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Casa del Pueblo de Bruselas

La Casa del Pueblo de Bruselas supone un hito en la Historia del Socialismo europeo por dos razones. En primer lugar, por su importancia en sí en el seno de uno de los movimientos socialistas más potentes de Europa Occidental, y, en segundo lugar, por su relevancia artística de primera magnitud en el seno del Modernismo.

El Partido Obrero encargó al arquitecto Víctor Horta la construcción de un enorme edificio para ser la sede de la Casa del Pueblo en el corazón de Bruselas. En la tarea constructiva estuvo también Richard Pringiers, que terminaría siendo el arquitecto de los socialistas belgas.

Horta tuvo que enfrentase a un solar complejo, pero su genio arquitectónico triunfó y puedo levantar un imponente edificio con acero, ladrillo y cristal. La construcción se realizó entre 1896 y 1898. El acto de inauguración en 1899 fue extraordinario, con la presencia del líder socialista francés Jaurès.

La Casa del Pueblo existió hasta el año 1965 cuando fue demolida después de un escándalo nacional e internacional por su enorme valor artístico. Al menos, una parte de la misma fue desmontada para una posible futura reconstrucción que nunca tuvo lugar y que provocó nuevos escándalos en la década de los ochenta. Algunos vestigios se han conservado en el Horta Grand Café de Amberes y en la estación Horta del metro de Bruselas.

Desde el punto de vista de la Historia del Socialismo nos hacemos eco del artículo que “El Socialista” dedicó a la Casa del Pueblo en su número 688, de 12 de mayo de 1899, a propósito de la inauguración.

El artículo reseñaba la Historia del proceso que llevó a su construcción y comenta cómo era, en un tono de gran admiración. Todavía faltarían unos pocos años para que se inaugurara la Casa del Pueblo de Madrid.

El trabajo comenzaba aludiendo a cómo quince años antes un grupo de sesenta socialistas de Bruselas reunieron en pocos meses setecientos francos con la que pusieron en marcha una cooperativa obrera para hacer pan. En la primera semana habían llegado a producir seiscientos cincuenta kilos de pan. Pues bien, en 1899 la Casa del Pueblo de Bruselas había conseguido con una eficaz administración generar hasta cuatro millones de francos anuales, poseía inmuebles por dos millones de francos, tenía doce mil miembros y producía doscientos mil kilos de pan a la semana. El desarrollo de la actividad de la Casa del Pueblo había provocado un constante cambio de sede hasta que se había levantado “un edificio gigantesco, verdadera maravilla arquitectónica, donde ha instalado los servicios, a más de sus dos panaderías, las más poderosas de toda Bélgica”.

En la nueva Casa del Pueblo había almacenes de géneros de todo tipo: comestibles, telas, carbones, etc. Los miembros de la Casa del Pueblo tenían derecho a asistencia médica y farmacéutica, ya que disponía de un dispensario.

La atención educativa y cultural era primordial en las Casas del Pueblo y Bruselas no iba a ser una excepción. Contaba con escuelas de niños y una biblioteca. Se realizaban representaciones literarias comentadas por los autores, y audiciones de música clásica.

Los socialistas españoles insistían en que la Casa del Pueblo no sólo prestaba servicios de cooperativa, sanitarios, educativos y culturales, sino que era también una institución con un sentido moralizador porque suponía un lugar para combatir el alcoholismo y el juego, lacras que azotaban a las clases trabajadoras en toda Europa. Por otro lado, es importante destacar, por su novedad, que en el caso belga se educaba, además, en el respeto y cuidado de los animales.

En relación con las instalaciones, la Casa del Pueblo tenía un salón o auditorio principal para cinco mil personas, fundamental para los actos y mítines propios del socialismo.

El artículo narró la inauguración de la Casa del Pueblo de Bruselas, hecho acontecido el 2 de mayo de 1899. Hubo representantes del socialismo francés, italiano, británico, alemán y holandés. Como hemos indicado, Jaurès asistió al mismo. El PSOE envió un “mensaje de simpatía”.

El artículo terminaba recordando que este logro del socialismo belga culminaba un esfuerzo iniciado en 1875 en Gante.

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