En este artículo estudiamos una formación política española que puede ser considerada como un experimento de partido único. Se trata de la Unión Patriótica de Miguel Primo de Rivera en el sistema dictatorial que estableció.
El dictador Miguel Primo de Rivera pretendió, una vez superados los primeros años, institucionalizar o estabilizar su Dictadura para que dejara de ser un régimen político transitorio. Por eso transformó el Directorio Militar en otro Civil, propuso la creación de una Asamblea Nacional Consultiva con un proyecto constitucional y la creación de un partido político, la Unión Patriótica. Necesitaba una plataforma política que debía funcionar como única en el diseño del nuevo régimen político, aunque no podamos definir al régimen que pretendió crear como totalitario. Al final, el partido sería muy personalista y estrechamente vinculado con el dictador, y no pudo sobrevivirle.
En el origen de la Unión Patriótica estaría la idea de un partido cívico que Ángel Herrera Oria lanzó en la prensa en el año 1923 con el fin de regenerar la vida política. En el año 1924, Primo de Rivera hizo un llamamiento a todos los “patriotas” para congregarse en un nuevo partido. En el mes de abril se fundaba la Unión Patriótica. El mecanismo que puso en marcha la formación partió de unas instrucciones a las autoridades militares para la creación de comités en toda la geografía española. Pero la guerra de Marruecos frenó, por el momento, el proceso de consolidación del partido. Los estatutos de la Unión Patriótica fueron aprobados en una asamblea en el mes de julio de 1926, creándose una organización con un jefe nacional -Primo de Rivera-, una Gran Junta Directiva Nacional, que pretendía ser una especie de copia del Gran Consejo Fascista italiano, y un Comité Ejecutivo Central. En las provincias y localidades se establecerían jefaturas.
Los miembros de la Unión Patriótica conformaban una amalgama de conservadores, mauristas, tradicionalistas, católicos y monárquicos. El nuevo partido pretendía imitar, en cierta medida, el partido fascista italiano, pero no terminó nunca de cuajar por varias razones. En primer lugar, porque su ideología nunca estuvo muy estructurada. Por un lado, hundía sus raíces en cierto regeneracionismo, pero, por otro lado muchos de sus miembros eran o habían sido caciques en una evidente contradicción. En el seno de la formación había mucho de conservadurismo, del nuevo corporativismo, un marcado carácter antiparlamentario, autoritario y muchas tentaciones fascistas. En realidad, la Unión Patriótica fue un instrumento de promoción para ser cacique: se sustituyeron unos por otros. Por otro lado, conviene recordar que tampoco se terminaron de liquidar los antiguos partidos políticos.
El Partido llegó a tener un millón de afiliados en su mejor momento, cifra nada desdeñable, pero solamente una minoría se integró por genuinas razones ideológicas. Muchos de sus miembros eran funcionarios o militares que se afiliaron para medrar en sus trabajos o carreras. También hubo un sector de campesinos y pequeños comerciantes que pretendían defender sus medios de vida.
En el año 1925, la Unión Patriótica pasó a formar parte del Consejo de Estado de la Dictadura, pero en este órgano de gobierno también había representantes de otras inquietudes políticas. Primo de Rivera intentó hacia el final de su régimen que su partido fuera, realmente, el único. Obligó a que los ayuntamientos y diputaciones estuvieran compuestos únicamente por miembros de la Unión Patriótica.
En las postrimerías de la Dictadura, ante el acoso de las diversas oposiciones a la misma, Primo de Rivera impulsó que la Unión Patriótica realizara diversas funciones parapoliciales de investigación e información, generando una evidente impopularidad y provocando una caída significativa del número de militantes.
La Dictadura terminó y, con ella, la Unión Patriótica, cuyo último acto fue una asamblea en 1930. Muchos de los miembros del partido pasarían a engrosar la Unión Monárquica Nacional.