Las patatas bravas son uno de los platillos más solicitados, queridos y populares de nuestra cocina, sin embargo, aún no se sabe acerca del origen de este. Muchos creen que sus inicios se dieron en los conocidos y desaparecidos bares madrileños “Casa Perico” y “La Casona”, pero dicho argumento aún no está confirmado.
Desde el año 1960 se empezó a servir este plato en dichos lugares, tal fue su popularidad que hasta los comensales empezaban a formar cola para que probasen el exquisito sabor de las patatas.
La primera vez donde se visualizó el término de “patatas bravas” fue en el año 1967, cuando Luis Carandell, periodista de finales de los 70, en su libro “Vivir en Madrid” escribe: “Las patatas bravas, que en algunos sitios se llaman ‘patatas a lo pobre‘, son patatas fritas con salsa picante, como uno se imagina que los pobres comerían las patatas, es decir, untando pan en la salsa”.
Él hace referencia a ello, porque el platillo ya se comía en las clases más humildes de Madrid y el aliño picante que ellos le agregaban es lo que hoy se conoce como la salsa brava. Asimismo, estaban las “Gachas manchegas” que también eran aliños de patatas y se comían en los sectores humildes a principios de siglo y en época de postguerra.
En la actualidad tiene un gran número de versiones y agregados distintos, y lo preparan desde cocineros profesionales hasta en los hogares, pues es un excelente platillo para grandes y niños, sobre todo por su alto valor nutricional. Si un niño no desea comer, dale de comer esta exquisitez, lo amará.
Lo importante es que aún mantiene la esencia y el sabor de aquellas épocas, por eso si quieres saber cómo prepararlas, toma nota:
Ingredientes:
Para las patatas: 3 patatas grandes, aceite de oliva y sal.
Para la salsa brava: Aceite de oliva, 2 cucharadas de café de pimentón dulce, 1 cucharada de café de pimentón picante, 1 cucharada sopera de harina y un vaso de caldo casero de pollo, de jamón ibérico y verduras.
Preparación:
SALSA BRAVA
Hervir los ingredientes para el caldo, tiene que estar muy caliente.
Echar un buen chorro de aceite (por lo menos unas cuatro cucharadas soperas) en un recipiente para freír.
Si utilizas una sartén ten cuidado al echar el aceite, éste puede saltar y producir quemaduras en tu piel. Por otra parte, una freidora es más segura y simplifica la tarea, simplemente, asegúrate de no sobrepasar los 180 grados.
Cuando el aceite esté muy caliente, baja el fuego despacio y agrega los dos tipos de pimentón moviendo lentamente. Añade la harina poco a poco y remueve con paciencia, hasta que quede una masa uniforme.
Añade el caldo mientras vas moviendo la salsa. Es preciso que no echemos todo de una vez, así podremos parar cuando la salsa haya tomado la consistencia que nos apetezca.
Una vez obtengamos el resultado final podemos colocarlo en un recipiente y dejar que repose. Este método permitirá que los sabores de intensifiquen aún más.
LAS PATATAS
Primero debemos pelar las patatas y cortarlas en cuadros del tamaño de un bocado para que así quede en un plato castizo. Si queremos algo más presentable, las cortamos todas iguales. De esa manera, podremos hacer un plato de diseño.
Seguidamente, colocamos en una freidora o sartén el aceite necesario. Una vez caliente introducimos las patatas, después bajamos el fuego al mínimo y las dejamos cocinar muy lentamente.
Cuando las patatas estén tiernas, las sacamos de la freidora, A continuación, pondremos el fuego a tope hasta que el aceite se caliente al máximo. Luego, colocamos nuevamente a las patatas en la freidora. Mediante este proceso nos quedarán doradas y crujientes por fuera. Una vez obtenido ello, servir y disfrutar.