueblo que cree que todo depende de su esfuerzo y que ante la contrariedad sólo sabe buscar culpables e intentar evadirse. Cádiz es una ciudad creyente, forjada por la fe en un Dios bueno a lo largo de su historia y por eso no se avergüenza de sentir la necesidad de acudir a su Patrona y reconocer en tu Divino Hijo a su Salvador”.

A continuación, el deán de la Catedral presentó ante la Virgen las preocupaciones y necesidades de nuestra sociedad. En primer lugar, pidió por los niños y jóvenes. “Para que crezcan sanos y seguros necesitan hogares donde se sientan amados, escuchados, reconocidos y valorados. Los horarios que imposibilitan la conciliación familiar, los ataques que acosan a la familia, la influencia no siempre positiva de las redes sociales, la claudicación de muchos padres de su misión de ser educadores ejemplares… hacen que queden abandonados. Que nuestra juventud no sea descartada; más bien que sea tan valorada que les ayudemos a que den lo mejor de sí mismos.

Continuó el Padre Ricardo con los descartados de la sociedad. “Santa Madre no dejes que nos acostumbremos a que en nuestra sociedad haya descartados, que siempre hallen un lugar entre nosotros. Nuestros ancianos, los enfermos, los niños no nacidos en riesgo de ser abortados, las personas que viven en riesgo de exclusión social, aquellos que no encuentran trabajo, las personas que viven aplastadas y abrumadas por el peso de preocupaciones y tristezas… En una sociedad sin alma no hay lugar para ellas. La mentira de la falsa caridad que propugna su eliminación pronto cala en un mundo que huye del sufrimiento. Te pido Madre del Rosario que no permitas que nos volvamos insensibles ante el dolor que nos rodea y que mostremos el mejor rostro de la naturaleza humana, aquel que refleja a tu Hijo Jesucristo”.

Asimismo, presentó “las terribles lacras que asolan la ciudad de Cádiz”: el desempleo, la falta de vivienda, la droga, los inmigrantes no integrados, la sensación de los jóvenes de no tener un futuro en esta tierra… “Que la sociedad del descarte no lleve a que este municipio sea descartado y lo que no consiguieron piratas, invasores, cataclismos y epidemias lo logre una economía sin alma donde sólo se busque el beneficio inmediato”. En este sentido, pidió responsabilidad a los dirigentes políticos. “Que nuestros dirigentes estén a la altura de lo que se espera de ellos y sean capaces de construir una ciudad donde todos tus hijos tengan un lugar y una esperanza por la que luchar”.

Por último, Jiménez Merlo pidió por nuestra Iglesia. “Vivimos tiempos en los que la voz de la Iglesia es necesaria que sea escuchada para que no olvidemos los caminos que nos llevan a Dios. Ayúdanos a los cristianos a ser buen olor de Cristo, a que seamos vigorosos a la hora de anunciar la fe y que vivamos con todos la caridad. Que todos los que nos enorgullecemos de llamarnos cristianos veamos cómo nuestra fe y nuestro impulso evangelizador se renuevan cada día”.

Por su parte, el obispo de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, aseguró que la protección de la Virgen en el pasado sobre la ciudad “constata que esta ciudad es una demostración histórica de cómo actúa Dios en el mundo, cómo lo transforma, actuando en los acontecimientos y en las personas, cuando imploramos su ayuda con fe y abrimos con sinceridad nuestro corazón a la gracia. Sabemos muy bien que la fe puede actuar en la vida del hombre, en la ciudad, en el mundo… y que escuchando Dios nuestras súplicas puede cambiar nuestros corazones, y hasta el curso de la historia”.

Al mismo tiempo, Mons. Zornoza afirmó que “la gente que afronta la vida con sacrificio cada día, en especial cuantos sufren o están en dificultad, encuentra en María la fuerza para perseverar en el bien y hacer la voluntad de Dios con todas sus consecuencias. Y aquí, a los pies de la Virgen María, las familias, los ancianos, jóvenes y niños encuentran y refuerzan la alegría del amor, y experimentan que el amor a Dios y al prójimo son inseparables. En la súplica y en el ofrecimiento de nuestras personas a Dios vemos que la fuerza de la caridad es irresistible. El amor es lo que verdaderamente hace avanzar al mundo”.  

El prelado le pidió a la Virgen del Rosario la paz para este mundo en guerra. “Jesús es el príncipe de la paz, Él es nuestra paz. Vino a quitar la división de los hombres. Dejemos que entre la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas, en nuestros países. Que con la paz recuperemos la convivencia, un tiempo próspero, el amor por la verdad y el bien común, poniendo siempre a la persona humana y su dignidad como columna que sostiene ese entramado de la paz”.

Para finalizar, el obispo diocesano tuvo un recuerdo por los fallecidos en los últimos meses, en especial, por el obispo emérito, Mons. Antonio Ceballos; los sacerdotes, José Carlos Muñoz y José Manuel Daza; así como por el director del secretariado diocesano de Hermandades y Cofradías, Alfonso Caravaca.

A continuación, tuvo lugar la ofrenda de nardos de la ciudad a la Patrona. Esta tarde, a las 18.30 horas, se celebrará la procesión de alabanza, que recupera la normalidad, después de que el año pasado tuviera que salir en parihuela, debido a la pandemia de la Covid19. Así, el recorrido partirá de Santo Domingo, siguiendo por Compás de Santo Domingo, Plocia, San Juan de Dios, Cuatro de Diciembre de 1977, Sánchez Barcáiztegui, Manzanares, Cobos, Catedral, Pelota, San Juan de Dios, Sopranis y Compás de Santo Domingo.

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