Esta muestra fotográfica podrá visitarse desde hoy hasta el próximo 25 de febrero en el edificio Constitución 1812 del Campus de Cádiz
La exposición Emak Bakia del fotógrafo vasco Lander Rezola se inaugura hoy, jueves 13 de enero, en la sala Kursala del edificio Constitución 1812 del Campus de Cádiz. Esta muestra, organizada por el servicio de Extensión Universitaria del Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Cádiz y comisariada por Jesús Micó, podrá visitarse hasta el 25 de febrero, de lunes a viernes de 9.00 a 21.00 horas.
Emak Bakia, en palabras de sus promotores, es “imaginar el miedo, alimentarlo, tener miedo al miedo. Transmutar en presente continuo un futuro posible. Convertir la protección en la amenaza”. Desde este trabajo se atraviesa como un “éxodo hacia la comprensión del miedo como algo que forma parte de la esencia más profunda del ser humano y que hemos ido adquiriendo gracias a nuestra propia evolución para preservarnos del peligro”. Emak Bakia se escribe como una oración que presta atención a ese miedo y conversa con él el tiempo necesario para que ese diálogo revele la fantasía que hemos elaborado y cómo esta distorsiona el pensamiento hasta volvernos vulnerables sin motivo y sin posibilidad de escape. Se percibe como una letanía que imagina el miedo y lo fotografía para liberarse de él apoderándose de una antigua superstición de algunas culturas, en las que se creía que las fotografías robaban un pedazo de alma. Al ver “nuestra imagen fotografiada, fuera de nuestro cuerpo, todo lo que lo afecta se revela y lo convertimos en objeto y es así como podemos poseerlo”.
Lander Rezola es un fotógrafo de origen vasco, nacido en la pequeña localidad de Itsasondo. Diplomado en Fotografía Artística Contemporánea por el Node Center de Berlín y con formación en Diseño Industrial ha educado la mirada en talleres con fotógrafos como Jon Uriarte, David Hornback, Gervasio Sánchez, Antoine d’Agata, Juanan Requena o David Jiménez, desarrollando un lenguaje propio.
Su enorme curiosidad por la huella humana a través de lo cotidiano y lo sencillo hacen que sus imágenes recuerden a la fotografía social que surgió en los años 30, abrazando así lo común como un modo de retratar la vida. Es este carácter observador lo que le impulsó a fotografiar el espacio público y a las personas en su constante interacción con él en una primera etapa.
Sin embargo, en sus proyectos más recientes abarca el espacio desde su posición como sujeto de su propia fotografía, situándose así, a ambos lados de la cámara. Desde este nuevo emplazamiento, el fotógrafo desarrolla un trabajo más íntimo y autoral, de corte autorreferencial.
De forma paralela a la exposición, se publicará un nuevo número – el 86 – de Los Cuadernos de la Kursala.