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Vie. Nov 22nd, 2024

Carlos FabianoHoy, domingo democrático y por lo tanto doblemente festivo, andarán todos dándole vueltas eso del voto. Que si yo lo tengo seguro y voto por esto o aquello, que si ninguno dice la verdad, que si lo mejor es votar a los tales o incluso que son las siete de la tarde y aun formo parte de la legión de los indecisos. Pero les voy a dejar tranquilos en este día de elecciones en lo que respecta a mis comentarios sobre la insigne izquierda gaditana y sus muchas mamarrachadas y quijotadas de segundo nivel.

Hoy voy a hablar de un hombre honrado. Y de izquierdas que ambas cosas deberían ir unidas siempre pero ocurre que no con más frecuencia de la que desearíamos. Se llama Juan y es socialista, en realidad es socialista de toda la vida, lleva sobre sus hombros una larga vida de militancia. Al decir que es socialista añado que lo es y lo ha sido en las filas del Partido Socialista Obrero Español, la socialdemocracia de siempre, así que ruego a los neoizquierdistas que dejen sus prejuicios a un lado durante un momento y se centren en la figura humana. Juan, en un período de su vida y su militancia ocupó un cargo público de cierta responsabilidad, un lugar en el que era sobre todo un pararrayos político que atraía todo tipo de conflictos. Durante algunos años tuvo que bregar con unos y con otros, siendo los unos gente dura que odiaba lo que él representaba y siendo los otros gente que despreciaba lo que su función y cargo era. Y durante esos años podemos afirmar que no lo hizo mal, más bien todo lo contrario. Dedicó horas a negociar, a intermediar, a dialogar y a tratar de que las cosas fueran mejores de lo que eran y, consecuentemente con sus ideas, sus acciones fueron guiadas por el deseo de mejorar la vida de la gente y el cumplimiento de la ley.

Un día Juan dejó el cargo, cambiaron los tiempos, cambiaron los equilibrios de poder dentro y fuera de su partido y tocaba dejar paso, hacerse a un lado. Él no lo dudó un momento y se reincorporó a su vida laboral, a su plaza de funcionario, creía que en ese momento era lo que tocaba y que uno no puede hacerse eterno en los cargos. Y Juan volvió a su trabajo con más o menos el mismo dinero que tenía antes de tener cargo, duro arriba o abajo. Por las mañanas, poco antes de las ocho, pueden verlo caminar por el entorno de la calle Ancha a su trabajo dd funcionario municipal. Pero el destino es caprichoso, en este caso caprichosa y una jueza de ademanes y sumarios altaneros e intenciones de arcángel vengador ordenó su detención para ser interrogado por ella. No fue el único, era uno más de un grupo numeroso de cargos políticos y altos funcionarios. Juan es ahora funcionario medio que podríamos decir y le debían suponer un individuo peligroso y con alto riesgo de fuga porque fue abordado por guardias civiles en la calle, introducido de forma abrupta en un coche y encerrado en un calabozo. Cuando digo calabozo me refiero a un calabazo,  lo que la Real Academia define como «lugar seguro, generalmente lóbrego e incluso subterráneo, donde se encierra a determinados presos», pues eso. Durante cuarenta horas lo tuvieron allí encerrado y cumpliendo el incómodo y humillante protocolo que se usa para con los presos peligrosos o con riesgo de autolesión e incluso suicidio. Cuarenta horas de incertidumbre antes de que la jueza le tomara declaración para después ponerlo en libertad con cargos.  A partir de ahí, este hombre honrado, comenzó a vivir un calvario particular que todos podemos imaginar. Gastar su dinero en defensa jurídica debió ser lo más soportable porque realmente lo peor es que se le colocó encima un cartel enorme que decía «corrupto» y muy pocos le daban el beneficio de la duda, de la presunción de inocencia ni hablamos. Y durante meses su vida se ha visto marcada por la mancha de la difamación y de la duda malintencionada de muchos. Él lo ha llevado con la dignidad y el pundonor de los viejos militantes socialistas. El tiempo ha jugado a su favor y hace muy poco se ha conocido que la justicia va a dar carpetazo al sumario y con toda probabilidad Juan y los demás acusado van a quedar libres de culpa alguna. Juan Bouza Mera siempre fue inocente, un político decente y un hombre honrado no necesita un papel que diga eso pero en esta sociedad en la que nos movemos y a causa de la mala fe de alguien tiene que demostrarlo. Y ese momento está cercano y él comienza a ver la luz. Si Juan fuera en alguna lista de su partido, a lo que fuera, Juan tendría mi voto sin dudarlo. Es ante todo una persona honrada y de izquierdas.

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