Cuando yo era un niño en clase de religión nos enseñaban que la Biblia no había que interpretarla al pie de la letra, que Dios había envuelto su mensaje en historias repletas de sucesos mágicos para que pudiera ser entendido por la muchedumbre inculta. De ahí que los textos entraran en contradicción con el avance científico y pasajes como el de la creación carecieran de rigor. Era la forma que tenía la Iglesia de finales del siglo XX de justificar lo increíble. Dios transmitió su palabra cargada de simplezas para que su pueblo no quedara abrumado por la complejidad de lo narrado porque si hubiera optado por ponerse erudito solo unos pocos sabios le hubieran entendido.
No sé que tendrá de mesías José María González pero desde que pisó San Juan de Dios debe haber abierto tantas puertas y ventanas como prometió que no solo se han aireado los gastos de Cádiz Conecta sino que un aura religioso ha inundado cada rincón del consistorio. Solo así se explica el endiosamiento de los munícipes gaditanos. Algo así como si el Espíritu Santo hubiera descendido sobre los integrantes del pleno en forma de papelillos.
Recién iniciado el actual mandato, allá por el mes de agosto del año pasado, el portavoz popular Ignacio Romaní se descolgó diciendo que su grupo «es el mejor grupo de oposición que ha habido nunca en este ayuntamiento». No se han quedado cortos sus compañeros del grupo socialista, que para justificar el desastre electoral vienen repitiendo como un mantra a quien quiera escucharles que «somos el mejor grupo municipal que ha tenido el PSOE nunca». El alcalde, contagiado por la euforia en batir récords que se repira no ha querido quedarse atrás y para justificar los cambios que va a promover en cuanto a las delegaciones de competencias afirmó el pasado domingo que “tenemos al mejor equipo de Gobierno que ha tenido esta ciudad». Desde el grupo de Ciudadanos, al no tener con quienes compararse, aún no han lanzado ningún órdago de este calibre, pero denles tiempo que algo se les ocurrirá.
No se entiende que Cádiz tenga los problemas que tiene habiendo tanto fuera de serie con la mente puesta en resolverlos. Pensarán que el gaditano medio no está a la altura de la sabiduría consistorial si no transmiten mensajes simples como ese de ‘somos los mejores, no queremos abrumarle con ideas complejas, despreocúpese’.
Un servidor ha tenido el disgusto de presenciar unos cuantos plenos, en anteriores mandatos de forma presencial y ahora más cómodamente desde el salón de mi casa o la pantalla del ordenador. Créanme que no veo hasta el momento ese salto de calidad que se arrogan. A mi entender los insultos siguen siendo igual de groseros, los enfrentamientos zafios, los argumentos inexistentes y los discursos insultantemente simples. No es suficiente con ir andando de casa al Ayuntamiento para creerse uno mismo que no vive ajeno a la realidad ciudadana. Bájense del pedestal y no se tengan en tan alta estima. A todos nos iría mejor.