Ha muerto otra persona sin techo en Cádiz. Dormía en los bajos de la Caleta. Otros murieron en cajeros, en bancos de plazas, debajo de un puente en Zona Franca, en las calles…
Hemos celebrado muchas concentraciones por estas muertes. Mañana otra vez estamos todos citados a las 12,00 en la Caleta para expresar nuestra solidaridad y repulsa por esta nueva muerte de un sin techo en Cádiz.
He asistido a muchos plenos del Ayuntamiento donde han hablado y protestado las mujeres amenazadas de desahucios que se exponen a tener que coger sus bártulos y, con sus hijos, quedarse en la calle. He visto muchas veces el llanto de estas mujeres desesperadas. Conozco a no pocas de ellas y he asistido a concentraciones en apoyo de estas personas.
Quiero decir con esto que el problema de la vivienda en Cádiz es terrible y que tiene rostros concretos que sufren sus consecuencias.
Sé que son los poderes públicos los que deben atender estas necesidades. No lo dudo: Junta de Andalucía y Ayuntamiento. Así lo hemos dicho muchas veces y muchas organizaciones sociales, especialmente la APDHA hace tiempo lo viene denunciando.
Pero hoy quiero fijarme en la responsabilidad que ante este problema tiene también la Iglesia de Cádiz, concretamente el obispado.
El obispado tiene muchos pisos vacíos en nuestra ciudad. Pisos que-. no sé por qué- permanecen cerrados, sin uso alguno desde hace muchos años. Y no hablo por hablar. La Iglesia tiene pisos vacíos en la Plaza de Fragela y 3 pisos vacíos en la calle Ortiz de Echagüe nº 9, bajo, en mi barrio de Loreto. Seguramente tendrá muchos más en otros puntos de la ciudad que yo desconozca.
También tiene edificios muy amplios (como el Seminario) que están casi vacíos y así lo dijimos respetuosamente hace ya algún tiempo un grupo de creyentes de la diócesis que entregamos una carta al Obispo y también a la prensa, firmada por unas 200 personas de toda la diócesis y a la que no se nos contestó.
No puedo entender que la Iglesia, que es consciente de las necesidades que hay en Cádiz de vivienda, no colabore poniendo esos pisos en alquiler a precios económicos- no a precio de mercado- para familias necesitadas, para personas sin techo o para inmigrantes y refugiados. Incluso a quienes no tienen absolutamente ningún tipo de ingresos, las debería ceder gratuitamente mientras permanezcan en esa situación.
La Iglesia no puede vivir obsesionada por el dinero, como si fuera una empresa o una sociedad anónima. No. Tiene que dar testimonio de Cristo hoy en el Mundo. Y Jesús no podría pasar de largo viendo el sufrimiento de tanta gente sin hacer nada.
Lo que digo del Obispado lo digo también de conventos de religiosos y religiosas. Es un crimen que el Convento de Santo Domingo se haya transformado en un hotel con fines lucrativos, como ya expuse en su día en la prensa, en vez de haber tenido un uso social.
Hay que subrayar que el Papa Francisco está siendo muy, pero que muy claro en su posición sobre estos problemas. Así decía hace unos años en su visita a un centro de refugiados:
«Queridísimos religiosos y religiosas: los conventos vacíos no sirven a la Iglesia para transformarlos en hoteles y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados». Y también decía: «los religiosos deben de «superar la tentación de la mundanidad espiritual para estar próximos a las personas simples y sobre todo a los últimos».
Sabemos que él mismo ha acogido a refugiados y está asistiendo a las personas sin techo de Roma dotándolas de duchas, servicios de peluquería, comedor etc..Él está dando ejemplo. Pero quienes deberían de seguir su ejemplo: obispos y superiores de órdenes religiosas, no le siguen.
Es evidente que la Iglesia debe tener entrañas de misericordia (miser-cor-dare: «al necesitado, darle el corazón), como Jesús de Nazareth que aliviaba el sufrimiento de los que sufrían.
Desde aquí lanzo mi grito para que la Iglesia ponga sus bienes, sus pisos y edificios vacíos, al servicio de tantas y tantas personas necesitadas de la ciudad que tanto están sufriendo.
Algo que, como decía al principio, no exime en nada la responsabilidad principal que tienen los poderes públicos de solucionar este gravísimo problema.
Juan Cejudo