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Vie. Nov 22nd, 2024

Carlos FabianoMe resisto a llamarlo por su apodo, para mi es el alcalde aunque no le haya votado y mi buena educación, a la antigua usanza anterior a Pisa, me arrastran a tratarlo como Don José María González. Pero mis editores son muy de esas cosas de la comunicación, los públicos objetivos, la adecuación del código al mensaje y al destinatario, ya saben farfolla  para que parezca que saben más de lo que realmente saben. Y bueno pues, vayamos a la cuestión de mi artículo, los pecados capitales, porque en ellos encontramos retratados los diferentes adversarios, enemigos, rivales o como quieran llamar a cuanta gente no está muy cómoda con este alcalde y sus acólitos.

No se descubren las Indias si se considera que el primero en nombrar sería la envidia, y es que hay mucha tirria en esta tierra nuestra a cualquiera que ocupa un lugar relevante, que eso de ocupar la alcaldía tiñe a mucha gente de mala animosidad contra el que lo consigue. El ocupar el sillón de Fermín Salvochea, que en Cádiz se ha mitificado mucho a este revolucionario fracasado, despierta resentimientos en muchos otros que se ven con méritos sobrados para tal causa. No digamos nombres, seguro que se les vienen varios a la cabeza.

Hay otro grupo de enemigos a los que podríamos denominar como los cruzados de la causa, los legitimistas del Cádiz de toda la vida de dios. Gente a la que cualquier cambio de lo que según ellos fue esta ciudad, siempre gracias a sus pretendidamente ilustres antepasados, les produce asombro. Item más, se pasan el tiempo devorando el pasado glorioso de la ciudad, emporio comercial, puerta de América, cuna de libertades, etcétera y etcétera, tienen tanta hambre de pasado glorioso que sólo se alimentan de él, desarrollan una gula malsana que les impide ver el presente. Por sus pseudo-erudiciones los conoceréis. Y son multitud.

Esta gula malsana está muy asociada al ansia de poder de otros, aquí si podemos nombrar claramente al Partido Popular, a quienes el empujón que los alejó del poder, de la vara de mando de Teófila, les ha despertado un sentimiento de avaricia de poder. Tengan en cuenta que para ellos las prebendas del mando son suyas por naturaleza, por imperativo divino si es preciso. Verse alejados de sus sillones ha despertado la codicia en ellos, tanto tiempo lo disfrutaron, administraron, repartieron a su antojo y voluntad, que se han vuelto cicateros y ruines de poder. ¡Es nuestro!, claman, ¿cómo es posible que nos lo haya arrebatado un mero compartiste y una tribu harapienta de perroflautas?

Y también podemos hablar de aquellos que caen en el pecado capital de la pereza. ¿Cómo? muy fácil basta con no hacer lo que se tiene que hacer, no trabajar en lo que se tiene que trabajar, no aportar lo que se puede aportar, no negociar lo que se debe de negociar, ¿ya ven por dónde voy? Pues por el PSOE local de Cádiz, su pereza política les hace comportarse de manera escasamente constructiva para la ciudad, les entran desgana y desidia de ponerse a trabajar para negociar un gobierno de izquierdas integrador para Cádiz. En el pecado llevan la penitencia que se dice y ustedes me entienden.

Si la envidia es mala, la soberbia es pésima, o detestable si prefieren. Y en nuestro caso la soberbia se concreta en todos aquellos que se consideran muy por encima de este muchacho para llevar a esta ciudad a la cumbre de la prosperidad y la fama. Un ejemplo, conocen ustedes todos, muchos seguro, al que podríamos llamar el bloguero mentirola. Y digo mentirola en sus acepción más gaditana, se suelta un embuste como si tal cosas y a ver si cuela por una gran verdad o mejor aun como una prueba del descrédito de quien sea preciso. Pues en la página, o como se llame eso, de nuestro bloguero se concentra el mayor número de soberbios intelectuales de la ciudad, alrededores incluidos. Da gusto verlos opinar sobre los divino y lo humano, lo terrenal y lo celestial, lo de aquí y lo de allá, con tanto convencimiento, tanta inmodestia y altanería que uno los propondría no para el gobierno de la ciudad, ¡qué va! más bien para el consejo de ministros. ¡Cuánta vanagloria sin fundamento!

Pero un peligroso pecado lo tiene el Kichi, Don José María González; entre los suyos. La lujuria, de los pecados capitales el que nuestra mentalidad judeocristiana más abomina, por razones hipócritas sin duda. Pero no teman que en nuestro caso los de Podemos no consideran que pequen por la mitad inferior del cuerpo, y hacen bien, más bien su lujuria es dejarse arrastrar por la voluptuosidad, la concupiscencia que emana del mando, lo que los cursis llaman la erótica del poder. Porque como son chicos y chicas nuevos no estaban preparados para ello, dicen cuando se les pilla en alguna pequeña o leve acción de nepotismo, que hacer las hacen. Una lujuria del poder aun leve pero que puede crecer y volverse peligrosa para el alcalde y quienes le sostienen. Recemos, laicamente, porque reaccionen y no den alas a sus enemigos. Una lujuria más de torpes que de malintencionados.

El último de los pecados capitales es la ira, la furia, el deseo violento contra otros. Gracias a dios y al devenir de la Historia ya no se lleva eso de acabar físicamente con el adversario. No por falta de ganas, más bien porque los tiempos son otros y esperemos que no cambien. Porque lo crean o no hay quien siente ira de ver a un chaval normal, humilde de orígenes, rodeado de desarrapados, a la cabeza del ayuntamiento. Y esa ira se les nota, no tanto porque inyecte de sangre sus ojos como por la mala leche que trasladan a sus palabras. Y las vocean por las esquinas, y las escriben en sus libelos, no demos nombres que todos sabemos, y las susurran a los oídos. Y esa ira es peligrosa,está asentada en la lujuria de poder, la gula de cargos, la avaricia de prebendas, la envidia de los soberbios y en la pereza para sentirse y actuar como demócratas. Lo de siempre, la derecha se vista como se vista.

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