Vivimos en una ciudad en la que cada uno de sus habitantes debía en 2014 la cantidad de 1.753 euros, mucho me temo que esa cifra habrá aumentado en el año pasado. Esa, no otra, es la gran herencia que nos ha dejado Teófila Martínez. Un impuesto de sucesiones que recae primero sobre le equipo de gobierno, luego en cascada resbala sobre la oposición y termina impactando de alguna manera sobre todos y cada uno de nosotros y nosotras. Porque no duden de que esta deuda tiene un coste más allá del económico, ya de por sí grave y duro, el coste en servicios públicos de todo tipo. No descubro nada si comento que el desmesurado gasto en equipamientos, sin planificar ni prever mantenimientos, nos lleva a que muchos de ellos estén cuando no cerrados al menos infrautilizados. No es el caso exclusivamente de Cádiz, la geografía española está plagada de ejemplos, pero a mi me preocupa Cádiz. A esto hay que añadir que tenemos menos recursos para atender las desigualdades, las lacras sociales que nos golpean o incluso para ofertar servicios con los mínimos de calidad precisa.
Esta deuda heredada, no tiene otro nombre, no se compensa con la apelación a tiempos pasados de gloria. Mucha gloria en el teofilato, pero muy poca planificación en las inversiones. Ahora tenemos de todo, quizás pero sin capacidad de gestión para todo. Y lo mismo da hablar de dos monumentos conmemorativos del bicentenario que todavía cuestan bastante dinero, muy feos por cierto y sin añadir estética al espacio público, que de centros de arte más que sobredimensionados faltos de proyecto claro hacia la ciudad o cualquier otro ejemplo que los tenemos de sobra.
En este sentido es en el que era muy importante la cuestión de los presupuestos municipales, porque sólo desde la unidad de quienes se duelen de la ciudad se pueden empezar e reconstruir tanto las cuentas públicas municipales como la capacidad de tener una administración moderna, eficaz y solidaria. Y apelo a todos menos a quienes dejaron arruinada la ciudad, mis 1.753 euros, mínimo, de deuda pública personal me lo recuerdan. Pero el resto ¿qué les pasa? porque les guste o no todos tienen una obligación contraída con la ciudadanía gaditana. He observado con resignada paciencia el cruce de argumentos, papeles y palabras. Como contribuyente endeudado nada me ha convencido y no voy a quitar a nadie su poquito de razón pero si les voy a echar en cara su mucha sinrazón.
El lunes se aprobaron unas ordenanzas que abren el camino, proceso que llaman ahora a todo trabajo, para atacar las carencias de vivienda en nuestra ciudad, sobre todo entre la gente más necesitada. Y me gustó la votación, equipo de gobierno, PSOE y Ciudadanos a favor y, como no podía ser menos por vergüenza torera, abstención de quienes en veinte años han hecho poco, el Partido Popular. En los que a mi me afectan y me duelen, creo que ahí pensaron más en la ciudad que en equilibrio y tácticas de poder. Este es el camino. Con los responsables de la ruina de nuestras cuentas públicas, de la salida de población y de la carencia de un proyecto de futuro después de cuatro décadas, ni a la esquina. Con el resto, diálogo, negociación, respeto y aporte de conocimiento y experiencia. ¿Cómo se hace esto? Lo dejo para la semana próxima, los límites del folio no dan para más.