En mi anterior artículo señalaba tres pilares sobre los que es necesario sostener el cambio en el Partido Socialista, el cambio imprescindible y que sólo puede venir de la candidatura de Pedro Sánchez. El primero de ellos es una variación radical del modelo organizativo, no en un sentido excesivamente asambleario como le gusta señalar a la mesnada de la candidata sevillana, sino una nueva manera de funcionamiento de la organización.
La estructura territorial de agrupaciones está más que desfasada sobrepasada. Las TIC y la sociedad global le han pasado por lo alto esencialmente en dos aspectos. El primero se trata de la incapacidad de las agrupaciones para conectar con la realidad social, una realidad que cada día más es transterritorial o mejor dicho de unos territorios en los que lo local no se entiende sin la mundialización y en el que las personas se relacionan y mantienen contactos e intercambio con el exterior, vía digital,tanto o más que en el plano físico, en el cara a cara real. La agrupación local era una estructura aceptable antes de la irrupción de las tecnologías de la comunicación de que disponemos en la actualidad, pero se han quedado obsoletas, anticuadas en el contexto actual, claramente insuficientes para dinamizar, proponer espacios de participación, reflexión y decisión como los que demanda la ciudadanía actual.
Todo lo anterior es válido para esa minoría activa que se llama militancia, lo que nos lleva al segundo aspecto la participación activa del militante. El militante actual no quiere ser un espectador simple de los cargos orgánicos y de los líderes, su aspiración es la de ser actor, agente activo de la vida interna y su proyección exterior mediante la acción de los cargos públicos e institucionales. La asamblea local en la que el militante dispone, en el mejor de los casos, de tres minutos para expresar su opinión y basta ha quedado caduca y es claramente insatisfactoria.
La agrupación meramente territorial ha derivado en muchos territorios pequeños y no tanto en estructura casi caciquiles al albur de los deseos y caprichos de dirigentes locales que sólo se ocupan de sus cuotas de poder y de privilegio, un hecho que ya pocos militantes están en condiciones de tolerar. La izquierda, y el PSOE aspira a ocupar hegemónicamente ese espacio, debe actualizar su organización a una sociedad que poco o nada tiene que ver con la que alumbró la estructura de agrupaciones locales del siglo pasado. De las tres candidaturas que se presentan a primarias la de Susana Díaz no deja de entrever nada de este necesario cambio en su soniquete hueco de apelaciones al cien por cien de lo que sea que entienden por socialismo. Patxi López anda perdido en su buenismo orgánico de todos somos compañeros que apela más a la voluntad que a la organización del debate y la acción política. Sólo en el programa de Pedro Sánchez se realizan apelaciones en el sentido que hemos descrito cuando habla de «la participación y el empoderamiento de la militancia, la transparencia, la eficacia, la apertura a la sociedad española…» o que hay que «hacer llegar la política a la ciudadanía. Lo que implica rendir cuentas, como corresponde a una organización que cree en la democracia y la pone en práctica, y generar lazos abiertos y enriquecedores con la sociedad». Y así varias apuestas por un modelo de partido más abierto y con una militancia más allá de los esquemas vigentes hasta ayer mismo. Seguiremos en los próximos días con la necesidad de nuevos liderazgos para un partido más de nuestros confusos tiempos.