Si le preguntamos a la gente cuál es el partido o grupo político que gobierna la ciudad de Cádiz obtendríamos varías respuestas, desde un ya caduco Podemos a un Adelante Cádiz pasando por Izquierda Unida, anticapis y muchos que contestarían con un qué se yo cómo se llama el partido del Kichi. Porque lo único cierto es que el alcalde de esta ciudad es José María González, alias el Kichi. Y ahí hay que parar, que detrás suya no hay una formación política clara, más bien nos da la sensación de que lo que tiene es una pandilla de amigos y poco más. Una pandilla peculiar y tirando a desorganizada.
El pasado mandato municipal de Kichi se traduce sin duda alguna en cuatro años sin nada, sin el más mínimo atisbo de gestión y de proyectos realizados. Piensen y traten de enumerar logros o realizaciones de ese período bajo el liderazgo de esta extraña izquierda de amalgama y aluvión que nos gobierna. Mucha palabrería y poco trabajo, ese es el resumen. Muchos los excusamos en su inexperiencia de gobierno, en un equipo demasiado verde, por ser suaves, que se encontró con el gobierno de la ciudad sin quererlo casi.
Sin embargo lo más grave es el presente, la corporación surgida de las últimas elecciones municipales, a la que le quedan casi tres años de trabajo por delante. Grave por lo que se ha visto hasta el momento, una suprema dejadez, un abandono de las responsabilidades de gobierno por los gestos simbólicos que tan solo buscan ocultar la inoperancia y el abandono en que se mueven Kichi y sus adláteres de gobierno. A este paso al alcalde se le conocerá como el Nominativo, el de tengo un problema y cambio un nombre de calle o edificio que tanto más da. Si empieza percibirse que no se trabaja mucho en alcaldía pues se cambia otro nombre y problema resuelto. Esa será la herencia de Kichi el Nominativo, tres o cuatro nombres y los correspondientes tweets, escribir más de dos frases parece ser algo más allá de sus fuerzas.
La sensación ya no es que no saben hacer las cosas, que son inexpertos, que necesitan quizás un tiempo de adaptación. No, la sensación es que no quieren. No quieren tener un plan para la ciudad, no quieren gobernar, no quieren trabajar en definitiva. A los cuatro primeros años habremos de añadir, y ojalá me equivoque, lo segundos cuatro años de humo, tweets y dejadez. Luego, quienes en 2023 se tengan que hacer cargo del ayuntamiento, necesitarán al menos dos años para poner orden y poder encarar el futuro de una vez. Una década perdida para Cádiz, otra que sumar a las dos del teofilato, esa será la herencia de Kichi el Nominativo.