OPINIÓN – Carnaval, memoria y el eco de Aragón
Seis años sin Juan Carlos Aragón. Seis años que, como la arena fina de esta tierra, se cuelan en los rincones de Cádiz y dejan su impronta en el Carnaval, esa fiesta que es el latido más genuino de esta ciudad. Hoy, la Casa del Carnaval quiso recordarlo con una mesa redonda, un acto lleno de respeto y emoción, para honrar a uno de los grandes que hizo del disfraz y la copla algo más que un entretenimiento: una forma de vida.
No seré yo quien niegue la grandeza de Aragón. Su nombre está grabado a fuego en las tablas y en las letras profundas que marcaron una época. Fue un hombre con personalidad, un comparsista que no dejó indiferente a nadie, capaz de despertar pasiones y, a veces, controversias. Porque el Carnaval de Cádiz es así, cruce de voces, espejo de la ciudad y de sus contradicciones.
Lo que me llama la atención, y que merece reflexión, es cómo la memoria se convierte en obligación sagrada en el Carnaval. Recordar a Aragón está bien, por supuesto, pero no debería quedarse solo en mesas redondas y elogios. El verdadero homenaje sería que ese espíritu indomable y crítico siga vivo en cada copla que suena, en cada grupo que se sube al escenario sin miedo a la palabra que incomoda.
La Casa del Carnaval y el Ayuntamiento han hecho lo que toca: respaldar estas iniciativas para que la cultura popular no se pierda en el tiempo. Pero también es cierto que Cádiz necesita mirar al futuro sin olvidarse del pasado. Porque las nuevas generaciones de carnavaleros deben entender que esto no es solo fiesta ni tradición; es también una forma de decir lo que muchos callan, de enfrentarse a la realidad con ingenio y valentía.
Juan Carlos Aragón dejó un legado de compromiso y talento que no debe convertirse en una reliquia polvorienta. Hay que prender la llama, seguir cantando y, sobre todo, mantener ese pulso crítico que el Carnaval siempre ha tenido. Si no, todo será un recuerdo amable, un “qué tiempos aquellos” que, sinceramente, ya cansa.
Así que, sí, brindemos por Aragón y su comparsa. Pero con la copa bien firme y la voz clara, para que el Carnaval siga siendo ese espejo que refleja Cádiz sin maquillajes ni concesiones.
J.G. — desde la trinchera del bar