Pasados ya los fastos de la Gran Regata de 2016, y después de leer y escuchar muchas opiniones, evaluaciones, críticas, loas y todo tipo de argumentaciones, hay un denominador común en casi todo lo que se ha dicho: que Cádiz debe mirar al mar, y que cuando miramos al mar es como si nos hubiera tocado el euromillón. Yo soy como Alberti, Marinero en tierra, me gusta el mar pero si me monto en un barco echo la primera papilla a no ser que preventivamente me haya desayunado una buena tostada de biodramina. Lo de la playa, pues que quieres que te diga, a veces me da por pensar en barbaridades del tipo, ¿y si se alicatara unos cuantos metros para no tener que estar lleno de arena? ¿Y si el agua tuviera un termostato para cuando te llegue a las partes pudendas no pegues el respingón de frío?
Definitivamente, en Cádiz hay que mirar al mar, casi por c…y es verdad que hay que aprovechar el líquido elemento salado para hacer caja (eso de decir poner a Cádiz en el mapa me parece un desbarre); y nada mejor que traer cada equis tiempo un buen puñado de grandes veleros para que metamos 4 millones de personas en el muelle (si, 4 millones, ¿que pasa? Será por contar gente). No obstante, y quién diga lo contrario es que un sieso, la mejor de las Regatas fue la primera, la del 92, con diferencia, y la peor, también con diferencia fue la del 2012. La mejor la primera porque por el número de barcos, la ilusión que despertó, la buena organización partiendo de la nada sobre lo que nunca se había hecho, fue desde luego lo mejor -posiblemente porque fue lo único- de nuestro 92.
La del 12 debería haber sido la caña de España. El Bicentenario, nuestra gran celebración, nuestra oportunidad (perdida desde luego), todo hacía pensar que podía haber sido una Gran Regata, pero hete ahí que –supongo que lo recordarán-, la inauguramos y la pervivimos durante dos días con una huelga de recogida de basuras en la ciudad que llevaba varios días perfumando nuestras calles. (Cuando sea mayor, y me importe todo una higa, contaré como pudo ser que se llegara a la Gran Regata con una huelga de recogida de basuras, porque, lo juro por Snoopy, que se pudo evitar, pero hubo quien no quiso. Cuestión de quien se ponía la medalla).
Este año han sorprendido las medidas de seguridad en el recinto portuario –quedaba como muy europeo el que te miraran los bolsos en la entrada-, y la cantidad de Guardias Civiles, de estos que mide 2×2 y con metralleta incluida, para garantizar nuestra seguridad. Yo confieso que yo ni cruzaba la mirada con los Beneméritos hombres que a mi, como al perrito de Paulov, se me condicionan las respuestas, y en mi caso soy capaz de cagarme en los pantalones.
En definitiva, mi evaluación es positiva (había mucha gente deseando que fracasara para echarle la culpa al cha cha cha), y me alegro un montón que sigamos pudiendo cantar eso de “que Cádiz está de fiesta todo el verano”. Ha sido un éxito y punto. ¿Que se pueden mejorar las cosas? Por supuesto, y si Elcano no quiso venir estando en la Carraca, pos que me da igual, lo tengo “mu” visto.
Y por último, los que de verdad están contentos con esta Regata son los hosteleros y comerciantes varios, había gente por todos los sitios, y confirmo que costó cenar el sábado (ahora bien, eso de que te cierren las cocinas a las 12 de la noche o que te digan que se han quedado sin pan o cosas así, es “pa” echarlos, porque no solo ha sucedido en la Regata, pasa en Semana Santa, en Carnavales). ¡Antonio de María joé, dile a los tuyos que la vida son tres días, y cada día tiene por lo menos tres comidas! Por eso yo, pienso que en Cádiz, más que mirando al mar, hay que estar Mirando al Bar, y si ves una mesa que se queda libre, a tirarse a por ella al pechazo.