Vaya sábado intenso y denso. Horas pendientes de lo que decidiera el Comité Federal del Partido Socialista, atentos a las posturas de unos y otros, de sus declaraciones, de las emisoras de radio y las televisiones, de los gestos y los corrillos. Todo el país esperando que este órgano de los socialistas decidiera, acordara algo. Y el sujeto de tanta atención cargado de tensión, de enfrentamientos y de crispación. En esta país había una generación que no conocía lo que era un golpe de estado, el alzamiento contra la legalidad vigente. Bueno, ya lo sabe. Se ha forzado la legitimidad de un partido político, esencial en la estructura democrática de España, para torcer su voluntad, un atentado al artículo 6 de la Constitución Española. Quienes tenían la oportunidad de poner sobre la mesa sus preocupaciones, sus posiciones, sus alternativas no lo hicieron. Prefirieron el camino de alterar la legitimidad de un secretario general mediante el viejo sistema del cuartelazo. No les valía con expresar alto y claro en los órganos del partido su disconformidad, no les parecía correcto ni suficiente.
El gran perdedor de este día no es Pedro Sánchez, que también, sino la democracia en su sentido más estricto. Tanto la democracia interna del Partido Socialista que ha visto como un sector del mismo ponía sus miedos por encima de escuchar y consultar a quienes con su cuota y su esfuerzo diario lo sostienen y a la par que defendían su confortabilidad en cargos y cuotas de poder. Y también pierde la democracia de este país nuestro tan sufrido y doliente porque abatir a una dirección política legitima a golpe de subterfugios no es un buen ejemplo y genera más y más rechazo entre la ciudadanía. Tu voto, tu opinión no vale nada ante los tejemanejes de los poderosos, ese es el mensaje que han lanzado los golpistas. Pedro Sánchez, después de aguantar una de las campañas más canallas que se recuerdan ha dado un ejemplo de alta moral política y de disciplina militante de la de calidad. Quizás espera poder volver a postularse y postular el partido de izquierdas que los españoles esperan y necesitan, esperemos que sea así y para bien. De sus oponentes no hablemos más, no se han enfriado aun las pasiones bastante para la ecuanimidad que se debe tener en este tipo de situaciones ni se lo merecen.
La verdad, la triste y dolorosa verdad, es que Rajoy tiene ahora muchas más posibilidades de repetir una legislatura más como Presidente del Gobierno de España. Sin moverse un ápice, sin ofrecer nada, cargado de corrupción, Que los golpistas carguen con ello en sus conciencias, que los militantes socialistas tomen nota, que la ciudadanía juzgue y confiemos en el sentido común y en la honestidad. Pedro Sánchez lo hace, ejercer ambas virtudes, y deseamos que los socialistas honestos, muchos, así hagan. Comenzamos de nuevo, hay que recuperar el camino desandado y Rajoy y sus acólitos no deben ganar.