El domingo pasado me acosté pensando que la organización de la Regata había sido buena en líneas generales. Y creo, aunque esto sea una suposición sin ninguna base, que mucha gente pensó lo mismo. No sé si mil, diez miel o cien mil personas pensamos que el Equipo de Gobierno había sabido estar a la altura. Ya sea por inercia, por las experiencias anteriores de los funcionarios anteriores o por ellos mismos, lo cierto es que el evento cumplió con lo se puede esperar.
Vale que el parque temático más que temático era polifacético donde te podías encontrar desde una charla de la UCA sobre cómo se controlan las poblaciones de mosquitos en el Parque Natural de la Bahía, una escafandra de buzo anterior a que Cousteau inventara el regulador autónomo o a Theo Vargas llamando diecisiete mil veces «preciosidad» a las jugadoras del equipo femenino del Cádiz C.F.
Pero eso era el domingo. Llegó el lunes, empezaron las valoraciones de los políticos y ya la cosa se torció.
Los del PP y su pedazo de titular “La Regata ha sido un barco sin capitán que ha llegado a puerto gracias a su tripulación”. De nublarse los ojos al leerlo como si estuvieras escuchando el pasodoble de la hija que se casa de Los Chatarra. Y todo para seguir con el martillo pilón vendiendo la idea de que todo salió bien «a pesar» de los concejales de Podemos-Ganemos. Ya sabemos que Teófila montaba las carpas por la noche en las anteriores regatas y que iba a bordo del Práctico susurrando instrucciones al oído del patrón.
Pero lo mejor de todo sin lugar a dudas ha sido la cifra de visitantes dada por el Ayuntamiento. Bueno, no la cifra en sí, sino el sistema empleado para llegar a ella. Un sistema sencillo que solo necesita tres datos. La superficie visitable, que es conocida pero innecesaria. Si tienes que saber la cantidad de agua que sale de una tubería que vierte al mar, no sirve de nada medir el mar. Los visitantes por metro cuadro y el tiempo medio de estancia en el recinto, ambos desconocidos. Para hacer los cálculos el informe técnico dice que se suponen unos valores para estos datos desconocidos, cuando debía decir directamente se inventan. Ni un dato de campo recogido, ni un muestreo, nada. Con esas «estimaciones» se podían haber hecho público los datos antes incluso de celebrar la regata. Y para rematar, “todo redondeo a la baja aumenta la validez del mismo”. A Bernoulli, Gauss y Poisson se les debe haber quedado cara de póquer allá donde estén. Un dato conocido pero que no sirve y dos inventados que dan como resultado un número que no aporta nada.
Semana de incontinencia verbal donde las haya. Si todo salió bien no había ninguna necesidad de abrir la boca. Sean dueños de sus silencios.