La concejala de Asuntos Sociales, Ana Fernández, ha informado de los resultados del estudio realizado durante estos meses sobre el estado y las necesidades sociosanitarias de las personas sin hogar (PSH) que se encuentran en la ciudad. Este estudio, que tiene como objetivo el de mejorar la atención y los recursos que se ponen a disposición de este colectivo, ha sido elaborado por cuatro integrantes de programa de empleo +30 formados en Enfermería, Trabajo Social y Educación Social.
Ana Fernández ha destacado que, al margen de los datos “interesantes” que se recogen en este estudio, una de las características más importantes de éste ha sido la capacidad de intervención puesto que “además de acercar a las personas del estudio a la realidad de las personas sin hogar, ha resultado ser una valiosa fuente de información y de experiencia de cara a la elaboración del protocolo de actuación que propone este informe”. Desde que comenzaran el pasado mes de noviembre, han realizado más de 120 intervenciones repartidas entre 13 casos, cinco rutas de calles y dos asistencias derivadas de la Mesa de Personas Sin Hogar.
Fernández ha apuntado que gracias a este estudio “podemos reforzar las líneas estratégicas por lo que se ha convertido en una herramienta indispensable para seguir avanzando en la mejora de las condiciones de vida de este colectivo”.
La concejala ha hecho hincapié en que “es de vital importancia conocer la situación actual para detectar los principales problemas y carencias sociosanitarias que sufren estas personas y así poder centrar el plan de intervención para mejorar su situación”. Es por este motivo por el que se realiza cada dos años el censo de personas sin hogar en la ciudad, por ejemplo.
De esta forma, el estudio ha contado con dos ejes principales que, aunque en un principio se han abordado de manera separada son totalmente complementarios. Por una parte se ha recogido información a través de entrevistas semiestructuradas a los distintos profesionales de los recursos sociales y sanitarios y por otra a las diferentes personas sin hogar seleccionadas que han querido colaborar en el estudio. Además, este informe se ha desarrollado de forma paralela al trabajo estructurado de elaboración del proyecto, mediante la realización de entrevistas a diferentes profesionales de las distintas entidades que trabajan con este colectivo (PSH), ya sean albergues, comedores y ONGS, además de entrevistas individuales según el perfil seleccionado dentro del tamaño muestral elegido para dicho estudio.
No obstante, la concejala señala la “dificultad que se ha tenido para acceder a la información y a las propias personas sin hogar ya que se trata de una población muy dispersa y poco visible” por lo que ha agradecido “la colaboración de los y las profesionales que trabajan directamente con ellas”.
Principales conclusiones
De las conclusiones que se recoge en este informe, Ana Fernández destaca que en el ámbito sanitario, “las personas que llevan más tiempo en situación de sin hogar tienen más predisposición a desarrollar patologías que llegan a cronificarse. Las condiciones de vida en las que se encuentran no son las idóneas para la mejora de dichas enfermedades. Con el tiempo dejan de preocuparse por su estado de salud, no acuden a los centros sanitarios, no se someten a un control ni seguimiento de la medicación e incluso en ocasiones hacen mal uso de la misma y no llevan unos adecuados hábitos de vida”. Es por esto que se propone una intervención más a largo plazo, la creación de un vínculo fuerte y una relación de confianza con los y las profesionales. De hecho, señala, “las personas más cronificadas con las que se han encontrado durante la elaboración del estudio, se niegan de manera tajante a acceder al sistema sanitario, refieren haber sufrido una mala experiencia en el pasado, bien porque no les han solucionado sus problemas o bien por el trato recibido, se han sentido rechazados, estigmatizados, y esto, unido a la falta de autoestima, al deterioro psíquico y al alto grado de abandono en el que se encuentran, hacen que su negativa sea prácticamente irreversible”.
Sin embargo, y “debemos tomarnos esto como una línea en la que hay que seguir trabajando”, en aquellas personas con menor tiempo de permanencia en la calle, se ha observado que se muestran más interesadas por su estado de salud, se mantienen dentro del sistema sanitario, acuden a las citas médicas, se preocupan de seguir correctamente los tratamientos pautados, utilizando los recursos sanitarios de manera correcta. En estos casos, la intervención desarrollada ha sido enfocada al seguimiento y al acompañamiento.
Uno de los puntos a tener en cuenta es que “el abandono físico junto con el deterioro psicológico hace que se desarrollen o se acentúen en estas personas hábitos nocivos para su salud como son el uso y abuso de alcohol y sustancias tóxicas”. En el estudio se recoge que en la medida que transcurre el tiempo, entran en una espiral de consumo y abandono, el consumo les refuerza y acelera la situación de abandono y, por otro lado, este consumo los evade de la realidad que sufren.
Con respecto a la alimentación y el descanso, las personas recién llegadas a la calle suelen frecuentar los comedores y los albergues, ya que en este primer estadio las personas desean mantener sus hábitos de comida y descanso como lo hacían antes de llegar a la situación de sin hogar. El uso de los servicios de manutención son los que más se mantienen a largo plazo.
En cuanto a los derechos fundamentales, se aprecia que el tiempo en la calle es un factor clave que dificulta la recuperación de los mismos. “El acceso a una vivienda es esencial para el proceso de reinserción de las personas sin hogar ya que la ausencia de esta dificulta la entrada al mercado laboral y a la formación profesional, lo que conlleva el deterioro de las habilidades sociales y laborales que se agravan con el paso del tiempo, impidiendo el desarrollo personal y aislándolas socialmente”. El estudio considera imprescindible plantear una intervención en la que se trabaje la recuperación de estas habilidades sociales, que ayude a las personas a restaurar su proyecto de vida y a superar la situación de desvinculación social en la que se encuentran.
En este punto, la concejala recuerda la iniciativa municipal basada precisamente en esta línea consistente en desarrollar un proyecto de integración de personas sin hogar a través de la puesta a disposición de una vivienda, proyecto que ha recordado se ha sacado por medio de convocatoria pública.
En el ámbito más social, el informe valora la influencia en las relaciones familiares y socioafectivas. Casi la totalidad de las personas sin hogar que han participado refieren haber tenido problemas familiares antes de llegar a la situación de sinhogarismo. Con el paso del tiempo estas relaciones se han deteriorado de tal manera que resulta casi imposible llegar a restablecerlas. Algunas de estas personas se sienten abandonadas y decepcionadas por los suyos, otras se consideran una carga y que no tienen nada que ofrecer, sea cual sea el motivo del desarraigo familiar, el sentimiento de soledad que desencadena es el mismo en todas ellas. Las relaciones sociales y afectivas que mantenían anteriormente también se ven afectadas y con el paso del tiempo van desapareciendo. Es por todo esto que su vida social se va resumiendo a compartir espacios y situaciones con personas que se encuentran en su misma condición.
El informe alerta de que las personas que se encuentran más cronificadas llegan a tener una vida completamente aislada, llegando a una situación casi irreversible. Ana Fernández considera “fundamental a la hora de la intervención, intentar recuperar las relaciones sociales normalizadas”y restablecer el contacto con la familia, ya que esto ayudaría a fortalecer su recuperación, aumentando la motivación e incentivando su capacidad de lucha para lograr un nuevo estilo de vida”.
Tras el exhaustivo estudio realizado estos meses, la concejala subraya la importancia de crear un protocolo como proponen los profesionales que guíe a los y las profesionales en sus acciones futuras. “Resulta fundamental en cuenta una serie de principios básicos que orienten esta intervención como son la autonomía, la integración y normalidad, la participación en la sociedad, la coordinación y cooperación, la integridad, la profesionalización, interdisciplinariedad y trabajo en equipo además de la atención individualizada.