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Dom. Nov 24th, 2024

Alfonso González ‘Niño de Medina’ recibe un emotivo homenaje por su larga trayectoria en el Día Internacional del Flamenco

El artista nacido en el municipio asidonense ha llevado el nombre del pueblo que le vio nacer por toda la geografía española y ha compartido escenarios con los más grandes del cante jondo

El escenario del Teatro Municipal “Miguel Mihura Álvarez” acogió en la tarde noche de este sábado un emotivo homenaje y reconocimiento a la figura del veterano cantaor flamenco (70 años les contemplan), Alfonso González Espinosa, “El Niño de

Medina” por su aportación y dedicación al arte del cante jondo y haber llevado el nombre de su pueblo por toda la geografía española.

Esta consideración institucional del Ayuntamiento de Medina, representado a todo el pueblo que le vio nacer, viene dado para conmemorar el Día Internacional del Flamenco declarado Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO en 2010 en Naibori (Kenia), a propuesta de la Junta de Andalucía, con el apoyo de Murcia, Extremadura y del Gobierno central español.

“El Niño de Medina”, con apenas seis años de edad, ya mostraba de sí. el importante potencial de su voz y garganta, cantando toda clase de palos del flamenco por las calles de Medina. Desde muy joven como muchos otros asidonenses, tuvo que salir de su pueblo en busca del pan y la sal.

Con tan solo 18 años fue llamado a filas, efectuando su servicio militar en San Fernando y Ceuta, llevando como inseparable compañera y le he acompañado durante toda su vida, una vieja guitarra flamenca, con la que hizo más fácil la vida de todos aquellos jóvenes, que como él, fueron requeridos a cumplir, entonces, con sus deberes con la Patria.

En la Isla de León se enamoró de una hermosa “cañailla” que le robó su enorme corazón, con la cual formó una hermosa familia y se juraron amor eterno.

Y es que la mujer que había tomado primero como novia y después como esposa, también era una gran aficionada al noble arte cañí, acompañándole allá a todos los teatros, tablaos, peñas y sitios donde hubiera un espectáculo flamenco y actuara el de Medina.

En principio el matrimonio estableció su nido de amor en San Fernando para finalmente fijar su domicilio en la vecina localidad de Chiclana de la Frontera.

Por soleá, tientos, fandangos, las campanas de Linares, y con el nombre artístico del “Niño de Medina”, este “meinato” como le llamaban, se hizo un hueco, entre los más grandes, en el difícil mundo de la flamencología, compartiendo escenarios con artistas de la talla del místico, José Monge Cruz, “Camarón de la Isla”, Juanito Valderrama, José Mercé, entre otros grandes cantaores que tanta gloria han dado y contribuido a que el cante flamenco sea reconocido como un arte único e inigualable, como Patrimonio de la Humanidad. Al margen de sus intervenciones en sitios con mucho público, también visitó en numerosas ocasiones, el templo y centro de reunión de flamencólogo de todo el país, la popular Venta de Vargas en la Isla de San Fernando, fiestas, veladas, tertulias o festivales benéficos o allá donde era reclamado, por sus dotes de cantaor, claro, casi de los vergonzosos, de los tímidos, de los que cierran los ojos para no ver las caras que ponen quienes desconocen lo que cierran para rebuscar en su interior, allí donde se funden la sensibilidad y el dolor, los celos, la pasión, el amor a la madre, la amarguras de la vida, las dichas y las desdichas de los quereres perdidos.

También destaca, Alfonso González, por su brillantísimas e irrepetibles saetas, dentro y fuera de la provincia gaditana, en balcones de hierro forjaos, ventanas, teatros, peñas y como fondo una imagen de un Cristo o una dolorosa, el quejio, en forma de oración, de un hombre bueno, sencillo, trabajador, buen padre, mejor esposo, bondadoso abuelo y afable amigo.

Previo al acto de reconocimiento, en el que le acompañaron buenos cogerentes amigos del flamenco, entre ellos, Aguilar de Vejer, José Manuel González “Mané” de Chiclana, Antonio González «El liro» o el asidonense, Juanito Berrocal, acompañados por las guitarras de José Parra y Paquito de Chiclana, con la sorpresa para todos los presentes en el teatro, la intervención un nieto, Antonio Manuel, que junto a otros de la saga familiar (cantaores y bailaores) lleva el mismo camino trazado del abuelo; actuó en recital la cantaora, Melchora Ortega al cante, Manuel Valencia a la guitarra y Rocío Soto y Javi Peña a las palmas.

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