“Se trata de galardones fraudulentos enfocados a resaltar el reclamo turístico de las playas elegidas”
Esta concesión se creó en 1985 para certificar puertos deportivos en Francia y se amplió en 1987 a playas y puertos de toda Europa, con la subvención de la Comisión Europea. Adeac (Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor) es la asociación que gestiona las Banderas Azules en España, pero nadie fuera de nuestro país da un valor especial a estas banderas, porque no es un sello que un turista asocie a excelencia y ni siquiera ya la Unión Europea lo apoya. Las Banderas Azules hace tiempo que no tienen ningún aval técnico, ni científico, ni administrativo de la UE; son promovidas por un conjunto de asociaciones privadas ligadas a las empresas turísticas. La acumulación de fraudes y denuncias en su obtención hizo que la Comisión Europea les retirase el apoyo económico y se desmarcase de la campaña.
Se trata de “galardones” que carecen de cualquier credibilidad, se basan en meros aspectos turísticos, no realizan inspección alguna y no evalúan con rigor el estado medioambiental de las playas.
Los premios de Bandera Azul solo indican la existencia de servicios para los bañistas, pero no reconocen una verdadera gestión ambiental y conservación de estos frágiles sistemas costeros. Este tipo de premios no deben exhibirse como ecoetiquetas, sino como meros distintivos de calidad de servicios ofrecidos a los bañistas en playas artificiales y urbanas.
Como ejemplo de incoherencia y falta de rigor en esta concesión, este año, al igual que en 2020, hay playas gaditanas con Banderas Azules que no debieran exhibir este galardón:
- La Costilla y Chorrillo, en Rota, por el vertido descontrolado de aguas fecales en la misma playa.
- Fuentebravía, en El Puerto de Santa María, por haber construido edificaciones en la misma playa y tenerse que alimentar de arena de forma artificial. Esta playa estuvo cerrada hace dos años por contaminación de aguas fecales.
- La Barrosa, en Chiclana, por el desparrame urbanístico que arrastra este municipio.
- Roche (no “El Roche”), en Conil, porque, aunque ha corregido los problemas de su depuradora, sigue dando un efluente lamentable.
- Getares, en Algeciras, porque sufre una crónica pérdida de arena, siendo realimentada artificialmente.
- La Alcaidesa- El Faro, en San Roque, que está amenazada por urbanizaciones en el frente costero, y Cala Sardina, también en San Roque, por sufrir el fondeo incontrolado de barcos deportivos que destrozan la rica fauna bentónica, dañada, además, por el alga invasora Rugalopterix okamurae.
Emplazamos a los municipios litorales a que no pierdan el tiempo (y el dinero) persiguiendo estos falsos galardones y se afanen en hacer frente a los dos máximos desafíos para nuestras playas:
Ofrecer soluciones a la subida del nivel del mar y demás consecuencias indeseables del Cambio Climático y depurar íntegramente todas las aguas residuales que van a parar al mar.