Seis mujeres que abrieron paso y rompieron moldes en política. De generaciones, trayectorias, administraciones y sensibilidades políticas diferentes pero con la marca común de haber derribado techos de cristal. Todas ellas han compartido sus experiencias, divergencias, acuerdos y discrepancias, con la complicidad de ser compañeras de camino, en la ‘Mesa de Igualdad’ que ha organizado la Diputación de Cádiz, con el fin de hacer una radiografía de la evolución de una país que no llegó al centenar de alcaldesas electas en las primeras elecciones democráticas locales de 1979 y que hoy, con menos de dos mil, constata que esta cifra apenas representa un 25% del total de 8.079 ayuntamientos existentes.
Teófila Martínez Saiz, Irene García Macías, Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, Ana Mestre García, Josefina Junquera y la presidenta de la Diputación, la anfitriona, Almudena Martínez, han sido las encargadas de poner voz y ejemplo de un camino difícil y aún a medio recorrer. Este acto se integra con el programa ’45 años, 45 municipios’ que la Diputación ha puesto en marcha para conmemorar los 45 años de la constitución de los ayuntamientos democráticos.
Almudena Martínez ha agradecido la participación de las mujeres presentes en la mesa y ha apelado a la responsabilidad que tienen las que ahora ocupan cargos políticos de seguir trabajando para garantizar a una igualdad real: «Tenemos que ser garantes de la igualdad que tenemos reconocida en la Constitución y en las leyes para que sea una igualdad efectiva. Las mujeres que estamos en política, que tenemos capacidad de transformar, de legislar, tenemos que asumir esa responsabilidad y que sea una realidad», han sido sus palabras.
Esperanza Aguirre ha repasado una carrera llena de situaciones en la que ha sido pionera, como concejala del Ayuntamiento de Madrid, presidenta de Senado, Ministra de Educación y Cultura y presidenta de la Comunidad de Madrid. Ha declarado no haberse sentido discriminada ni perjudicada por ser mujer en su trayectoria política y ha manifestado su opinión contraria a que se reserven por ley plazas a las mujeres en puestos de responsabilidad: «Yo creo en la igualdad ante la ley y estoy contra las cuotas», ha afirmado, en contraste con el resto de ponentes.
Teófila Martínez ha puesto el foco en las organizaciones políticas: «En democracia la responsabilidad de que no haya habido mucho porcentaje de mujeres formando parte de candidaturas ha sido de los partidos, que no han visto esa fuente de talento importantísima que aportan las mujeres».
Además ha hecho un llamamiento a las mujeres a paliar esta situación formando parte activa de las bases: «Cuantas más mujeres haya entre la militancia de los partidos será más fácil que accedan a puestos de responsabilidad». Además ha señalado que las mujeres deben compensar la asimetría a base de trabajo duro: «No podemos desaprovechar ninguna oportunidad que tengamos por mucho sacrificio que requiera».
Irene García ha manifestado su admiración por el resto de mujeres con quienes ha compartido este foro de debate, independientemente de su ideología, «incluso en las antípodas políticas», ha apelado a una «complicidad» que existe entre ellas por haber tenido que abrirse camino donde antes sólo había hombres, y ha mencionado las leyes de igualdad como claves para el avance de las mujeres.
También ha introducido el debate sobre la mayor exigencia que pesa sobre las mujeres que acceden a la política y ha confesado que cuando fue nombrada la primera presidenta de la Diputación en 2015 lo consideró como «una anomalía democrática».
A este respecto Ana Mestre ha apelado a la necesidad de romper una mentalidad llena de tópicos que pueden limitar de antemano el desempeño de las mujeres de cargos de responsabilidad y una constelación de lo que ha calificado como «micromachismos» que tienen además un componente simbólico y son necesarios de derribar para el avance.
Algo ejemplificado en el chaleco que debía usar por su cargo y que tenía bordado el cargo de «delegado» en masculino, por lo que tuvo que cambiarse por la palabra «delegada». Un pequeño detalle que decía mucho y que es un pequeño ejemplo de tener que superar más barreras que los hombres. «Nos han exigido el doble, y lo que nos queda, porque esto no ha acabado,» ha afirmado Ana Mestre, razón por la que «las mujeres tenemos que hacer clan y protegernos entre nosotras».
Josefina Junquera atribuye en parte a la casualidad y en otra parte a su carácter curioso la etapa de servidora pública. «Ni mi propio marido se creía mucho cuando le dije que quería entrar en política» ha explicado. Josefina ha explicado unos inicios difíciles, –«no sabíamos qué hacer, ni cómo se gobernaba una ciudad y tuvimos que empezar desde cero»– y ha dejado entrever cómo los estereotipos influyeron en la asignación de responsabilidades: «Como mujer me tocó bienestar social», ha afirmado aludiendo a la feminización que aún hoy se vive de los cuidados, tradicionalmente asumidos por mujeres.
Una responsabilidad que afrontó «con sumo gusto» y a la que siguieron muchas otras. La ex concejala y diputada provincial ha compartido la satisfacción que ofrece la política como «oportunidad de mejorar la vida de sus conciudadanos y se ha congratulado de que entre el público figuraran un buen número de mujeres que ostentan cargos de responsabilidad públicas. «Algo hemos avanzado», ha reconocido para concluir.
Seis mujeres, siete contando a la periodista Ana Rosa Berraquero, conductora del acto, han dejado en el Palacio Provincial de la Diputación su personal visión para configurar una radiografía de 45 años de avances de las mujeres en el mundo de la política. Un avance, inexorable, pero incompleto aún. Y que será más fácil con el ejemplo que han dejado con sus trayectorias.