La provincia de moda conserva lugares que sólo los locales conocen
Este año elegimos el turismo nacional. Y desconectar en alguna de las playas de la provincia de Cádiz, recorrer los pueblos blancos o saborear el pescaíto frito y demás manjares de esta tierra están cada vez más de moda.
Hay muchas cosas positivas que se pueden contar sobre esta provincia, basta con echar un vistazo a Cádiz Buenas Noticias pero llegada esta época, de las cosas que más se valoran son esas playas paraíso y con poca afluencia.
Litoral amplio y luminoso
Si se busca un destino no masificado encontramos algunos tesoros en Cádiz. Un ejemplo es la Playa de Bolonia con sus casi 4 kilómetros de longitud, en el Parque Natural de Estrecho, limitada por Punta Camarinal y Punta Paloma.
Aunque tiene cada vez más seguidores se ha conseguido mantener prácticamente virgen, de las pocas que quedan en España sin viviendas, hoteles ni apenas oferta de restauración. Por si la playa por sí misma fuera poco, la naturaleza ha querido que se forme su famosa duna natural de arena de más de 30 metros de altura (declarada Monumento Natural), que destaquen sus conocidas piscinas naturales, que la raza retinta campe a sus anchas por la playa y que la historia haya dejado en este lugar en magnífico estado las ruinas de la antigua ciudad romana de Baelo Claudia en primera línea de playa.
Punta Paloma es uno de los grandes secretos. A esta espectacular cala llena de vegetación hay que llegar tras descender por un sendero de 300 metros. Es un auténtico espectáculo natural con aguas transparentes al que hay que acudir con suficiente avituallamiento puesto que no hay ningún tipo de servicio abajo en la playa.
Destino de moda
Otro paraíso escondido de desconexión lo conforman las calas de Conil: las calas de Roche o calas de Poniente, que al estar más aisladas mantienen su esencia. Algunas son de dificultoso acceso, con escaleras clavadas a la roca con barandillas, y esto es clave para que se conserve su encanto. La Cala El Frailecillo, bajo unos impresionantes acantilados de color rojizo tiene arena fina y aguas limpias y de poca profundidad. Un placer para los amantes de la playa. Algunas de las calas de esta zona son tan poco frecuentadas que en los meses de menor afluencia son un buen destino nudista.
En la conocida Caños de Meca queda algún rincón al que acceden mayoritariamente los lugareños. Un ejemplo es la Pequeña Lulú, una cala con mucho encanto y altamente fotogénica en la que en algún día entre semana se puede tener la suerte de disfrutar de una cierta soledad. En el mismo municipio destaca la Playa de Zahora, con el Faro de Trafalgar como telón de fondo.
Y qué decir de la Playa de Atlanterra, en el término de Zahara de los Atunes. Caminando por la orilla en dirección este se puede encontrar un búnker en el Cabo de Plata. Pocos imaginarían que en esta extensa y tranquila playa hay una construcción militar que tiene su sentido en la Segunda Guerra Mundial. En su día albergó incluso un cañón de artillería y ametralladoras. La situación estratégica de Cádiz le hacía ser muy deseada por las potencias aliadas.
Y si lo que queremos es estar realmente solos, entonces hay que elegir El Castillo (San Fernando) a la que sólo se puede llegar andando desde la colindante Playa de Camposoto. Algo similar ocurre con la playa que forma parte del Parque Natural de los Toruños, en El Puerto de Santa María, a la que hay que llegar tras una caminata por el parque.
Difícil abarcar todos los tesoros de la provincia en una sola visita, así que sólo queda hacer bien la selección.