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Jue. Nov 21st, 2024

EDITORIAL – Usted no sabe quién soy yo

El archivo del llamado ‘caso alumbrado’ ha llevado a José Blas Fernández a protagonizar un ejercicio de ‘matonismo’ en la rueda de prensa que ofreció en el día de ayer junto a sus compañeros de grupo Vicente Sánchez y Juan José Ortiz. Si el veterano edil perteneciese a un Ayuntamiento de alguna localidad del Texas profundo, no les quepa la menor duda que antes de sentarse ante los micrófonos hubiera puesto sobre la mesa su pistolón, para dejar constancia de quien es el que manda. Ya no hace falta que venga Pablo Iglesias a definir qué es o qué no es casta, el señor Fernández ha dejado un ejemplo inconfundible con su actitud altiva y déspota.

No dudamos en ningún momento de que José Blas está en su derecho de defender su honor si lo cree mancillado, pero para eso están los tribunales y no las ruedas de prensa. La intervención de ayer no buscaba adelantar las acciones judiciales que en breve plazo va a emprender, sino amedrentar a la prensa buscando un tratamiento favorable de la información para que vaya calando en la ciudad un sentimiento de terror que tape las bocas que haya que tapar, ahora que no cuenta con el escudo de ejercer el poder municipal. De otra manera no se entiende la amenaza, porque no tiene otro nombre, que lanzó a los periodistas presentes y que textuealmente dice: «Yo espero que (y lo digo con todo el honor que me honra de conoceros a ustedes hace muchísimo tiempo) cuando os llamen a declarar como testigos, no se echen para atrás y digan que es cosa del periodista. Las cosas que pongan en los medios espero que no digan que son cosas de los periodistas».

Fernández ha demostrado en esta comparecencia ante los medios que, a pesar de pertenecer como representante público a una institución democrática desde 1983, además de su paso durante muchos años por el Congreso y el Senado, los valores que definen al estado de derecho como la democracia o la libertad de prensa no van con él. Que en 34 años que lleva dedicándose a la política es inmune a los derechos que la sociedad española nos dimos en la Constición de 1978.

Lo primero que debería hacer el señor Fernández es pedir disculpas por el contenido de su discurso, las formas y el tono que empleó y luego ya, si quiere, que emprenda las querellas que les parezca oportunas. De otra manera debería dimitir cuanto antes y dejar su puesto a alguien con otro talante, porque actitudes como esta solo ayudan a acrecentar el tufo a herederos del franquismo que el Partido Popular desprende en ocasiones.

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