Denominado Tabacovid, el estudio pone de relieve que “fumar no es sólo un factor de riesgo para la progresión de COVID-19, sino que el hábito tabáquico implica también riesgos para la propagación del virus en fumadores pasivos”
Sanafarmacia, farmacia integrada en la Red Andaluza de Servicios Sanitarios y Espacios Libres de Humo (RASSELH) y reconocida por el Consejo Andaluz de Colegios Oficiales Farmacéuticos (CACOF) como farmacia de referencia por su servicio de deshabituación tabáquica, ha remitido a la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía un estudio que recoge evidencias de la transmisión de COVID-19 a través de la exposición al humo del tabaco.
Este estudio, denominado Tabacovid y elaborado por los servicios farmacéuticos especializados en deshabituación tabáquica de Sanafarmacia, pone de relieve que fumar es no sólo un factor de riesgo para la progresión de COVID-19, sino que el hábito tabáquico implica también riesgos para la propagación del virus en fumadores pasivos.
Con este estudio, basado en metaanálisis y que recoge asimismo diversos informes y estudios científicos publicados a nivel internacional, Sanafarmacia pretende contribuir a aportar evidencias científicas sobre la relación entre el hábito tabáquico y la propagación del virus.
El estudio Tabacovid de Sanafarmacia, fundamentado sobre más de 35 referencias, concluye que “la infección de COVID-19 toma relevancia no sólo en el tabaquismo activo, sino también en relación con el humo de segunda y tercera mano”.
Más allá de la evidencia que demuestra que los pacientes que son fumadores y portadores de patología respiratoria crónica y enfermedad cardiovascular tienen mayor riesgo de desarrollar síntomas más severos al infectarse con COVID-19, el estudio constata que “el tabaquismo tanto activo como pasivo podría, directa o indirectamente, contribuir en el desarrollo de infecciones virales de la misma familia del COVID-19, potenciando el riesgo, con peor pronóstico y mayor morbilidad-mortalidad”.
“El aumento del riesgo de infecciones respiratorias en el fumador activo y pasivo -señala el informe- puede ser parcialmente atribuido al aumento de la adherencia y colonización bacteriana de la mucosa respiratoria, disminución de la depuración mucociliar nasal y de la vía aérea, y alteraciones específicas de la inmunidad humoral y celular”.
Un cigarrillo está compuesto de tabaco, papel, filtro y hasta 599 aditivos. Al quemar un cigarrillo se crean más de 4000 compuestos químicos. Cuando se fuma se crean dos tipos de humo según la fase en que se encuentre el fumador. En la fase de aspiración hay una corriente principal que inhala el fumador. Después de una pausa hay una corriente secundaria que forma la libre combustión del cigarrillo. Esta corriente secundaria, que es la que afecta a los fumadores pasivos, representa aproximadamente el 70% del humo total.
Como señala el estudio, “el humo de tabaco es un aerosol denso e inestable formado de muchas partículas líquidas microscópicas en suspensión dentro de una mezcla gaseosa”. “La exposición al humo de tabaco en el ambiente puede medirse al evaluar el aire y las partículas suspendidas (respirables); partículas que son suficientemente pequeñas para llegar a las vías respiratorias inferiores del pulmón humano o de determinados productos químicos como la nicotina u otros elementos nocivos o del humo de tabaco. La exposición al humo de tabaco en el ambiente puede también ser evaluada al medir la concentración de marcadores biológicos como la cotinina (un subproducto del metabolismo) en la sangre, saliva u orina de una persona que no fuma. La nicotina, la cotinina, y otros productos químicos presentes en el humo del ambiente se han encontrado en los fluidos corporales de personas que no fuman expuestas al humo de tabaco en el ambiente”.
Como apunta el informe, las infecciones respiratorias pueden transmitirse a través de gotas respiratorias y rutas de contacto. Pero también puede transmitirse a través del aire, una transmisión diferente a la de las gotas, ya que se refiere a la presencia de microorganismos dentro de los núcleos de gotas, que pueden permanecer en el aire durante largos períodos de tiempo y transmitirse a otras personas a distancias superiores a 1 metro.
Es en este contexto donde el estudio de Sanafarmacia plantea los riesgos de la transmisión de COVID-19 a través del tabaco entre los fumadores pasivos, tomando como referencia diversas publicaciones científicas que así lo avalan.
“Según la composición del humo del tabaco y el tamaño de sus partículas -concluye el estudio- es perfectamente posible y mucho más que probable que el virus se vehiculice más lejos y de forma más permanente en el aerosol que forma el humo expirado por un fumador”. Además, “las interacciones en persona son más peligrosas en espacios masificados y a distancias cortas, y la dosis aumenta con el tiempo de exposición”.
Según Francisco Galán Miró, farmacéutico titular de Sanafarmacia, “esta decisión debería haberse adoptado ya desde hace tiempo, ya que el tabaquismo representa uno de los principales problemas de salud pública en nuestro país, y ahora, con el COVID-19 y los riesgos de transmisión que supone para los propios fumadores y para los fumadores pasivos, constituye una absoluta prioridad”.