Se ha formado mucho revuelo estos días en Cádiz porque Europa Laica ha denunciado en los juzgados la concesión de la medalla de oro a la Virgen del Rosario, avalada por la firma, en su día, de más de 6000 gaditanos.
Antes de nada, todos mis respetos más sinceros para esas personas que de buena fe han firmado esa petición.
No quiero entrar en la cuestión judicial de fondo. No es esa mi intención. Ya el juez dictará sentencia dentro de pocos días. Veremos.
Sólo quiero hacer una reflexión desde el punto de vista evangélico de la figura de María, madre de Jesús de Nazareth.
Ya en la Anunciación diría: «Derribó a los potentados de sus tronos y ensalzó a los humildes. Llenó de bienes a los hambrientos y a los ricos los despidió con las manos vacías» (Lc. 1, 52-53)
Ella era una mujer sencilla del pueblo, como su hijo Jesús. Ella seguía a Jesús. El mensaje de Jesús era clarísimo: Le dice a sus apóstoles: No lleven nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni plata y tengan un sólo vestido (Lc. 8-9)
Y: «No lleven ni oro ni plata, ni monedas de cobre, ni provisiones para el viaje, ni bastón; solamente la ropa y el calzado que llevan puesto…» (Mt. 10. 9-10)
Jesús nació pobre, sus amigos eran pobres, murió en una cruz sin nada….»Bienaventurados los pobres»….
Nada más lejos de Él y de su madre María, el oro, la plata, las riquezas, las distinciones, los honores…
¿Qué sentido puede tener, con el Evangelio en las manos, justificar la riqueza, el oro, la plata, el lujo, las medallas para santos y vírgenes?
Para mí es totalmente antievangélico y un sinsentido.
Ya sé-soy muy consciente-que para muchos católicos más tradicionales, este punto de vista no lo comparten. Siguen las costumbres y tradiciones , quizá de siglos, como criterio para justificar lo injustificable. El criterio, para esas personas, no es lo que marca muy claramente el evangelio, sino son otras cuestiones distintas.
Por eso, para mí, no tiene ningún sentido el oro, la plata, las medallas de oro, para vírgenes y santos ni los bastones de mando para los cristos.
Y tampoco entiendo que un Ayuntamiento, por razones de populismo o por apoyar una petición de 6000 ciudadanos haya cedido a esa concesión.
A ver si hacen lo mismo con las miles de firmas que algunos ciudadanos presentamos en su día contra la privatización de la Residencia del mayor Micaela Aramburu o contra el derribo de la Residencia de Tiempo Libre.