En esta época de movilizaciones que nos ha tocado vivir ante una situación que supone un verdadero desafío para la supervivencia de muchos ciudadanos y ciudadanas, conviene conocer las distintas formas en que se han expresado las protestas, a lo largo del tiempo. En este artículo nos acercamos a la desobediencia civil.
La desobediencia civil es una forma de protesta social que consiste en la resistencia pacífica hacia el poder, sus leyes, órdenes y exigencias. Es un desafío público a la autoridad y cuyos protagonistas aceptan la sanción que supone dicha desobediencia. La desobediencia tiene como objetivo protestar, presionar al poder para cambiar una ley, un orden y hasta para transformar los valores del mismo.
No debe confundirse la desobediencia civil con la acción de delinquir, ya que ésta no conlleva una protesta y sí un beneficio egoísta y, además, aquella es abierta, a la luz pública, sin el componente clandestino del delito. La desobediencia civil puede confundirse con la objeción de conciencia porque tienen un origen común, pero la objeción suele estar regulada o permitida, al menos, en los países democráticos, frente a la desobediencia que no tiene ninguna cobertura legal en los ordenamientos constitucionales y jurídicos.
El concepto de desobediencia civil fue ideado por Henry D. Thoreau. En 1848, precisamente un año clave en la historia, publicó su obra Civil Desobediency. En este opúsculo defendía que toda reforma social debe partir de la conciencia moral del individuo, que se rebela contra un orden que le parece injusto.
En la historia contemporánea se han producido importantes movimientos de desobediencia civil de gran calado y que han quedado grabados en la conciencia colectiva de este planeta. Gandhi protagonizó un movimiento de desobediencia civil de gran magnitud porque fue seguido masivamente en la India. La Marcha de la Sal del año 1930 expresó el malestar del Congreso Nacional Indio por la negativa británica de conceder el status de dominio a la India. Gandhi eligió el impopular impuesto sobre la sal como objetivo de la campaña de protesta. En esa época, el gobierno indio tenía establecido el monopolio de la sal, un producto básico y fuertemente gravado fiscalmente. Aquellos que utilizaban su propia sal podían ser multados con una elevada cantidad. Así pues, Gandhi inició una larga marcha desde Sabarmati hasta la ciudad costera de Dandi, acompañado de setenta y ocho seguidores. A lo largo de la ruta se fueron añadiendo a la marcha miles de personas. El impacto en la India y en el mundo fue muy considerable. En cada lugar se animaba a las gentes a desafiar el monopolio de la sal y a autoabastecerse de la misma. Al final de la marcha, Gandhi cogió simbólicamente una pizca de sal. Cuando los participantes de la protesta se dirigieron al depósito gubernamental de sal Gandhi fue detenido. No fue la única detención, ya que en los meses siguientes fueron detenidas sesenta mil personas, incluidas las principales personalidades del Congreso. Al final, Gandhi fue puesto en libertad e hizo un llamamiento a la calma, dando por concluida la protesta en marzo de 1931 tras llegar a un acuerdo con el virrey Irwin. Dicho acuerdo establecía que Gandhi podía asistir a la Conferencia de Round Table y, a cambio, se desconvocaba la campaña de protesta. Pero, también se logró que se permitiera la producción de sal para uso doméstico.