Los ateneos obreros aparecieron en la segunda mitad del siglo XIX como alternativa a los ateneos que la burguesía había ido creando en distintas ciudades como centros para el fomento de la cultura y del arte. Los ateneos obreros pretendían ser centros culturales populares, es decir, se centraban en las preocupaciones y necesidades culturales y de ocio de las clases trabajadoras. Destacarían, sin lugar a dudas, el Ateneo Catalán de la Clase Obrera y el Ateneo Enciclopédico Popular.
Hemos señalado que los ateneos obreros se presentaban como una alternativa a los ateneos burgueses, pero conviene señalar que surgieron también por el desinterés del Estado liberal por la educación y fomento cultural de los obreros.
Los anarquistas mostraron una intensa y constante preocupación por la mejora cultural de los trabajadores. Por su parte, los socialistas se incorporaron después a esta iniciativa desde una posición inicial más recelosa o tímida. A finales del siglo XIX cambiarán de posición y se lanzarán a intentar conquistar el espacio cultural perdido ante los anarquistas, empleando las casas del pueblo. En lo que sí estaban de acuerdo unos y otros era en que el triunfo de sus ideas debía ir precedido o acompañado de la educación del proletariado. Si los obreros no tenían educación ni cultura era imposible que la revolución triunfase.
Los ateneos obreros se organizaron como un espacio común, una casa para todos los obreros, desde donde se difundían doctrinas e ideas sociales y políticas, especialmente las relacionadas con las ventajas de la asociación y la organización como medios para luchar en defensa de sus intereses, además del reforzamiento de la conciencia de clase. Este primer objetivo se fue acompañando del eminentemente cultural. Se abrieron en su seno bibliotecas populares, centros de lectura, escuelas para adultos y para los hijos de los obreros, espacios para desarrollar el deporte, actividades musicales y teatrales, así como lugares para el ocio.
A comienzos del siglo XX se vivió una verdadera eclosión de ateneos obreros de signo anarquista, pero, también las casas del pueblo socialistas albergaron las actividades propias de los ateneos. Es importante destacar que, en algunos casos ateneos y casas del pueblo llegaron a contar con actividades relacionadas con servicios médicos, mutualidades y economatos.