Cuatro años después de la puesta en marcha de la Alta Velocidad internacional y de la colaboración entre Renfe y SNCF, los dos operadores líderes en Alta Velcocidad, el número de viajeros que utiliza las conexiones entre España y Francia no ha parado de crecer. Un total de 2,7 millones de pasajeros han usado este cómodo y económico servicio. Curiosamente casi la mitad, el 43%, no son ni franceses ni españoles sino de terceros países, lo que da una idea de su importante papel en el turismo internacional.
La Alta Velocidad España-Francia conecta hasta 21 ciudades de ambos países, incluyendo las cuatro más importantes de Francia -París, Marsella, Lyon y Toulouse-. Desde Madrid se llega a Perpiñán, Narbona, Montpellier, Aviñón y Marsella entre cuatro horas y media y algo menos de ocho; desde Barcelona se llega a estas mismas ciudades y, además, a París, Lyon y Toulouse. Se pueden hacer las reservas hasta cuatro meses antes de la fecha del viaje y los precios desde Barcelona comienzan en solo 35 euros por trayecto y desde Madrid, 59 euros. Para conocer los horarios, precios y conexiones pueden consultarse las webs de Renfe y SNCF o la de Voyages-sncf.com donde también se pueden conocer y reservar viajes en tren en 30 países.
Las ventajas del tren son evidentes para estos destinos franceses, en la mayoría de los cuales no hay conexión aérea directa: se viaja de centro a centro de las ciudades, el tren es seguro, directo y rápido, sin esperas; se disfruta y se aprovecha el tiempo de viaje; se pueden llevar hasta tres maletas… y además es un transporte ecológico. A continuación indicamos, en breve, lo mejor de estos destinos:
Visitar a Cézanne en Aix-en-Provence. Iluminada por un clima privilegiado, Aix es una ciudad en la que la elegancia sale al encuentro del visitante en sus calles y plazas animadas. Aquí la historia es un escenario en el que cada día se asocian los placeres de las compras y la nobleza del patrimonio, la tranquilidad de una terraza y sus tesoros arquitectónicos, los paseos sin rumbo por la ciudad y las maravillas barrocas. Cada fuente guarda sus propios secretos, cada mansión atesora sus propios relatos. Las bastidas se visten con parques y jardines, como hace siglos. Imprescindible visitar a su hijo predilecto, Paul Cézanne, el padre de la pintura moderna, y conocer los lugares donde vivió y creó, como su Taller con sus objetos más personales, los modelos de sus últimos bodegones, sus muebles, su material de trabajo…
“Sur le pont d’Avignon”. Capital de la Cristiandad en la Edad Media, Aviñón ha conservado de su historia un patrimonio excepcional inscripto en su mayoría en el Patrimonio Mundial de la Unesco: el Palacio de los Papas y el Puente de Avignon; la plaza del palacio con la fachada barroca de la Casa de las monedas, la fachada del «Petit Palais» y la catedral de «Doms», así como las murallas desde el jardín de «Doms» hasta el Puente. El Palacio de los Papas simboliza el esplendor de la Iglesia en el Occidente Cristiano del siglo XIV. Construido a partir de 1335 en menos de veinte años, es principalmente la obra de dos Papas constructores, Benedicto XII y su sucesor Clemente VI. El puente Saint Bénezet de Aviñón es uno de los vestigios más importantes de la historia de Aviñón y es conocido en el mundo entero gracias a su famosa canción, que se remonta al siglo XV. Fue construido a partir del siglo XII, varias veces destruido por las crecidas del Ródano y definitivamente en el siglo XVII. Clasificado en el Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Dos Patrimonios de la Humanidad en Carcasona. Con sus 2.500 años de historia, Carcasona tiene el privilegio de poseer dos monumentos inscritos en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO: la ciudad medieval, situada en la ribera derecha del Aude, que es única en Europa por su tamaño y su estado de conservación. Su historia está marcada por 2000 años de conquista y la huella del catarismo y sus cruzadas, consta con 52 torres y dos recintos concéntricos que totalizan 3 kilómetros de murallas. Además, el Canal du Midi, obra de Pierre-Paul Riquet realizada en el siglo XVII para unir el Atlántico con el Mediterráneo, que antaño se utilizaba por el transporte de mercancías y personas, está hoy frecuentado por numerosos aficionados a la navegación y turistas. Esclusas, puentes, acueductos, puentes-canales recorren los 240 km de vías navegables, demostrando una proeza técnica así como la belleza de una obra de arte. Las riberas del canal, antiguos caminos de sirga bordeados con árboles constituyen una auténtica ruta turística, ideal para el senderismo y circuitos en bici.
Marsella, fiel a su pasado, apuesta por el futuro. Desde que fuera elegida como Capital Europea de la Cultura en 2013, Marsella está conociendo una dinámica de construcción sin precedentes. Los arquitectos contemporáneos más importantes están redibujando el perfil de la ciudad. Sobre las huellas de su pasado, Marsella recompone el rostro de su futuro. Sin duda, el principal proyecto es Euroméditerranée, nacido en 1996 como la mayor operación de acondicionamiento y de desarrollo económico de Estado desde la construcción del barrio de negocios La Défense en París, cuyo objetivo es modelar todo el sector urbano que se extiende desde la Joliette hasta el barrio de la estación Saint-Charles. Esta es la Marsella del mañana, pero la ciudad, la puerta de la Provenza, es la más antigua de las ciudades francesas con 26 siglos de historia y la segunda en tamaño tras París. El patrimonio natural de Marsella es excepcional: numerosos parques, verdaderos pulmones verdes, están situados en pleno centro y se convierten en unos oasis de frescor cuando el sol pega demasiado fuerte. A unos kilómetros del Viejo Puerto, se encuentra el macizo de las Calanques, declarado Parque Natural Nacional y que permite durante todo el año practicar deportes en plena naturaleza. Una docena de museos presentan colecciones variadas, desde la Antigüedad al arte contemporáneo, y numerosas galerías exponen artistas de reconocido talento o jóvenes en ascenso.
La nueva Montpellier de los grandes arquitectos. Tierra del sur, ciudad de tesoros patrimoniales y contemporáneos, Montpellier es una encrucijada mediterránea, un destino de carácter y de excepción. De sus callejones medievales ideales para las compras, a los nuevos barrios que combinan espacios naturales y construcciones firmadas por grandes arquitectos internacionales, pasando por sus nuevos tranvías con el diseño firmado por Christian Lacroix… En los últimos años, Montpellier ha conocido un fuerte desarrollo. Barrios enteros han sido construidos de la nada, desplazando de hecho el centro de la ciudad hacia el sureste, en dirección al mar. Antigone de Ricardo Bofill, las orillas del río Lez, Port Marianne y el proyecto más emblemático: el nuevo ayuntamiento de Jean Nouvel y François Fontès, una inmensa pieza urbana formada por un edificio monumental. Unos barrios a descubrir durante un viaje en tranvía o a pie, por los amplios espacios para el paseo de los alrededores. Lo extraordinario, sí, pero no sólo. Junto a estas grandes firmas y a los ambiciosos proyectos de desarrollo sostenible, Montpellier cultiva un gusto por la sencillez y reivindica sus ganas de hacer redescubrir lo más sencillo.
Narbona: festiva, cultural… gastronómica. Un paseo por Narbona, ciudad de arte y de historia, es un verdadero viaje por el pasado. Cada calle del centro de la ciudad es testigo de una historia fuerte y rica. Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, los 2.132 años de la ciudad han dejado una herencia patrimonial magnífica que diferentes museos permiten descubrir en detalle, como su colección única de pinturas romanas. La ciudad tiene también un gusto innegable por la fiesta a través de animaciones y eventos gratuitos y de calidad para todas las edades… De semejante inventario se deduce que Narbona bien vale una visita. Es también un buen ejemplo del arte de buen vivir. El centenario mercado de abastos de Narbona ofrece a todos los gastrónomos una cuidada selección de productos regionales: aceitunas, miel, tomillo, romero, ostras, sardinas, así como también vinos con denominaciones de origen e indicaciones geográficas. Imprescindible una comida o cena grandiosa en Les Grands Buffets la mayor oferta gastronómica de Europa en un solo lugar, más de 300 platos al precio único de 32,90 euros.
Nimes, ciudad romana que busca el arte contemporáneo. Situada entre la Provenza y el Languedoc, a la vez festiva y secreta, arraigada en sus 2.000 años de historia y orientada hacia el futuro, Nimes es única. A lo largo de todos estos siglos de historia, arquitectura, arte y pasiones la ciudad ha sabido forjar un tesoro de gran riqueza que colma las expectativas de todos los visitantes, por exigentes que sean. En Nimes, el agua y la piedra mantienen una relación íntima, como la de la fuente del dios Nemauso, que encontramos en los orígenes de la ciudad, el acueducto de Nimes con el Puente del Gard, y la próspera y edificante industria del textil… Establecida en medio de la naturaleza y acunada por el sol meridional, Nimes disfruta de una calidad de vida excepcional. Terrazas, plazas, jardines, fuentes, gastronomía… el conjunto posee un encanto irresistible. Hoy la ciudad mira hacia al futuro gracias a la realización de audaces proyectos urbanísticos y arquitectónicos que han sido encargados a los más grandes creadores.
Perpignan, en las “afueras” de Barcelona. A poco más de una hora desde Barcelona, Perpignan es la primera ciudad francesa que descubrir gracias a los trenes de alta velocidad. Orgullosa de su identidad catalana y de su alma festiva, Perpignan recibe con todo su carácter auténtico y original de ciudad mediterránea del sur de Francia, en “el centro del mundo”, como decía Salvador Dalí. Entre el mar Mediterráneo y la montaña de los Pirineos, el sol brilla más de 300 días al año. Pasearse a lo largo de los muelles, entrar en un museo, descubrir o redescubrir durante una visita guiada las riquezas del patrimonio de la ciudad, sentarse en la terraza de un café, maravillarse delante de las fuentes… Descubrir Perpiñán es la garantía de disfrutar de numerosos acontecimientos culturales que durante todo el año dan ritmo, impulsan y exaltan el carácter artístico de esta ciudad mediterránea festiva y acogedora. Al deambular por su centro pintoresco te dejarás fascinar por los sabores, aromas y colores de su terruño singular y cautivador. Al contacto con sus habitantes, sus comerciantes y restauradores, Perpiñán te revelará todas sus riquezas.
Valence, puerta hacia el sur. La hermosa localidad provenzal de Valence Romans extiende a orillas del Ródano sus barrios antiguos y sus canales, y seduce por su agradable estilo de vida, con terrazas a la sombra de los plátanos y deliciosas especialidades gastronómicas. El centro de la ciudad vieja alberga destacados edificios: la catedral de Saint-Appolinaire, construida en el siglo XI y consagrada en 1095 por el papa Urbano II, y la Casa de las Cabezas (1530) de estilo gótico flamígero y que debe su nombre a la presencia de numerosas cabezas esculpidas en su fachada. El Museo de Bellas Artes de Valence, situado en el antiguo palacio episcopal (siglo XVIII) ofrece una colección variada y de gran riqueza: arqueología prehistórica y galorromana, mosaicos de los trabajos de Hércules y de Orfeo, pinturas del siglo XVIII al XX y la más importante colección de obras de Hubert Robert (1733-1808), incluyendo 100 dibujos a la sanguina. Valence cuenta con abundantes mercados y especialidades gastronómicas, como el “Suisse”, monigote hecho con masa pastaflora y perfumado con naranja confitada, y la célebre “caillette”, un pequeño paté, sabrosa mezcla de carne de cerdo y hierbas, el cordero de los Prealpes, el queso “tomme” y los melones aromáticos.