José María Calatrava nació en 1781 en Mérida. Estudió derecho en Sevilla donde le sorprendió el estallido de la Guerra de la Independencia. Calatrava se sumó a la Junta Suprema de Extremadura. Fue diputado en las Cortes de Cádiz por Extremadura, siendo un claro liberal en los debates parlamentarios, defendiendo la supresión de los mayorazgos.
La restauración del absolutismo con el regreso de Fernando VII fue nefasta para Calatrava porque fue detenido y enviado al penal de Melilla, no recobrando la libertad hasta el triunfo de Riego en 1820. Volvió a ser elegido diputado en las nuevas Cortes. En su seno fue nombrado presidente de la Comisión de Legislación, comprometiéndose en la elaboración de la Ley que extinguía el régimen señorial (1823), en un sentido nada favorable para los nobles, ya que defendió los intereses de los pueblos y los campesinos, en línea con el ideario del liberalismo exaltado. La cuestión de los señoríos coleaba desde 1811 en las Cortes de Cádiz. También participó en la redacción del Código Penal de 1822. Este Código incluía el delito de los actos contrarios o que tendieran a modificar o derribar el régimen constitucional. Pero nuestro protagonista no sólo fue un intenso legislador, sino también miembro del poder ejecutivo, ya que fue nombrado ministro de Gracia y Justicia en el gobierno exaltado de 1823. Cuando triunfaron los Cien Mil Hijos de San Luis decidió marchar al exilio francés para evitar ser perseguido, regresando a España con la muerte del rey Fernando VII.
El protagonismo político de Calatrava se renovó a partir de la sublevación de La Granja de 1836, que restableció la Constitución de 1812. La Reina Gobernadora le nombró presidente del Consejo de Ministros. Calatrava tuvo que moderar un poco sus planteamientos porque fue consciente de las dificultades del momento y por la experiencia política pasada. Se apoyó en otra de las grandes figuras del liberalismo progresista de la época de las Regencias de Isabel II, es decir, en Mendizábal. Le otorgó las carteras de Hacienda y Marina en su gobierno. A pesar de que había atemperados sus ideas Calatrava no dudó en recuperar gran parte de lo dispuesto en el Trienio y abolido en la Década Ominosa. Restableció la libertad de imprenta, la ley de ayuntamientos de 1823 y la ley de desvinculación de mayorazgos de 1823, algo en lo que desde Cádiz había sido claro protagonista. En el gobierno Calatrava y por gracia de Mendizábal se puso en marcha la desamortización eclesiástica. También se acordó la abolición del diezmo. Calatrava convocó a Cortes Constituyentes para que se elaborase una nueva Constitución, la de 1837. También aprobó una nueva ley electoral. Sin lugar a dudas, el gobierno Calatrava fue uno de los más destacados del período de Regencias y de signo progresista.
Calatrava dimitió en septiembre de 1837 a raíz del pronunciamiento de los oficiales de la Brigada Van Halen en las inmediaciones de Madrid. Fue protagonista político de nuevo en 1839 al ser elegido para presidir el Congreso de los Diputados. Fue diputado en la Regencia de Espartero, y llegó a ser presidente del Tribunal Supremo. Falleció en el año 1847.