Voy a permitirme salirme de mi zona de confort, el cine, para hablar con uno de los youtubers de gastronomía con más seguidores: 509.000 suscriptores tiene su canal Cenando con Pablo. Estuve con Pablo Cabezali hace un par de meses tomando un café en la terraza del bar K-Esteban, en Leganés, donde mantuvimos una charla que intento resumir a continuación. Para romper desde ya con los prejucios estúpidos que mucha gente, especialmente de cierta edad, manifiesta hacia el colectivo de youtubers, debo decir que Pablo Cabezali es un tipo simpático, educado, cercano y que por algo se ha ganado el respeto de muchos restaurantes, no pocos renombrados, que reconocen, cómo no, sus cualidades como comunicador. Solo lleva cuatro años, desde 2018, hablando de bares, restaurantes, cantinas, y desde luego ha conseguido una popularidad ajena a las polémicas con la que los medios de comunicación convencionales suelen acercarnos a los profesionales de YouTube. Se puede decir, sin faltar un ápice a la verdad, que si Pablo Cabezali tiene hoy una gran repercusión no es sino por su esfuerzo constante. Solo hay algo de él que no me gusta: no le interesa el cine. Pero esto es pecata minuta, porque alguien que vive de comer ya es para mí un ídolo.
¿Por qué comenzaste a grabar vídeos para YouTube para mostrar restaurantes?
Desde hace muchos años he sentido pasión por las redes sociales. Con unos 16 años comencé trabajar en el mundo de las discotecas light de Madrid, para niños de entre 14 y 18, y en esa época en España se llevaba Tuenti. En un momento dado pensé que, si con un perfil te dejaban tener un máximo de mil amigos, en vez de tener uno tendría tres y así cuando, por ejemplo, hiciéramos la Fiesta del Semáforo, podría llegar a tres mil en vez de a mil, con lo cual metería más pases en la discoteca y ganaría más dinero…
¿Llevabas en las discotecas la parte on-line?
No, era como promocionar las fiestas por las redes sociales. Hay una fiesta, pues por las redes te cogen los pases para que a la gente le cueste más barato. A los clientes les interesaba contactar con los relaciones públicas y yo era uno de ellos. Cogí mucha carrerilla con esto de las redes sociales… Y lo de los restaurantes llegó porque yo ya seguía algún perfil similar al mío y estaba bastante enganchado. Pensé que, si las redes sociales se me daban bien, y además yo iba a menudo a restaurantes con amigos, familiares o con citas o por trabajo, también podía contar mis experiencias para ver qué tal era la acogida. Contaba con la baza de que tenía varios perfiles en redes sociales con bastante popularidad. Los redireccioné a uno nuevo: Cenando con Pablo. La acogida inicial fue muy buena. Empecé primero en Instagram y luego fui a YouTube.
¿Desde el principio tuviste claro que tenía que ser relacionado con la gastronomía?
Sí, porque iba mucho a restaurantes, me gustaba lo que hacía otra gente y quise compartir mis experiencias. Te digo que si no tuviera Cenando con Pablo yo cenaría muchas veces fuera. No tanto como ahora, pero sí es algo que me gusta mucho.
En Cenando con Pablo das tu opinión sobre lo que comes. ¿Antes de tener el canal ya analizabas tanto los lugares que visitabas?
No tan exhaustivamente como lo hago ahora, pero es cierto que incluso en la cantina típica del instituto me gustaba ir probando todos los bocadillos para seleccionar mi favorito. Siempre he tenido curiosidad.
¿Uno de los objetivos de Cenando con Pablo es encontrar el restaurante perfecto?
Considero que no hay sitio perfecto porque al final el gusto es muy subjetivo. Y las personas. Me explico: hay días que me levanto y me apetece una hamburguesa y otros que no quiero ni verla. Personalmente intento probar cosas diferentes para que no se me haga monótono. Seguramente el restaurante perfecto exista, pero para mí lo sería durante un solo día. No hay empresa perfecta. Rara vez he estado en un sitio en el que todos los platos estén perfectos. A lo mejor tiene tres de sobresaliente y dos de notable, pero siempre hay algo que flaquea: o del plato o de uno mismo.
¿Por eso mismo de no entrar en la rutina intentas ir eligiendo establecimientos diferentes?
Sí, sobre todo para que la gente vea un contenido dinámico y también por mí mismo. Por disfrutar, porque si yo no disfruto apaga y vámonos. Los “influencers”, o quienes tenemos perfiles populares en redes sociales, somos un tanto obsesos de las estadísticas y sabemos ver qué contenido funciona mejor y cuál peor. Por ejemplo, la comida hindú me gusta mucho, pero no llama mucho la atención y por eso visito menos estos restaurantes de lo que me gustaría.
¿Cuál es la comida que más funciona?
La típica española: unas croquetas, el arrocito, una tortilla de patatas, los chuletones… También las hamburguesas.
¿La española funciona bien incluso con la gente joven?
Sí, sí. Yo creo que el consumidor es más exigente que hace años y los jóvenes también. Ahora se exige más a los sitios. Que mejor ejemplo que el Burger King, que está sacándote ahora hamburguesas con mejor carne y esto hace años seguramente era impensable.
¿En los cuatro años que llevas en esto has conocido una evolución en la comida?
Ha mejorado mucho todo. Hace dos o tres años, por ejemplo, la tarta de queso era la típica de Royal, como más compacta, y un día se cambió a la tarta más fluida. La carne se ha especializado mucho: las maduraciones, las distintas razas… Ahora en las hamburguesas se lleva más lo gurmé. En esto ha tenido mucho que ver Goiko, por ejemplo, que aquí en España ha cambiado mucho el tema de las hamburguesas.
¿No te parece mucha responsabilidad saber que vas a mover mucha gente a favor o en contra del restaurante del que hables?
Lo es, lo es. Se dice que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. En teoría, el mensaje que yo debería de transmitir en redes sociales debiera ser bueno, pero no es tanto preocuparte si hablas bien o mal de un sitio, sino que lo hagas con tacto y educación. Al final, si dices algo negativo, lo que tienes que hacer es argumentarlo.
En YouTube os sigo sobre todo a ti y a Sezar Blue y veo que sí sois bastante respetuosos.
Sí, es fundamental. Es básico.
Esto no significa que os caséis con nadie, porque no lo hacéis. Si tenéis que decir que algo no os gusta, lo decís.
Sí, pero como me gusta que me hagan a mí las críticas, porque igual que yo hago una crítica de un restaurante, de mí también las hacen. No las llevo mal porque, aunque tengo mucho temperamento, he aprendido a calmarme. Yo he tenido muchos fallos y parte del personaje que soy ahora se lo debo a las cosas que me ha ido corrigiendo la gente. Si la gente solo me dijese “todo perfecto” hoy sería la mitad de lo que soy.
Sí, porque, como decías antes, tendrá mucho que ver cómo estés ese día. Puede ser que elijas comer en tal sitio y ese día, por equis motivos, no te llegue tanto.
Sí, porque vas con menos ganas, o el cocinero justo ese día está desmotivado, o casualmente justo les ha llegado peor producto… Hay muchos factores. He repetido en restaurantes en los que no ha sido lo mismo la segunda vez que la primera. Ser absolutamente constante es muy complicado.
En vuestros vídeos a veces se ve cómo la persona propietaria, o el chef, sale a saludaros y os manifiestan que son seguidores vuestros. Me parece muy significativo que los propios restaurantes sean ya conscientes de la importancia que tenéis ciertos youtubers.
Ha cambiado mucho la mentalidad en eso. Al final saben que tenemos capacidad de difundir su negocio y que es una buena vía de promoción. En YouTube ahora mismo son tres millones y medio de personas viéndote al mes. ¿Sabes qué es eso? Que sí, que si miras los usuarios únicos son a lo mejor un millón doscientos mil, pero es una masa de gente muy muy gorda. A mí me dicen hace unos años que podría llegar a eso y lo hubiera visto muy complicado.
Tengo que reconocer que yo he visitado restaurantes porque los he visto en vuestros vídeos. Sois vosotros los que me los habéis dado a conocer y los que habéis creado en mí el interés por ir a comer a ellos. Por cierto, ¿te ha llegado a sorprender para bien algún bar pequeño, tasca, tabernita, o como lo queramos llamar?
Sí, he llegado a probar platos muy buenos con costes reducidos y, también, al contrario: grandes desembolsos de dinero que no han ido de la mano del disfrute. Creo que el factor sorpresa, y lo digo de cara a mí, es parte del encanto. El ir a un sitio sin saber qué va a suceder. Si a mí por gastarme más de 150€ en un sitio ya me garantizan que voy a disfrutar, sí, vale, pero prefiero el factor sorpresa.
Has hecho vídeos acompañado de Sezar Blue, Dalmau u otros. ¿Te gusta más hacerlos solo o acompañado?
Disfruto mucho solo en todos los aspectos de la vida, no ya solo con los vídeos. En compañía disfruto, claro, pero es cierto que me desenvuelvo mejor solo. Te digo en serio que yo me lo paso muy bien grabando. No lo hago obligado. Mañana mismo tengo que grabar a las nueve en un sitio de sushi y ya tengo ganas de que llegue.
¿Cuánto tiempo le dedicas tú a un vídeo desde que llegas al restaurante hasta que terminas?
Depende, porque muchas veces el ritmo lo marca el restaurante. Entre dos y tres horas por sitio más o menos. También hay que tener en cuenta que mientras estoy haciéndolo comparto contenido directo en mis redes. La gente tiene hambre de contenido. Yo voy a un restaurante a diario y cuelgo unos seis vídeos a la semana.
¿Has aprendido en alguna parte todo esto de las estrategias, de cómo hacerlo bien para que llegue, de en qué momento colgar el vídeo…?
En gran parte he sido autodidacta. Es verdad que leo mucho en foros, tanto en español como en inglés, y hablo también con otros compañeros, aunque se dediquen a otros nichos. Es muy importante que entre los creadores nos apoyemos y nos contemos truquillos y cosas.
¿Es buena la relación entre youtubers?
Sí, la verdad es que sí. Al menos la que yo tengo.
Oye, ¿los cocineros se ponen nerviosos cuanto te ven llegar?
Alguna vez ha pasado. El otro día fui a un concurso de hamburguesas, que estaba de jurado, y uno de ellos quiso sorprendernos y, en vez de hacer la hamburguesa en la plancha, como la hacía siempre, la hizo en kamado, que es una especie de barbacoa asiática, y la estropearon por eso.
Si tuvieses que elegir un solo plato para llevarte a esa típica isla desierta, que por cierto ya no debe de estar desierta de tanta gente que enviamos, ¿cuál sería?
Me llevaría un plato hondo, porque ahí cabe más comida…
¿Y qué le echarías?
Te va a sorprender: arroz con pollo. Es algo que he estado comiendo casi toda mi vida por el tema del gimnasio y es sencilla, rica y nutritiva. Un arroz basmati bien preparado, con un pollo tiernecito y un poco de salsa picante, y yo no necesito más.
¿De la tarta de queso no te hartas?
No, lo llevo bien.
¿Tú cocinas en casa?
Lo justo para sobrevivir.
¿Para terminar serías capaz de decirme tres establecimientos españoles imprescindibles?
Voy a tirar por la alta cocina, que es mi favorita: Etxebarri, una oda al producto; Casa Marcial, por el local, la cocina, el personal y el entorno; y DiverXo, por las ideas y por todo. Sin desmerecer la cocina tradicional, me gusta la alta cocina porque el factor sorpresa es mayor. Se prueban platos que jamás los hubieras imaginado. Te voy a decir un cuarto, que está en tu tierra: El Campero de Barbate.