El investigador gaditano José Antonio Aparicio, profundo conocedor de la explosión de Cádiz ocurrida en 1947, de la que se conmemoran este miércoles 74 años, ha lamentado «la falta de compensación moral para las pérdidas que sufrió muchísima gente». Además, ha añadido que en la explosión «murieron 150 personas, de las cuales 148 están identificadas».
En declaraciones a Europa Press, Aparicio, autor de tres libros sobre aquel suceso, ha detallado que alrededor de la explosión «hay muchas leyendas» porque «nunca se reconoció la responsabilidad de la catástrofe, que indudablemente es de la Armada y ellos lo saben». Así, ha argumentado que la Armada «al tercer día ya sabía que eran las cargas de profundidad que estaban acumuladas en el polvorín las que habían explotado sin nada que lo provocara, que había sido una explosión espontánea».
Por ello, Aparicio ha criticado que «durante mucho tiempo se le ha atribuido al empresario Horacio Echevarrieta, el dueño del Astillero gaditano, la responsabilidad del accidente por haber estado investigando con bombas nucleares dentro del Astillero en connivencia con ingenieros de la Alemania nazi», algo que ha calificado de «absoluta barbaridad».
En este sentido, Aparicio ha explicado que «Horacio Echevarrieta intentó reconstruir el Astillero, totalmente derruido, con sus propios medios porque el seguro no se hizo cargo, y lo único que le ofreció el Estado fue un préstamo con bajo interés», algo que «aceptó pero no pudo pagar, por lo que el Astillero fue incautado por el Instituto Nacional de Industria, que le pagó 10 millones por todo».
En cuanto a la conmemoración del 75 aniversario, que se cumplirá en 2022, el investigador ha desgranado que tiene «muchas ideas» que ya han sido compartidas «con asociaciones vecinales y otros investigadores y que se podrían hacer sin un alto coste».
Sin embargo, Aparicio ha matizado que «el problema del Ayuntamiento es que, económicamente, es muy difícil de hacer algo de una cierta envergadura», al tiempo que ha reconocido que «se entiende que tiene que ser un gasto proporcional a lo que se pretende» pero ha animado a las instituciones a «ponerse en marcha ya» porque «no hay absolutamente nada aún, ni ha habido una reunión con el Ayuntamiento, ni hay una comisión creada donde estén representadas las partes de la sociedad, ni contactos con ninguna administración, ni relación con el Instituto Hidrográfico, donde estaban los polvorines».
Por último, Aparicio ha lamentado que «el daño económico» que sufrió la ciudad «no está cuantificado, pero los donativos que se reunieron a nivel nacional fueron 19 millones de pesetas para repartir entre todos aquellos que perdieron bienes, enseres o familiares, más otros 8 millones que Varela, por su cuenta, logró en Marruecos», calificando el historiador estas cantidades como «cifras de vergüenza».