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Investigadores de la UCA recrean la evolución geológica del paisaje de la Bahía de Cádiz a lo largo de 6.500 años

Por Redacción Jun 1, 2021 #Cádiz #investigación #uca

Han diseñado mapas que muestran los cambios del terreno en la zona, mediante el empleo de drones y un radar que detecta objetos bajo tierra. Han detallado la distribución del asentamiento cartaginés La Martela

Un equipo del grupo de investigación Geología y geofísica litoral y marina de la Universidad de Cádiz ha recreado con datos geológicos y arqueológicos el paisaje de la Bahía de Cádiz desde la época cartaginesa hasta la actualidad. Los expertos emplean por primera vez una combinación de técnicas científicas aéreas y terrestres para analizar las estructuras enterradas de La Martela, adyacentes al yacimiento de Doña Blanca (El Puerto de Santa María-Cádiz), y determinar así las alteraciones provocadas por el océano en esa zona durante los últimos 6.500 años. Los científicos concluyen que el nivel del mar apenas ha variado, pero que la costa ha ganado terreno debido a la acumulación de sedimentos a lo largo de los siglos.

Los romanos modificaron la mayoría de enclaves cartagineses construidos entre los siglos s.VI a.C.- III a.C., motivo por el que en la actualidad se mantienen pocos elementos originales de este periodo. Las estructuras enterradas de La Martela pertenecen a la época cartaginesa y, aunque aún se encuentran sin excavar, éstas conservan su disposición original.

El paisaje en el que se halla este yacimiento cartaginés era muy distinto hace 6.500 años. La labor investigadora se centra en determinar cómo afectaron a la zona las variaciones en el nivel del mar, la acción del hombre y las condiciones climáticas. Los expertos comprobaron que, al contrario de lo que se pensaba hasta ahora, Doña Blanca siempre ha estado ubicada al lado del río Guadalete, sobre un acantilado, y no en la línea de costa. “Sin embargo, es cierto que hace más de seis milenios el mar se adentraba más en el terreno y ha ido retrocediendo a lo largo de los siglos debido a dos factores que se relacionan entre sí. Por un lado, la deforestación, que favoreció la erosión de los suelos y los aportes sedimentarios a la red de arroyos y torrentes de la cuenca del Guadalete. Por otro, acumulación de sedimentos provocada por las inundaciones de este río en sus tramos bajos”, explica el investigador y catedrático del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cádiz, Francisco Javier Gracia Prieto.

Los científicos detallan en su estudio Late-Holocene evolution of the Northern Bay of Cádiz from geomorphological, stratigraphic and archaeological data, publicado en Quaternary International, cuál ha sido la evolución de la zona mediante la recreación geográfica de la bahía en cuatro mapas que representan cuatro momentos distintos de los últimos seis milenios. Entre ellos, están el historiador Carlos Alonso del Centro de Arqueología Subacuática (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico) y los profesores de la UCA: Luis Barbero (Ciencias de la Tierra) y Juan Antonio López-Ramírez (Tecnologías del Medio Ambiente).

En el primer mapa, se muestra cómo era la bahía gaditana hace 6.500 años, cuando el nivel del mar se mantenía estable y se generaron las primeras marismas de la zona. En el segundo, se observa la disposición geológica 3.000 años atrás, cuando el océano se retrajo poco a poco y el salobral abarcó cada vez más terreno. El tercer mapa se sitúa hace 2.000 años e ilustra cómo avanzó este proceso, en el que la acumulación sedimentaria ‘rellenó’ la costa. El último señala el estado actual de la bahía: la tierra ha ‘avanzado’ sobre la zona que antaño cubría el mar.

Drones y un georradar

Para determinar de qué otras formas el nivel del mar afectó a la actividad terrestre, los investigadores obtuvieron ocho testigos: muestras con forma tubular que contienen formaciones rocosas, fósiles o vegetación, entre otras, obtenidas mediante la perforación del suelo arcilloso y a diez metros de profundidad. De este modo, los investigadores comprobaron cómo era la sedimentación de la zona en otras épocas históricas, dado que cada sección del testigo indicaba, por ejemplo, si había agua o si crecían plantas. Así, los científicos determinaron las características geológicas de la zona en distintas épocas.

Luego, los científicos emplearon un georradar en la zona de La Martela. Se trata de un instrumento terrestre que permite localizar materiales a poca profundidad bajo la superficie del suelo para comprobar qué estructuras o formaciones se hallaban bajo tierra. Además, volaron un dron equipado con sensores que captaban zonas de humedad y de vegetación sobre la superficie y otro para sacar fotografías de las áreas estudiadas.

De este modo, al combinar las imágenes captadas por los drones con los datos que aportó esta herramienta los científicos detallaron, por ejemplo, la distribución de las habitaciones y la extensión de las calles sin excavar de La Martela. “Como quedan pocas ciudades cartaginesas con su estructura original, esta información puede ayudar a los historiadores a recrear cómo era la arquitectura y los usos de los edificios”, comenta Francisco Javier Gracia Prieto.

El nivel del mar

Siguiendo esta misma línea de investigación, los expertos analizarán con mayor detalle las variaciones del mar de los últimos 6.500 años en la Bahía de Cádiz con el objetivo de generar modelos que predigan sus alteraciones en el futuro y cómo éstas afectarían el terreno del litoral gaditano. “Aunque parezca que el nivel del mar ha bajado en esta zona, lo que ha ocurrido es que los sedimentos acumulados le han ganado terreno. Queremos comprobar si en el futuro, la tierra continuará avanzando sobre el mar o si los cambios producidos por la naturaleza o el cambio climático cambiarán esta tendencia”, explica el experto.

Este trabajo ha sido financiado por el Servicio de Demarcación de Costas de Andalucía Atlántico (Cádiz) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Asimismo, el grupo de investigación RNM-328 ha recibido apoyo del Plan Andaluz de Investigación, Desarrollo e Innovación y del proyecto Neptune (INQUA CMP project 2003P).

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