Confieso que nunca leí al completo “La Guerra de las Galias” y no me importa, a pesar de los esfuerzos que la sin par Catedrática de latín, Doña Pilar Cortiles, hacía en mis tiempos de Bachillerato para que aprendiésemos a amar tan magna obra según ella. La verdad es que con todos los párrafos que tuvimos que traducir me quedó clara una cosa, que en esa guerra lo que se hacia era acampar, levantar campamentos, traslados de tropas, vislumbrar el Puerto de Ostia en Roma…todo muy raro, y como siempre, le preguntábamos a Doña Pilar ¿Dónde está la guerra?…la cosa era aprender el Rosa-Rosae, atender y comprender la cultura clásica como legado histórico, humano, cultural que nos ha hecho en buena medida como somos. Hoy por hoy no sería capaz de traducir casi nada del Latín pero si que asumo su enseñanza en ese espíritu humanista de comprensión de los valores civilizatorios que nos aportó desde todos los puntos de vista.
Ha llovido mucho desde entonces a esta parte, por aquellos tiempos arrancaban momentos importantísimos para la educación en nuestro país, y lo hacíamos con un brillante Ministro, Maravall, y el Secretario de Estado Rubalcaba, que se habían propuesto reformar la educación para convertirla en un referente de modernidad de la nueva España. El concepto de Enseñanza Universal, Pública y Gratuita surgió con fuerza en los claustros de profesores, en las Asambleas de Estudiantes, en las Conferencias de Rectores, y prácticamente la sociedad al completo, no sin refriegas, se puso a la tarea. Adecentar colegios, aumentar la formación y la cantidad de profesorado, renovar curriculums escolares desfasados y anclados en una enseñanza de trinchera, aumentar de manera exponencial las dotaciones presupuestarias, buscar la igualdad de oportunidades en el acceso al estudio, políticas de becas mas asequibles e introducción de los nuevos paradigmas en psicología evolutiva y de los procesos de enseñanza-aprendizaje a través de rigurosos trabajos como los de Palacios, Coll…
Desgraciadamente uno de los aspectos en donde la política española no se ha podido llegar a un pacto que facilitase la consolidación de un proyecto común ha sido la educación y así hemos tenido innumerable producción normativa y legislativa que normalmente en función de los colores políticos han ido derrumbando el edificio anterior para intentar alumbrar o construir uno nuevo redundando esta situación en una perdida observable de la calidad del servicio educativo.
Si en La Guerra de las Galias que yo leí, a párrafos sueltos, me resultó absolutamente un cúmulo de órdenes, contraordenes y sin nunca tener claro cual era el objetivo que se proponían, en educación aparentemente ha pasado lo mismo, da la impresión de que todo el mundo habla de lo mismo pero nadie dice lo mismo. Y digo aparentemente porque la realidad es que si nos dedicamos a ver lo que se hace en vez de lo que se dice, todo queda muy claro. Yo lo resumo en pocas frases: Si bien parece bastante adecuado y aceptado popularmente que la enseñanza es un servicio público, universal y gratuito, desde el supuesto ideológico esto ya no es tan adecuado ni tan aceptado, por eso digo que lo parece. Simplificando, existe un modelo, denominémosle progresista, que aboga por la obligación del Estado de ofrecer este servicio en las condiciones antes enunciadas, y otro modelo, llamémosle neoliberal, que identifica a la educación como un sector fundamentalmente de interés económico.
En este nuestro país -donde en tiempos de Franco eran del Estado hasta muchos periódicos y la enseñanza pública tenía un componente de beneficencia- a fecha de hoy, solo quedan como servicios públicos universales y enclavados en el ámbito de los derechos los de Sanidad y Educación. Y hete aquí la cuestión, el volumen económico que mueven ámbos servicios es tan inmenso que puestos en manos de la iniciativa privada es algo tan goloso como un caramelo en la puerta de un colegio, nunca mejor dicho. Concepción ideológica aparte (También les mueve esa aversión a la igualdad de oportunidades) visto como negocio, la enseñanza puede ser un gran negocio.
…Y en eso estamos, y al amparo de la crisis económica se está produciendo la primera fase del proceso, esto es, bajar la calidad del servicio, disminuir drásticamente sus dotaciones económicas, dejarlos de “las manos de Dios”, e introducir aviesamente la idea de que el Servicio Público que se presta es malo y caro por lo que no queda mas remedio que privatizarlo. Ese es el discurso que el poder económico está trasladando.
Todo es mejorable sin duda, desde mi punto de vista habría que racionalizar gastos –no disminuirlos-, conseguir un gran pacto educativo que permitiese la supervivencia de la enseñanza pública como obligación del Estado con unos estándares de calidad más altos que los de ahora. Coexistencia de este servicio con la enseñanza privada para quien la pueda pagar y quiera. Trabajar mucho más en las posibilidades de mejorar la cualificación de nuestros maestros y maestras. Establecer como prioridad la garantía del acceso a todos los niveles educativos por encima de las capacidades económicas. Reformar algunos contenidos educativos para aumentar su eficacia. Reducir el numero de universidades publicas pero no las posibilidades de su presencia en todos los territorios y por supuesto del acceso a las mismas de todo el que quiera. Rigurosidad en el acceso a la docencia universitaria. Oferta clara y múltiple de prácticas en empresas. Adaptación de la formación Profesional a la realidad productiva, no ya la de hoy sino la futura. Unificar los modelos de Formación ocupacional en todo el Estado abandonando el sistema de subvención a entidades por uno de conciertos. Aumento de las tipologías y clases de becas. Aumentar las dotaciones para becas Erasmus,…y todo aquello en lo que seguro la inmensa mayoría de los ciudadanos pueden estar de acuerdo. Pero parece que la coartada de la crisis es suficientemente buena como para que se consuma -esta vez si- el plan, esta vez si, que es la ilusión de todos los días de la derecha política y económica, si alguien no lo remedia. Y no se trata de enseñanza pública si, privada no, en absoluto, se trata de que se garantice el principio constitucional, y ético diría yo, de que todos los españoles tengan derecho a una educación pública, universal, gratuita y de calidad.
Por otra parte ¿se sigue dando Latín en bachillerato? Yo di tres años y me encanta comenzar algunos discursos y escritos diciendo eso de … His rebus cognitis.