En la época de los Austrias la Hacienda Real padeció tres grandes problemas. En primer lugar, las constantes guerras fueron las causantes de un déficit descomunal. La Corona de Castilla había soportado casi toda la carga fiscal, y dentro de Castilla, el tercer estado, es decir, los miembros de los sectores productivos. Por fin, la organización de la Hacienda Real adolecía de un claro caos organizativo.
Los Borbones consiguieron un relativo saneamiento de la Hacienda por dos factores. En primer lugar, porque cayó el gasto producido por las guerras al perderse las posesiones europeas por la Paz de Utrecht. Pero, sobre todo, por la aplicación de una serie de reformas que, aunque terminaron por no ser profundas, habida cuenta de las particularidades de la sociedad estamental, sí permitieron un aumento de los ingresos.
Felipe V estableció la Contribución de la Corona de Aragón. Como consecuencia de los Decretos de Nueva Planta el rey obligó a contribuir a los territorios de la Corona de Aragón. Se estableció una cantidad para cada reino: Catastro en Cataluña de 1716, Equivalente en Valencia de 1715, Única Contribución de 1716, en Aragón, y Talla en Mallorca de 1717. Cada territorio tendría libertad para establecer el sistema de recaudación. Solamente las provincias vascas y el reino de Navarra siguieron disfrutando de su autonomía fiscal, habida cuenta de que habían sido fieles a la causa de Felipe V en la Guerra de Sucesión.
Con Fernando VI se emprendió el Catastro de Ensenada. Se pretendía implantar la reforma fiscal ahora en Castilla. Su inspirador fue el marqués de la Ensenada. Se buscaba sustituir los múltiples tipos de impuestos que se cobraban en cada provincia por una única contribución. También se perseguía la implantación de un sistema racional y eficaz en el sistema tributario. Para establecer la cuantía correspondiente a cada súbdito era necesario conocer antes la población que había y realizar un recuento de las propiedades de cada unidad fiscal. Ese recuento es el conocido como Catastro de Ensenada, una fuente histórica fundamental para conocer la Castilla de mediados del siglo XVIII. Pero habrá protestas y reclamaciones que terminaron por frustrar el proyecto. Suponía un golpe a los privilegiados porque les obligaba a declarar propiedades y pagar en parte. Al final, se mantuvo el sistema anterior. En realidad, en Castilla siguieron predominando las rentas provinciales, como la alcabala y la sisa.
En relación con las rentas generales que tenían que ver con el comercio exterior, en 1740 se creó la Superintendencia de Rentas Generales, con el objetivo de controlar los ingresos que procedían de las aduanas.