Hoy quiero despedir el año con un poco de política ficción. No es que intente vaticinar lo que va a ocurrir en 2017 pero vivimos tiempos de cambios y llevo dándole vueltas algunos días a una posibilidad que aunque parezca descabellada, podría dejar la situación política del país como antes de la irrupción de los nuevos partidos, aunque con otros actores.
Todo esto surge de la entrevista que concedió la diputada socialista Zaida Cantera al periódico digital Cuarto Poder en la que afirmaba que cargos del PSOE se estaban planteando la creación de una nueva formación. El riesgo de escisión dentro del PSOE es real y no debe sorprender a nadie viendo cómo se las gasta Nerón de Triana. La situación de los socialistas es muy parecida a la que se vive en Podemos aunque desde el partido morado quieran resaltar las diferencias, que las hay, con el PSOE. Pero a pesar de las diferencias la forma de actuar de los afines de Pablo Iglesias es muy parecida a la de Susana Díaz. Aniquilar al contrario aunque públicamente afirmen que nadie sobra.
Si la situación se vuelve insostenible puede conducir a la existencia de dos Podemos y dos PSOE, algo así como la división celular aplicada a la política. Lo que ocurre es que mientras las diferencias en las posiciones ideológicas de Podemos y PSOE son grandes, no lo son tanto entre los seguidores de Errejón y los críticos del PSOE, por lo que no se puede descartar una confluencia socialdemócrata. Sería hasta divertido ver la cara que se les queda a Pablo Iglesias y Susana Díaz si se quedan con la cuerda entre las manos de tanto tensarla.
Desconozco las interioridades del conflicto podemita pero puedo afirmar que en el PSOE no sólo está en juego la figura que dirija el partido los próximos años. Lo que para muchos socialistas está en juego es hasta donde puede llegar la marranería interna. La rebelión se debe a que muchos militantes que durante años han sido testigos de juego sucio por parte de algunos dirigentes se han dado cuenta que la forma de actuar de Susana Díaz deja en pañales lo visto hasta ahora.
Veremos qué nos depara el futuro pero la situación interna de los partidos de izquierda puede desembocar más pronto que tarde en un nuevo bipartidismo que nadie era capaz de intuir cuando comenzamos 2016.