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Jue. Abr 18th, 2024

Entrevista a Juan Luis Sánchez: «Algún director me ha vetado porque le he cabreado con una crítica»

Esta sección me permite conocer personalmente a gente a la que sigo desde hace tiempo. Sabía de Juan Luis Sánchez como él sabía de mí, pero nunca nos habíamos visto, o quizás sí, fugazmente, cuando mi largometraje documental Contra el tiempo estuvo nominado a las Medallas de Oro del Círculo de Escritores Cinematográficos del que él forma parte. Sea como fuere, al fin nos hemos sentado un rato, a comer y charlar sobre una pasión común: el cine.

Juan Luis Sánchez (Madrid, 1972) se licenció en Periodismo en 1995 y desde entonces ha llevado una fructífera trayectoria como crítico e historiador cinematográfico. Sus libros publicados son muchos, como ¡Una de vampiros! Cine y series de colmillos, sangre y crucifijos, ¡No salgáis al páramo! Todo el cine y series de hombre lobo, ¡Devórame otra vez! Las mil y una noches de los muertos vivientes, Audrey Hepburn. Icono de la gran pantalla, Egipto en el cine. Momias, faraones y pirámides o el ultimísimo Tim Burton. De Bitelchús a Miércoles. Aparte de estos, en solitario, ha participado en varios libros colectivos. Sus críticas, entrevistas y reportajes pueden leerse en una web de cine ya con pedigrí: Decine21.

¿Cuál fue la película que te fascinó de pequeño?

Creo que una película que no vi. ¿Cómo es posible esto? Fue Kung fu y los 7 vampiros de oro. No me dejaron verla porque en aquel momento ponían dos rombos en la tele, y cuando salían los dos rombos, te mandaban a la cama. Yo era muy pequeño, pero mi madre consideró que era una película muy de terror. Cuando vi después me di cuenta de que es más de acción y “kung fu·. Esa película de terror tiene muy poco, pero, bueno, mi madre vio Drácula y dijo “esto es de miedo, el niño no se puede quedar a verla” y me mandó a la cama. Entonces yo me fui a la cama pensando qué tendría esa película para que no pudiera verla. Entonces me imaginaba la película y era peor… En las películas de terror que más me han gustado, como Alien, el octavo pasajero, casi no ves al monstruo. Vas viendo trozos, pero te lo imaginas, tú te lo construyes. Me parece una película que terrible, como Yo anduve con un zombie, donde se sugiere más que se muestra.

¿Te suele gustar más el terror sugerido?

Sí, creo que el género peca ahora de tirar de efectos digitales muy bien hechos, mostrar muchísimos monstruos, pero se ha perdido la capacidad de generar suspense, que es lo que tenía el registro de Psicosis, por ejemplo. Primero te hace que te identifiques con los personajes, te explica la historia de la protagonista y llegas a ese motel y estás temiendo que le pase algo. Entonces, cuando llega a la escena de la ducha, lo pasas realmente mal. Ahora creo que en la mayoría de películas del género no importan los personajes y no te cuentan una historia. Hay grandes excepciones por ahí, claro.

¿Qué edad tenías cuando te imaginabas Kung fu contra los 7 vampiros de oro?

Cinco o seis años. En aquella época mi madre me llevó a ver Fantasía, de Disney, y no me gustó. Me encanta ahora de mayor, pero no me gustó de niño.

¿Cuándo te imaginabas esa película ya querías dedicarte al cine de alguna manera?

Sí, lo que pasa es que yo vengo de una familia humilde y no era posible dedicarse al cine.

Yo también era de una familia humilde, en un barrio muy deprimido, pero sí soñaba con dedicarme al cine.

Sí, pero creo que en los 70 y 80, tu generación y la mía no pensaba que fuera posible dedicarse al cine.

Pero, lo que te digo, yo soñaba mucho con ello. No sabía si iba a poder dedicarme, pero, cuando vi Cantando bajo la lluvia, me iba al colegio deseando que lloviera para poder subirme a las farolas. Lo primero que quise ser fue actor, mi profesión frustrada. Esa película fue la que me hizo amar el cine: yo quería ser Gene Kelly. ¿En qué momento tú decidiste dedicarse al cine y cuándo desde la faceta de crítico, historiador, divulgador…?

Yo quería escribir. Quería contar historias. Durante mucho tiempo quería ser guionista y de pequeño me inventaba historias, elaboraba mis propios cómics… Colaboraba en periódicos del instituto haciendo guiones para historietas. Luego, a la hora de estudiar decidí hacer Periodismo, pero pensaba que no me iban a dejar hacer entrevistas a actores de cine. Pensaba que también iba a ser muy difícil trabajar en un medio… Creía que todo iba por enchufe. Me decanté por hacer Periodismo porque al menos no mataba la idea de la creatividad. De hecho, teníamos clases de audiovisual y la profesora nos enseñaba a editar. Cogí un término medio. Podía haber elegido Imagen, pero lo veía muy arriesgado. Lo mío desde siempre era escribir guiones… En la gala del CEC (Círculo de Escritores Cinematográficos), a la que tú estabas nominado, los pequeños chascarrillos de los presentadores los escribo yo. Entonces y todos los años. Eso es lo mío.

Y en un momento dado comenzaste a escribir sobre cine.

Juan Luis Sánchez con el director Gus Van Sant.

Sí, porque eso me gustaba. Me considero un afortunado. Hay quien dice que los críticos somos directores frustrados, pero yo no me lo considero porque nunca pensé que fuese a llegar director.

¿Te sigue gustando a día de hoy escribir sobre cine?

Sí, y espero que no se me pase nunca porque tengo miedo a esto: a que se me pase la pasión y la ilusión. Atravieso épocas de ver mal cine, pero, de vez en cuando, llega una película que te devuelve la ilusión. De pronto ves siete bodrios, pero un solo peliculón te reconcilia con el cine.

¿Cómo te sientes cuando ves uno de esos bodrios y tienes que escribir que es un bodrio?

A veces me siento mal, sobre todo si es una película española y conozco a los implicados, porque los cineastas españoles leen mis críticas. Cuando es un director extranjero estoy más tranquilo porque sé que no me va a leer.

¿Alguna vez te ha dicho algo alguno de esos directores españoles a los que has criticado una película?

Sí, se ha cabreado mucha gente. Tú puedes creer que no te lee nadie, pero, aunque sea en una pequeña web, aquella persona sobre la que escribes siempre te lee.

¿Has cabreado mucho a alguien?

Sí, e incluso alguno me ha vetado alguno de estos directores a los que he cabreado con una crítica. Prefiero no decir nombre para que no se cabree más. Además, estoy vetado por alguno por cosas personajes que dice que yo nunca he escrito. Yo hablo de las películas, pero nunca de temas personales.

Intentas huir de los ataques personales que ciertos críticos sí emplean.

Sí… Por ejemplo, Boyero me parece demasiado exagerado. Precisamente por esto ha triunfado. Creo que es el camino fácil. Si yo mañana me pongo a decir “Almodóvar, me fui a los diez minutos de la proyección” o cosas así, seguro que tendría más repercusión. El otro crítico que la gente conoce es Carlos Pumares, que también despotricaba. A mí no me gusta este camino. Intento sacar siempre algo bueno de las películas, porque creo que cada una de ellas lleva detrás un gran esfuerzo. Esto me lo enseñó Oti Rodríguez Marchante. En Ratatouille hay un crítico que dice que cualquier película es más valiosa que todas las críticas que se hayan hecho sobre ella.

¿Has estado alguna vez en un rodaje?

Sí, pero al final no voy mucho porque no me gusta. Admiro a los que sí estáis. Hay que valer para ser director de cine… Estar a gusto en un rodaje no es fácil. De todos modos, creo que es bueno que los críticos vayan a los rodajes y comprueben el esfuerzo que conllevan.

¿Tienes algún crítico como referencia?

Carlos F. Heredero, aunque tiene un lenguaje muy académico, pero me parece que me ha enseñado a reflexionar sobre las películas más que a destacar las consideraciones técnicas.

¿Tú cómo te enfrentas a una película?

Voy a verla como el que va con la novia. A pasarlo bien. Aunque sea una película que “a priori” no me atraiga, porque de repente puede sorprenderme. Intento disfrutar sin prejuicios.

¿Y qué intentas destacar sobre una película a la hora de escribir sobre ella?

En primer lugar, si ha conseguido emocionarme sé que voy a darle una crítica buena, pero, a partir de aquí, reflexiono sobre por qué esa película puede llegar a emocionar. A mí me emocionan más las cosas sutiles… Si me pongo a ver un telefilme de Antena 3 en el que noto que me quieren hacer llorar desde el minuto uno, pues no lo van a conseguir. Ahora bien, me pones Los puentes de Madison, con esa escena en la que ella está dudando si bajarse del coche o no, y simplemente con una mirada se entiende que irse con el hombre que ama supone renunciar a su familia, y eso me hace vibrar.

Dime un director sobrevalorado.

Ari Aster.

Y uno infravalorado.

Hal Hartley, que parece que está olvidado.

A lo largo de tu trayectoria has conocido a muchas personalidades.

Sí, porque para Decine21 hago entrevistas.

Dime un actor que te haya marcado.

Normalmente, los actores son decepcionantes, porque la mayoría tiene el problema de que son buenos actores, pero no tienen nada que comunicar. Por ejemplo, Harrison Ford, con el que no se podía mantener una conversación porque es un tipo muy sencillo. Tengo la impresión cuando le entrevisto de que lo que quiere es irse a la habitación con Calista Flockhart, su mujer, y ya está. Sí me marcó conocer a Cate Blanchett, que tiene mucho que decir y con la que te puedes quedar horas y horas hablando. De los españoles, recuerdo a Fernando Fernán-Gómez, pero es que era también director. En realidad era un genio.

¿Y directores?

Conocí a Juan Antonio Bardem en su casa y era apasionante. Fíjate que en su familia no son tan majos… Javier Bardem es un poco…

¿Se da la circunstancia de que conozcas a algún cineasta que te caiga muy bien a nivel personal pero que su cine no te llegue?

Sí, Álex de la Iglesia. Me parece un tipo divertidísimo, pero en general no me gustan sus películas porque creo que empiezan muy bien y luego acaban desmadrándose. Siempre voy a verlas, pero ninguna me parece redonda. Un amigo tuyo, Víctor Matellano, es muy bueno en documental, pero sus películas de ficción no me gustan. Y es un tío de puta madre. Como autor de libros es fantástico. Otro, Norberto Ramos del Val, me cae bien, pero sus películas no las soporto. Me odiarán por decirlo, pero bueno…

Con Elijah Wood.

Te dedicas a eso. El crítico debe asumir que puede no llegar a caer bien a los cineastas a los que critica e incluso al público.

Hay uno, Boyero, que disfruta con eso. Me contaba el otro día uno de los directores del documental que se hizo sobre él, El crítico, que, cuando le enseñaron la película, estaban acojonados. Decía que, cuanto más a parir le ponían en la pantalla, más disfrutaba.

¿Se puede vivir de los libros de cine?

No, y eso que yo tengo mucha suerte y mis editores pagan, porque no todos pagan. Eso sí, las tiradas han bajado espectacularmente. Creo que Carlos Aguilar ha podido ganar mucho dinero con su Guía del cine, pero, por norma general, no creo que nadie pueda vivir de ello.

¿Hacia dónde va el cine?

Soy optimista y creo que siempre van a surgir grandes genios que van a hacer grandes cosas en las circunstancias que sean, aprovechando las ventajas e inconvenientes de las plataformas, por ejemplo. Pero hoy por hoy, el cine es menos reflexivo. Cada semana hay diez estrenos en plataformas que se van a olvidar al día siguiente y no se hacen obras para perdurar. Por otro lado, se hacen películas muy largas.

Por último, ¿qué aporta el CEC hoy en día?

Creo que, al no estar dentro de la industria, ofrecemos una mirada independiente. En los Goya, a veces, premian al más fuerte… El año de Solas, por ejemplo, la Academia le dio Mejor Película a Todo sobre mi madre, y pienso que la de Zambrano era muy superior, pero no tenía la fuerza en la industria que tenía Almodóvar. El año pasado premiamos la película de Rodrigo Cortés como la mejor del año y la Academia se había olvidado de ella. El CEC viene de cuando el Sindicato del Espectáculo daba premios en el franquismo, y la gente de la profesión valoraba mucho los premios del CEC porque no estaban politizados. Espero que el CEC siga existiendo muchos años.

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